Agnes [Normales Spin-Off #1]

15. Luz y Oscuridad

Apenas esta mujer doble la esquina, ya estaremos en frente al Muro del Perdón. El cielo truena muy fuerte, los relámpagos lo iluminan por dos segundos y la lluvia comienza a caer a cántaros. Estacionamos en plena oscuridad y notamos que somos las primeras en llegar. Desciendo del vehículo y miro hacia ambos lados de la calle mientras la cruzo, antes de que la policía se oculte en el auto.

Murcia me pidió que usara la capucha, pero pienso que Barceló no podrá ver que soy yo si la uso así que simplemente me la quito. Tengo el audífono en el oído a la espera de las órdenes de Murcia, pero recuerdo que no hay luz en la ciudad y es imposible que sus aparatos funcionen. Y tal vez, tampoco se logre graba alguna conversación con el micrófono que tengo pegado sobre el pecho.

Varios autos pasan frente a la plaza del Muro y estoy más que seguro de que no me ven. Oigo y observo cómo una pareja corre bajo la lluvia, riéndose y escapando del dolor de la vida. Ojalá pudiera estar en un momento así junto a Eve. Una camioneta estaciona al lado de la vereda de la plaza, ocultándome la vista que tengo que tengo del auto de encubierto.

Retrocedo algunos pasos y mi espalda choca contra un árbol, escucho pisadas detrás de mi, las cuales rompen una rama. Giro y me alejo del tronco, y ahí está Barceló. Trago saliva, la sorpresa me conmociona, realmente no esperaba verlo acá. Una atmosfera pesada nos rodea, no se trata de la tormenta en las nubes, es una clase de emoción intensa que puede destruir el alma.

—Al final vino. —Hace un mueca como si estuviera esperando que diga eso. —¿Qué?

—Es una lástima que no hayas venido sola. —No alcanzo a preguntarle la razón sin antes escuchar el disparo. El sonido por poco no aturde mis oídos, la costumbre estaba por irse hasta hace unos segundos atrás.

—Fui obligada, pero en cambio a ti nadie te ha pedido que mates a esa mujer. —Realiza otra vez la misma mueca y yo lo imito.

—Tener el poder de matar y no sentir culpa es peligroso, tú más que nadie me entiende.  —Repito la mueca. ¿Qué es lo que él realmente piensa de mí? Si actué como una asesina despiadada es porque me obligaron a hacerlo, no porque quise. No soy como él. No lo comprendo.

—Hablas de algo que desconozco, siempre he sentido culpa porque lo que fui forzada a hacer. No te entiendo y tampoco pretendo hacerlo. —No sé para qué he venido hasta aquí, ya quiero irme. ¿Dónde está Nicolás? Aunque es mejor que no aparezca, ya murió la mujer sin necesidad, no tiene que sucederle lo mismo a él. Oigo atentamente la llegada de un auto mientras que la lluvia sigue cayendo, pero cada vez es más leve y ya no se escuchan truenos.

—Agnes, soy Murcia. Hazlo hablar, haz que de alguna forma confiese todo lo que te hizo, todo lo que oculta y todo lo que pretende hacer. —El sonido en mi oído me resultó sorpresivo, pero al mismo tiempo veo cómo todas las luces de la plaza comienzan a encenderse despacio. En el rostro de Barceló se remarcan las arrugas, la piel manchada y cómo, de a poco, su cuero cabelludo va pelándose. Sus ojos negros me observan tanto como los míos a él. Somos enemigos en calma, momentáneamente.

—Vine para saber por qué haces todo esto, por qué me secuestraste hace tres años y por cuál razón ayudas a Rousseau a mantener en pie un lugar tan horrendo como lo es el Instituto Bourg. ¿Por qué en un mundo lleno de tanta maldad eliges ser uno de todos aquellos que la llevan a cabo? —Barceló se ríe, lo suficientemente fuerte como para que logre odiar su risa y la expresión de su cara. Quizá si lo matara no sentiría culpa en absoluto. Solamente con él y con todos los que me hicieron esto, pero no soy como ellos.

—No vinimos por la misma razón entonces. Estás rodeada de mi personal, no importa hacia dónde corras, alguien del grupo te atrapará y volverás a Bourg. —Un escalofrío recorre todo mi cuerpo ante la tonalidad fría de su voz. Lo que dice suena como una promesa. Noto una de sus manos apoyada sobre la cadera, seguramente ahí tiene un arma, pero él no podría usarla contra mí. Le sirvo viva, me necesita viva. He aprendido lo suficiente de autodefensa en el instituto que no importa para qué lado vaya, tal vez podría defenderme lo mejor posible y escapar de su equipo.