Carta a una señorita en el norte

4 0 0
                                    


Ella no se atrevió a abrir la carta hasta días después, cuando la curiosidad inmensa de saber fue demasiado como para soportar.

Norma,

No me atrevía de decirte que te amaba por miedo a atarte a mí. No quería engendrar en ti alguna esperanza, alguna ilusión de algo que nunca será una certeza, no conmigo. Amar a la distancia suena tan doloroso, tan insensato, pero, sobre todo, tan irrespetuoso hacia ti. Y me sentía hipócrita por traer tantas ganas colgando, las ganas de poder decirlo sin remordimientos, sin mirar hacia atrás ni juzgar a aquella persona que alguna vez hizo lo mismo, unas tremendas ganas de ti. Pensaba que era tonto e iluso; irreal. Sin embargo, tú, lejana, no podrías estar más cerca. Y si lo estuvieras, quizás moriría. Y sigo sin querer decirlo por más que realmente lo desee. El querer es un deseo, el amar es un sacrificio. Así que te pido perdón ahora y hasta que se me sea posible, por no poder decir esas palabras, por tener miedo a herirte, por no querer poner en juego esto, lo nuestro que sigue sin nombre.

Te amo, tan tímida e indebidamente en esta corta carta. Te amo, a ti mujer de ojos y mente brillantes. Te amo, norteñita que volvió a mi vida en el momento correcto. Simplemente te amo y no me atrevo a decirlo como es debido.

̶T̶e̶ ̶a̶m̶a̶,

Lo único ilegible era el nombre, tachado y oculto. Pero no había duda, era su letra.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 23, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amores tercos y el diario petricorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora