Capitulo 31 -Dolor egoista.

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Dolor egoísta

—Voy a escribir la «b» de mi nombre en tu palma y tú escribirás la «v» de tu nombre en la mía.

Valeria miraba la navaja en la mano de Ben otra vez, apoyó su quijada de propia mano, la cual estaba apoyada por su codo encima del fregadero.

—Va a doler, Ben. Incluso me duele si me clavo una astilla.

—Dame tu mano —dijo Ben mirando la hoja de la navaja.

Valeria se incorporó mientras lo miraba, lo pensó varias veces.

—Puedo dejar que me lo hagas pero no podría hacértelo a ti.

Ben sonrió tomando su mano y dijo:

—Es una forma de recordar lo nuestro. Es hermoso. —Agarró su delgada muñeca y con su otra mano libre desplegó sus dedos y después tomó la navaja y la acercó a la palma de su mano.

—Espera —Valeria casi gritó—. Yo lo haré primero, está bien.

Ben soltó la navaja y su muñeca, en cambio, le paso su mano abierta.

—Justo en el centro, del tamaño que tú quieras.

Valeria tomó la navaja y la mano de Ben. Los dedos de Valeria eran largos y delgados, pero aun así la mano de Ben era mucho más grande que la de ella.

—No será muy profunda. —Acercó la navaja a la piel, sin tocar.

—¡Ay! —Ben gritó y Valeria dejó caer la navaja al piso con un grito de horror pensando que le había hecho daño—. Estaba relajando, no me has tocado.

Valeria golpeó su hombro.

—Eres un idiota. —Recogió la navaja y trató de dibujar su «V», pero cuando lo hizo solo arañó su piel.

Ben dibujó una sonrisa en sus labios.

—Tendrás que esforzarte más.

—No quiero hacerte una herida muy profunda.

—Yo no voy a tener cuidado cuando sea tu turno. Haré mi «B» bien marcada, Valeria.

Valeria dudó unos instantes. Empuñó la navaja de una forma distinta e hizo un trazo. La sangre salió instantáneamente, volvió al inicio del trazo y saco otra línea hacia el otro lado. Si no fuera por la sangre que llenaba su mano pudiera ver a la perfección la V que ella había dibujado.

—Tu sangre es tan roja. —Valeria se quedó observando. Notó que Ben no se quejó por el dolor ni un solo momento, pero se veía doloroso, ahora no estaba segura de si ella podía aguantar.

Ben puso su mano boca abajo para que la sangre cayera en el fregadero. Después, con esa misma mano tomó la navaja y con la otra la muñeca de Valeria.

—Abre la mano —dijo en tono sereno.

—¿No te duele? —Valeria estaba preocupada—. ¿Puedo besar la herida?

Ben la miró.

—Estás postergando todo porque tienes miedo. Lo sé.

Valeria no respondió. Ben dejó la navaja en el fregadero y abrió su mano.

—¿Vas a besar sangre?

—Uh, está bien, dale.

Ben tomó la navaja otra vez y se pegó más a Valeria.

—¡Espera! —Se quejó de nuevo, Ben sonrió de lado—. No es justo, mi V es más fácil que tu B. Me va a doler más.

—No es mi culpa, Valeria. Ya dejé que lo hicieras, y no voy a hacerlo como tú.

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