El chico de la profecia

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Imelda estaba inquieta, caminaba por todo el gran salón en círculos, con sus dedos en la boca, como si se estuviera comiendo las uñas (y eso que no tenía) no podía dejar de pensar en su tátara nieto, habían pasado ya varios años desde que Miguel descubrió que podía entrar y salir del mundo de los muertos siempre que él quería, por lo que sus visitas eran frecuentes, pero ese no era el punto. ¡Su nieto! Su queridísimo nieto, ¡estaba en peligro! Y no solo eso, ¡Toda su familia podría estarlo!

Sus paso hacían eco por toda la habitación, se sentía tan impotente, tan inútil, tan...tan...

-Imelda, tranquila-hablo el esqueleto tomándola de los hombros tratando de calmarla.

-¿tranquila!? ¿cómo quieres que me tranquilice sabiendo que nuestro nieto está en peligro!?-dijo casi gritando.

-sabes que no fue lo que la catrina dijo-dijo viendo a su esposa

-no cambia el hecho de que es peligroso Héctor....él es solo un niño...-dijo estando al punto de derramar lágrimas, Héctor sintió que su huesudo pecho de oprimía al ver a su amada esposa así y la abrazo con fuerza.

-también estoy preocupado...pero la catrina dijo que Miguel él era el único capaz de hacer esto...debemos confiar en el...-dijo tomando el rostro de su mujer en manos, su nieto...su talentoso y valiente nieto había cruzado al mundo de los muertos hace ya 6 años, tiempo en el que Miguel se había dado cuenta de que era capaz de entrar cada que quisiera al mundo de los muertos, habilidad que, sabrá Dios como, había conseguido, tal vez era una bendición de la catrina, algo que Héctor estaba muy seguro de que era un hecho. También podía escuchar y ver a los muertos que estaban en la tierra, los fantasmas en términos más fáciles.

Pero ahora con lo que se avecinaba. ¿Como cambiaría la vida de su joven nieto?.

¡Él tenía toda una vida por delante!, ¡un sueño por perseguir!, no era justo para él.

Unos pasos se escucharon al otro lado del gran y colorido salón, justo en  de los pasillos se asomó una gran mujer, llevaba un largo vestido color rojo vino con hermosas decoraciones de negras brillantes, un bello collar negro decoraba el hueso de aquella mujer, traía un gran sombrero por donde caía un gran velo negro, tan negro como la noche, solo se podían ver los huesudos dedos adornados con hermosos anillos. El gran abrigo color morado llegaba hasta el piso mientras ella caminaba hasta la pareja.

El matrimonio los miraron con inquietud.

-¿porque nuestro nieto?-fue el primero el músico frunciendo el ceño

Con delicadeza la gran mujer se retiro el sombrero colocándolo en una mesa cercana, era la mismísima Catrina, su rostro era bellísimo, tenia la forma de cualquier mujer vida, con la de excepción de las hermosas decoraciones del día de muertos en su cara, el hueso de su rostro sobresalía de la piel negra, sus bellos ojos eran rodeados por una gran cuenca negra, era como si tuviera el mismo maquillaje. una gran ráfaga de pétalos anaranjados y amarillos la rodeo y esta cambio su tamaño, estando a la altura de Imelda y Hector.

-Miguel es el elegido-dijo la catrina caminando a los huesudos marido y mujer.

Quienes al escucharla se miraron confundidos, ¿a que se refería?

-¿qué quiere decir?-dijo aún más frustrada la zapatera

-Miguel es el único mortal que ha entrado al mundo de los muertos con vida y ha regresado de él, él es el elegido, es su destino llevar acabo esta misión-explico la hermosa diosa haciendo la forma de Miguel con pétalos de cempasúchil.

Entre la vida y la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora