Capitulo 20 -Errores.

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Errores

Argentina estaba concentrada barriendo el polvo del frente de su casa cuando Valeria le pasó por el frente mirando a la nada, como ella siempre caminaba, muy absorta en sus pensamientos como para notar el mundo a su alrededor. La llamó.

Valeria se acercó extrañada. ¿Argentina llamándola?

—Y entonces, ¿La Sombra te quitó el queso en ese baño?

Valeria se avergonzó.

—¿Qué?

—Tranquila. No le diré a nadie que los vi entrar a ese baño y que después llegaron como si se hubiesen comido el uno al otro.

Valeria trató de ocultar su pena.

—¿Se lo dirás a alguien?

—Oh, ya te dije que no. Nunca me metería con La Sombra y sus juguetes.

Valeria no entendió su última palabra, por lo tanto, no la afectó. Se sentó en el muro de la casa de Argentina, había olvidado lo que iba a hacer. También pensó en el hecho de que Argentina sospechaba algo, creía algo... había visto algo, ¿era tan malo que ella supiera qué había entre ella y Ben? Al menos ella no sabía de sus encuentros, de que él había sido su primera vez, solo los había visto juntos el baño. Tal vez Argentina solo pensó que se besaron por primera vez en ese baño.

Entonces entendió a qué se refería con «sus juguetes», antes ella —Argentina—, había utilizado el mismo término para referirse a cuando un chico y una chica solo se besan a escondidas o no, sin ser nada. Argentina no tenía idea de qué tan serio era para Valeria, tal vez para el mismo Ben, decidió dejarla con la duda, dejarla con la certeza de que ella solo era un juguete que a Ben le gustaba besar en los baños.

Cambió el tema.

—¿Terminaste de pagar lo que le debías a Ramírez?

—Nunca le debí a Ramírez, era a La Sombra.

—¿Por qué Estefani me mentiría?

—No lo sé, ¿ no es su sobrino? Va a defenderlo siempre.

Valeria se mordió el labio inconscientemente. Ella era la única que no lo sabía, después de todo.

—¿Tienes idea de por qué entre surcuros y norcuros hay rivalidad?

—Claro que sé —soltó la escoba, se sentó junto a Valeria—. Los surcuros tienen a un proveedor de buenos materiales, y eso atrae a la gente de todas partes a comprar, eso hace que sean conocidos. Los norcuros dicen que las ganancias obtenidas deberían de ser repartidas entre los dos grupos porque son de la misma familia, o que al menos les den un porcentaje de las ventas, pero entonces, el jefe de los surcuros no quiere.

—¿Quién es?

—Yo no sé. Pero si sé que él dice que consiguió al proveedor por sí mismo y se niega a decir quién es. Por eso tanta rivalidad, es por poder y ambición.

—Wow —Valeria asentía mirando a la calle, con la boca abierta mientras procesaba lo que le decía. Le llegó una duda—. ¿Cómo es que sabes todo esto?

—Tenía un novio que pertenecía a los norcuros —se alzó de hombros sin darle importancia—. Me lo contó todo.

—¿Tu siendo de este lado?

—¿Importa? —preguntó Argentina molesta—. Yo no soy la que está en bandas, solo vivo por aquí.

—No, claro que no —respondió a su pregunta en voz baja al notar que ella se molestó.

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