Gaston.
Despierto con un fuerte dolor de cabeza, es como si hubiese sido golpeada por un martillo una y otra vez. No debería quejarme, fue mi culpa, bebí demasiado. Pero cuando te enteras que el amor de tu vida se acaba de casar pues... eso duele. Suspiro, mi espalda se encuentra extendida sobre mi cama rodeada de sábanas blancas, mis pensamientos vuelan por toda la habitación. ¿Por qué ella me hizo eso? Renuncié a mucho por Pauline Fleury, ahora Petrova... Joder, ella es ahora Petrova.
Me vuelvo a martirizar por aquello, necesitaba a Sophie, con urgencia. Precisamente ayer salí a beber con algunos amigos, no quería hacerlo, para mí lo mejor es hablar, desahogarme y, las personas que toman el lugar de un psicólogo son Tristan y Sophie, esta vez le tocaba a la particular rubia teñida que también estaba a punto de escuchar sus campanadas de boda. Hoy por fin volvería a verla.
Volver a verla...
—¡Mierda!
Me levanto rápidamente de mi cama olvidando rápidamente a la francesa que ocupaba mis pensamientos. Debo recoger a Tristan, Sophie y a su hermana Eli al aeropuerto, veo mi reloj que marca las once de la mañana.
—¡Mierda por dos!
Su vuelo llegaría en quince minutos y yo vivo a cuarenta minutos del aeropuerto. Primero, Tristan me va a matar por hacerlo esperar, Sophie me insultaría incluso privándome ser su padrino de bodas y tercero, hay una embarazada en el grupo que lo más seguro es que quiera recostarse en una cama a descansar, ella es prioridad.
Tomo una ducha rápida y me visto aun con gotas deslizándose sobre mi cuerpo ocasionando que mi camisa blanca se humedezca. Lanzo otra maldición, estar con resaca me coloca de muy mal humor.
Tomo las llaves de mi auto y mi móvil para correr rápidamente edificio abajo hasta el estacionamiento. Cuando estoy frente a mi auto subo a él con algo de desesperación: Voy. Malditamente. Tarde.
No es broma cuando digo que casi me estrello contra un camión de cargas, pero gracias al cielo no sucedió. No debí haber tomado anoche... no debí. Maldita seas Pauline. Otra maldición, tal vez sea el día de las maldiciones para Gaston Bonnet.
Cuando estoy parqueando en el estacionamiento del aeropuerto un suspiro de alivio sale de mí. Estoy cerca y según el reloj de mi móvil solo me llevó treinta minutos. La pantalla también me muestra doce llamadas perdidas, todas de un número local que estoy seguro corresponden a mi bonita amiga teñida. Me va a matar.
Salgo rápidamente del auto y trotando entro al aeropuerto, busco por todos lados a mis amigos y no me lleva mucho tiempo. Ahí están Tristan y Sophie con cara de malas pulgas, Elizabeth Pirce—quien ahora sé que es la señora de Ray—, quien no veía desde hace un montón de tiempo y también otra figura definida que me quito el habla de inmediato. Sabía que estaría en Francia... ¿pero justamente ahora tenía que estarlo? Ella siente la mirada fija porque voltea hacia mí dirección, esos bonitos ojos color chocolate que tenía siete años sin ver, a la que le prometí muchas cosas y no llegué a cumplir, mi pequeña niña... mi pequeña flor.
—Mierda por tres.
Si, vaya día de mierda que era.
Como han pedido tanto la aparición de Gaston, ¿qué mejor manera de que lo hiciera con un capítulo especial en donde él narra?
Ahora vienen las malas noticias, no actualizaré hasta el día viernes o incluso el sábado, tengo pruebas y debo estudiar, así que por ende no me dará tiempo de escribir, perdón :( pero mientras tanto disfruten este capítulo e insulten a Gaston, además de sacar sus conclusiones de porqué no se comunicó con nuestra bonita Hanna.
De los comentarios del capítulo anterior he escogido a... ¡Lu! Espero que te haya gustado.
Sin más que decir... nos leemos dentro de unos días :)
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Entre campanas de boda| Los Intocables #8
Short StoryNo es necesario haber leído los libros anteriores para entender #ECDB, pero lo recomiendo para que disfrutes más de la lectura y conozcas a nuestros chicos. Tenía diez años cuando lo conocí, él era mucho mayor, en su corta estadía en mi casa pude ap...