Capitulo 16 -Enfermarse de amor.

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Enfermarse de amor

Freddy Villa es un chico simpático. Es muy flaco y más pequeño que Valeria, con espinillas en la cara y kilos de gelatina en su cabello naturalmente rizado, con una voz tan fina que con los ojos cerrados parece una niña, pero aun así, es simpático.

Y se la había pasado con Valeria un buen tiempo después de que Sabrina siguiera enojada con ella por no aceptar su autoinvitación a su casa. Y por un buen tiempo, se refiere a la mitad de la semana.

No hablaba mucho con él, pero al menos ahora sabe que resulta ser súper tímido y un poco bruto. No es lindo, ni está cerca de serlo para ella. Pero antes de estar terriblemente sola prefiere estar con él en los recreos. Además, ¿qué reputación iba a dañar juntándose en los recreos con él? No tenía una. No era la popular, ni el payaso de la clase, ni la que siempre está durmiendo y tampoco era una nerd. Ella solo era un estudiante promedio. De esos que son y ya. Más nada.

Valeria estaba guardando el cuaderno en su mochila mientras caminaba con Freddy para llegar al portón de salida del colegio. Estos últimos días había estado acompañándola a casa. Y a él no le importa si después tiene que caminar el doble para llegar hasta su casa, al otro lado de la ciudad. Le gusta hablar con ella.

La verdad es que estaba loco por ella, y de alguna forma, aunque él sabe que para otras chicas es asqueroso, y aunque su cara estuviera siempre roja cuando estaba alrededor de ella, ella nunca se quejó de eso. Valeria le sonreía y le hablaba normal. Como si él fuera normal.

Freddy se detuvo en seco y de pronto no podía hablar.

—¿Qué? —Valeria trató de preguntarle con una sonrisa.

Valeria miró al frente y vio a La Sombra recostado de la pared del frente de la salida del colegio con los brazos cruzados mirando al piso. «Que no sea a mí», se dijo. Pero su cuerpo decía algo completamente diferente. Su corazón empezó a latir rápido y sus manos sudaban.

—Vamos. —Valeria lo animó para que siguiera caminado.

Pero Freddy no se movió, tenía terror en su rostro y de repente se quería ir. Antes de ayer, el primer día que Freddy acompañó a Valeria a su casa, él se había antojado de comprar una soda. Y a esa hora, el único colmado abierto era el de la esquina. Valeria cruzó, sin siquiera mirar a Ben —no porque no quisiera, sino porque no quería defraudarse a sí misma—, pero cuando Freddy cruzó, La Sombra metió su pie, y el pobre niño flaco cayó de bruces al suelo, lastimándose la quijada, la cual aún tenía adolorida.

Por eso cuando lo vio se asustó, y la sangre dejó su rostro. Él había sido muy maleducado, y Freddy no lo tenía que pensar dos veces. Él definitivamente no le caía bien.

La Sombra levantó la cabeza y entonces caminó hacia donde ellos.

Freddy retrocedió.

—Val —saludó. Su voz hizo que Valeria temblara ahí mismo. Hace casi una semana no hablaba con él directamente, ¿y ahora estaba hablando con ella?

Además, estaba sonriendo, y el mundo de Valeria se vino abajo. Cada fibra de su ser lo extrañaba, cada fibra de su ser estaba también herida por él, y no entendía, ¿Por qué si le había pedido que no volviera más la venía a buscar al colegio?

—Debo irme —dijo Freddy.

—Sí, será mejor que te vayas. —La sonrisa que tenía La Sombra se había esfumado.

—Lo siento. —Freddy tartamudeó y se marchó sin mirar atrás. Todos miraban a La Sombra. Llevaba calizos, unos pantalones jeans que ligeramente se le caían en las caderas y una franela negra. Agarró el bolso de mano de Valeria, y ella la volvió a halar hacia sí.

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