Capitulo 17 -Puedo hacerte daño.

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Puedo hacerte daño

Otra vez él estaba esperándola a la salida. Otra vez los estudiantes que salían del colegio lo miraron extrañados. Otra vez Freddy se esfumó y otra vez Valeria sintió un carnaval en su cuerpo. Pero siguió caminando, él tomó su bolso del colegio y Valeria no protestó.

—¿Entonces has dejado de comer?

Se podía sorprender de lo rápido que Nina regaba un rumor sobre ella. ¿Cómo sabía que no había comido lo suficiente? Quizás lo había notado... no. ¿Cómo iba a notarlo?

—Sé que no me debería meter en esto, y no me importan tus negocios o lo que sea, pero no lleves a mis hermanitos a ese lugar. —Valeria ignoró su pregunta al cambiar el tema.

—¿De qué hablas?

—Tú llevaste a Carlitos a ese lugar que ustedes utilizan para fumarse su droga. —Acusó apretando los dientes.

—No. Yo llevé a tu hermano al club de Nintendo. ¿Cómo puedes creer que lo voy a llevar allí? Ni siquiera dejarían que entrara.

Valeria siguió caminando, aún más rápido. La Sombra la detuvo, todo su brazo tembló y a la misma vez ardió donde él tocó.

—¿Puedes ir hoy a comer en mi casa?

Negó.

—Tengo dos días intentando hablar contigo, Valeria, no voy a rendirme hasta que accedas.

***

La boca se le hizo agua cuando vio su plato. Era un bistec con fritos. Valeria llevaba tantos días sin probar comida real que la sostuviera o llenara su estómago que para ella era un completo manjar.

Después de comer en silencio, estaban sentados en el mueble, pero Ben no decía nada y Valeria se estaba impacientando. Él le había pedido que fuera porque quería hablar con ella, pero no lo estaba haciendo, solo estaba allí sentado al lado de ella, quizás muy cerca, tampoco es como si le importase.

Realmente no lo entendía, y Dios, era todo lo que quería. Entenderlo.

—Quiero entenderte —transformó sus pensamientos en palabras.

—¿Para qué?

—Porque sí, porque quiero.

Ben se volteó para que ella pudiera mirarlo a los ojos. Ella se sorprendió, porque llevaba tiempo sin ver sus ojos marrones mirándola así. Él se acercó hasta poder tocar sus labios con los suyos, después la besó, y su boca aún sabía a lo que acaba de comer, sus manos trataron de sacar su camisa de dentro de su fal­da —pues aún llevaba el uniforme puesto—, para poder tocarla debajo, pero ella lo detuvo.

—El tatuaje q-que tienes en el tobillo, ¿para qué es? —preguntó balbuceando.

Él se alejó.

—Solo es algo.

—El grupo de Alejandro tienen estrellas en su muñeca, ¿tiene algo que ver con «algo»?

—¿Qué es lo que te traes con ese?

—Si traigo algo o no, no es tu problema —espetó resentida por su tono de voz.

Ben se despeinó el cabello sin ninguna razón. Hace semanas no se iba a recortar el cabello, tampoco tenía deseos de hacerlo, y Valeria no quería que lo hiciera. Su cabello corto le traía algunos recuerdos que no quería traer a la memoria. Quizás después pueda ser capaz de verlo otra vez con el cabello así, ahora no.

—No tengo problemas, Val, tú puedes hacer lo que quieras, pero no con él.

—¿Pero por qué?

No respondió, se tocó la quijada con su mano en vez de decir algo.

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