Capitulo 22 -Tizne Marrón.

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Tizne marrón

Un gran camión de mudanza estaba parqueado al frente de la casa de Rose. Era la una de la tarde y el sol llenaba las calles. No había ni siquiera un solo punto de sombra.

Valeria siguió mirando al camión hasta que entró al colmado. Las personas que estaban ahí se habían callado de repente cuando Valeria entró. Abrió el refrigerador del colmado y sacó una botella de refresco, la pagó, y vio los trastes mientras los subían al camión otra vez cuando caminaba de vuelta a casa.

***

—Se dieron cuenta de que tenía dos meses de embarazo —soltó Argentina. Marian balanceaba los pies desde el murito de su casa. Nina, Valeria y Argentina estaban sentadas en la acera con los pies en el contén—. Fue muy estúpida, le dije que lo abortara, hasta le ofrecí comprarle el juguito que dan los brujos para botar los bebés.

—¿Para que lo abortara? —Valeria pareció estar asqueada por esa simple propuesta. Si, por alguna razón, ella llegara a estar embarazada, nunca lo mataría.

—Sí, ¿qué más? No trabaja, no es nadie —respondió Nina.

—Su papá hizo tremendo alboroto —comentó Estefani sentándose al lado de Marian.

—Vaya, ¿cómo supiste de qué hablábamos?

—Todo el barrio está hablando de eso y de cómo su mamá se hacía la que no sabía nada. Se han ido a otro barrio por la vergüenza. Me da lástima por Rose.

—Eso es lo que pasa cuando no se toman precauciones de tus actos —dijo Argentina apenada—. ¿Y quién es el padre del niño?

—¿Niño?, ¿qué niño? En cuanto se descubrió todo, porque el médico le dijo a la mamá de Rose que sus mareos eran porque estaba embarazada, su papá salió del trabajo a las afueras de la ciudad, agarró a Rose en casa y la golpeó hasta que botó él bebe por la boca —respondió Estefani.

—Solo tenía meses, pero aun así no se puede botar un bebe por la boca —dijo Marian.

—Era un feto. Y sí, Estefani, seguro ella solo se desangró

—aclaró Argentina.

La sangre dejó la cara de Valeria, ¿y si le pasaba lo mismo a ella? Aunque su papá estaba lejos, sabrá Dios adónde, ¿pero y si se enteraba y entonces le hacía daño o peor?

—¿En serio sucedió eso? —preguntó Valeria.

—Así dicen los vecinos.

Con eso, Estefani se alzó de hombros. La verdad puede ser manipulada varias veces en boca de los vecinos, pero si algo se quería saber, ellos siempre sabían. Sabían la vida de todo el mundo.

Valeria se empezó a sentir enferma. Como si fuera a vomitar.

—Necesito un novio —Marian cambió de tema.

Argentina sonrió.

—¿Sabían ustedes que La Sombra gusta de Val?

Valeria estaba mareada, y cuando Argentina dijo eso empezó a vomitar en el contén.

—¡Asco! —gritó Marian.

Estefani y Nina se pusieron de cuclillas a cada lado de Valeria mientras sostenían su cabeza y cabello y Argentina miraba con horror sin moverse de donde estaba.

—Con eso voy a creer que no te gusta La Sombra —comentó Argentina.

Valeria la miró. Otra arcada vino, y ensució sus zapatos.

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