Jamás te haré daño

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El tiempo había pasado tan rápido que en tan solo un parpadeo ya me encontraba esperando mi turno para entrar a ver a YoonGi y sinceramente mi estado iba de mal en peor por los nervios que recorrían cada fibra de mi cuerpo.

A medida que las personas iban pasando en una ordenada fila, pude ver a alguien que se me hizo demasiado conocida, pero no fue cuando movió su larga cabellera que me permitió verla bien, dándome cuenta que era la misma chica la cual había ido a buscar a YoonGi.

¿Qué hacía aquí? Miles de pensamientos aparecieron en mi mente y hasta el punto de pensar que quizás YoonGi estaba teniendo una relación o algo parecido con aquella mujer que sinceramente era muy hermosa.

A parecer ella no había notado mi presencia por que no reparo en mirarme cuando se acomodó a uno metros de mi, pero felizmente a mí me faltaba poco para entrar con él, cuando los guardias dieron la indicación de que podíamos ingresar esa incertidumbre que calaba mi corazón apareció aún más fuerte y pude notar como mi cuerpo temblaba casi inconsciente de mis propios pensamientos.

Entre al gran patio y vi como él se encontraba sobre el asiento con la cabeza mirando sus manos sobre la mesa y pude notar un aire triste y casi desesperado cuando alzo la vista y me miro.

Me acerque a él lentamente como si quisiera salir corriendo en cualquier momento y sinceramente no era mala idea, pero como si muchas cosas de Min Suga ignorase. Él se levantó y camino hacia mi aprisionándome entre sus brazos en un fuerte abrazo donde juro podría vivir o quizás derretirme una eternidad.

No dijo nada y yo tampoco dije nada, pero sentí ese abrazo necesitado como si lo hubiera anhelado, pero más que eso lo sentí con posesión como si declara que mi cuerpo le pertenecía tan solo con eso y temblar bajo sus grandes y pálidos brazos.

Se separó apenas de mí y acuno mi rostro en sus manos plantando un beso sublime y casi devastador sobre mis labios, bastando tan solo segundos para que cayera en cuenta lo que estaba sucediendo, suspiro segundos después, luego de aquel beso y pego su frente a la mía con los ojos cerrados tratando de procesar lo que acaba de hacer o tratando de detener a sus demonios.

Mi mente se había puesto en blanco y el silencio en ese momento podía hablar más que nuestras bocas. Suspire de la misma forma que lo hizo y me limite a apreciar sus largas pestañas y sus facciones casi perfectas las cuales jamás creí encontrar en un hombre y si, estaba muy jodida y quizás esto no sería nada bueno.

-YoonGi... -susurre luego de eternos minutos sin que ninguno de los se atreviera a romper el silencio sepulcral que nos rodeaba-

-Shhh... me alegra que estés aquí... –lentamente se separó de mí y pude notar como en sus ojos había un cierto brillo de oscuridad, el cual no había visto cuando entre-

Su voz sonó más ronca de lo normal y agradecí aun sostenerme de su camisa porque sentí como mis piernas fallaban haciéndome caer en la realidad de todo lo que estaba viviendo fuera de estas cuatro paredes, sin poder evitarlo rompí en llanto, abrazándolo nuevamente sin decir una palabra. El pareció entender mis sentimientos y sólo dejó que me sumergiera nuevamente en sus brazos, mientras sentía el sonido de su corazón acelerado y su respiración golpear mi cabeza.

Mentiría si dijera que no quise apartarme de su agarre, pero sentía por momentos como una oscuridad me envolvía de la misma manera, casi sofocándome haciendo que me cuestione sobre mis más puros deseos.

Al cabo de un rato nos volvimos a separar mientras yo limpiaba las ultimas gotas de lágrimas, él no me dijo ninguna palabra de aliento, como lo habría hecho cualquiera y comprendí lo roto que podría estar por dentro, nadie le dijo eso cuando él lo perdió todo y seguramente no sabía cómo hacerlo.

DULCE VENGANZA: MARIPOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora