Cuentan los hombres dignos de fe (pero Él sabe más)que en la cima de la montaña más alta vivía un gigante. Un día el rey delantiguo reino subió, pero al llegar, vio que el gigante era una tortuga. Lepidió que le devolviera la vida a su difunta esposa, pero la tortuga sólo ledijo que la enterrara al alba y dejara una flor blanca en su pecho. Así lo hizoel rey, pero su amada no regresó. Enfurecido, lanzó un terrible ataque a latortuga y a su morada, destruyendo la montaña, pero la tortuga ya habíadesaparecido. Todavía triste y furioso, el rey se volvió un señor de la guerra,atacando a los reinos cercanos en su ira contra el mundo. Se volvió un tirano ysu corazón se oscureció. No fue hasta que una noche de la tumba de su esposabrotó un hermoso árbol de hojas blancas. "Ahora comprendes", dijo latortuga. "Ella vive ahora en aquel árbol que jamás podrás ver por tumaldad". Sólo aquellos de corazón dorado podrán ver al gran árbol Keʻokeʻo. La gloria sea con Aquél el Inmortal.
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Amores tercos y el diario petricor
RandomLa cobardía es asunto De los hombres, no de los amantes Los amores cobardes no llegan a amores Ni a historias, se quedan allí Ni el recuerdo los puede salvar Ni el mejor orador conjugar SILVIO RODRÍGUEZ