Epilogo.

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Le había costado mucho más trabajo del que creyó posible. Pero al final, estaba feliz de poder decir "lo logré". JungKook podía jactarse de haber olvidado a Murao y pese a que no había sido por completo, por qué las heridas del corazón nunca sanan. El joven podía volver a reír.

Los demonios no regresaron al infierno, se quedaron en la tierra para continuar disfrutando de una vida repleta de derroches. Después de dos años, la hija de Jackson se había vuelto toda una mujer. Tan hermosa y carismática como sus padres, pero con el poder que comprendía el cielo y el infierno.

Lucifer se había aprendido a llevar de maravilla con la joven y cuando esta le reveló los incesantes sentimientos que le provocaba Taehyung, Kook no dudó en ayudarla. Por supuesto, su hermano no se resistió, por qué siempre había querido a la chica.

Su amor no tuvo contratiempos. Fue como fue, rápido e inesperado, pero verdadero. Jackson intentó negarse mil veces, pues cuando Taehyung le confesó la relación que llevaba con su pequeña, el joven se molestó, por qué no había tenido la oportunidad de ser el padre que hubiera querido ser. No obstante, MinJi estaba feliz de poder emparejar a su hija con uno de los príncipes del infierno. Era un orgullo que su hija formará parte de lo que ella alguna vez fue. La realeza del inframundo.

Los pecados, estaban felices por la avaricia, incluso JungKook quien, de todos, había sido el más lastimado por aquel sentimiento egoísta y vanaglorioso. Pero no lo odiaba, simplemente no deseaba volver a experinentarlo nunca más.

Pobre iluso, había olvidado la característica única del destino, y una vez más, cayó de lleno en aquel terreno peligroso, del que había salido perdedor no solamente una vez.

Todo ocurrió un fatídico día en el que el Sol iluminaba cada rincón de Seúl, con descaro. Los pájaros cantaban sin parar y la risa de los niños se escuchaba hasta en el baño. Era un día activo, de esos en los que tienes miles de cosas por hacer, pero la ociosidad te vence y terminas haciendo nada.

JungKook tenía que regresar al infierno para supervisar a su círculo, pues NamJoon ya hace mucho que se lo había pedido. No obstante, el joven jamás había obedecido una orden como esa antes.

Estaba recostado en su cama, mirando el techo, pensando en el momento adecuado para comenzar con sus tareas. Suspiró al saberse incapaz de hacerlo. El reloj marcaba las 4 en punto y el sol estaba en su punto. Muerto de calor, el joven se puso de pie y salió de su habitación.

Su camiseta blanca y sus pantalones negros no eran demasiado gruesos, pero lo asfixiaban. Una gota de sudor bajaba por su frente y su piel traslucida brillaba a la luz del día. Caminó hasta el frigorífico y buscó un poco de jugo sin éxito. Bufó un tanto molesto y también decepcionado. Era extremadamente inusual que en su casa faltase algo.

En ese momento, Rin y Taehyung entraron en la cocina con el mismo objetivo en mente. La joven abrió el frigorífico y miró a su novio decepcionada.

— No hay absolutamente nada. — Dijo, frunciendo el entrecejo.

La chica era bajita como su padre y tenía las facciones más lindas que los Demonios pudieron haber visto jamás. En definitiva, Taehyung era afortunado.

Kook miró a la pareja y ladeo el rostro.

— ¿Por qué no vamos por un helado? — Dijo, mientras esbozaba un bostezo que pronto pasó a ser de Taehyung. El menor comenzó a reír. — ¿Qué dicen?

Rin asintió y miró a su novio entusiasmada.

— Me gusta la idea. El calor esta espantoso.

Taehyung sonrió, con pequeñas lágrimas en sus ojos provocadas por el bostezo.

Custos jjk BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora