Discurso del inevitable reinicio

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Si reímos, ahora guardamos la alegría en el corazón. Si lloramos, salvamos las lágrimas del vacío que es el olvido. Si triunfamos, compartimos el ardor de la victoria en compañía. Si temblamos de miedo, unimos almas para la calma alcanzar. Si fallamos, nos levantamos renovados de determinación.

¿Qué más proezas se tiene que realizar, para entender que si por nuestra cuenta brillamos, juntos iluminamos el indeleble vacío del espacio infinito?

¿Qué más se tiene que vivir, para comprender que hoy salimos armados hasta los dientes de memorias y experiencias, a la aventura que es vivir?

Cada quién se lleva lo que necesita. La pesadumbre, el regocijo.

Que esta vida que ahora termina te acompañe siempre en este nuevo camino. Que no te falte ni el amor ni el cariño, ni el miedo ni el fracaso, pues huir de estos no tiene caso. Vivan, pues esta historia no tiene fin. Pues nuestros lazos no son efímeros. El fin nunca es el fin, mientras los lleve en el alma.

Nunca di este discurso y en lo personal, así es mejor. No hubo mucho que dar.

Amores tercos y el diario petricorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora