-No creas que no lo sé, Hermione Jean Granger.- Con una mueca de asco total.- Eres una maldita sangre sucia.
-¿Cómo sabes mi nombre?-Respondí con la respiración agitada, pensaba que en cualquier momento me desmayaría.
-Te recomiendo no tenerme como...
Sabía que ser hija de muggles era díficil pero no me dí cuenta cuanto empeoraría desde entonces.
Desde el último enfrentamiento de Harry con Voldemort en la cámara de los secretos me he sentido más desprotegida que nunca. Harry me contó númerosas veces lo increíble que fue que consiguiese vencerle sin tenerme a su lado. Yo no me sentía alagada sinó que bastante culpable por no haber estado allí para apoyarle.
No me habría imaginado nunca lo mal que lo pasaría para volver a Hogwarts el siguiente año.
El profesor Dumbledore, como era de esperar, citó a mis padres para contarles lo ocurrido. El simple hecho de saber que casi me mata una serpiente gigante fue motivo suficiente a que intentaran cambiar mi opinión sobre volver a Hogwarts. Me pueden llamar todo lo cabezota que quieran pero no por ello renunciaré al placer de estudiar aquello que me apasiona.
Ha sido el peor verano hasta la fecha, mis padres no se separaban de mí ni un segundo, por ello, no me dejaron ir a visitar a Ron ni una vez. Y aunque lo niegue no puedo dejar de pensar en él. Harry nunca se olvida de enviarme cartas periódicamente, ojalá pudiera decir lo mismo de Ron...
Por todo esto es por lo que te escribo mi querido diario, hasta la fecha eres la única vía de escape que tengo hasta que se reanuden las clases. Bueno... He de reconocer que el aburrimiento también aumentó mi curiosidad por las Artes Oscuras así que aproveché los ratos libres para estudiar todo lo que podía sobre DCAO y cuando fui a comprar mi material escolar junto a los Weasleys aproveché algún despiste de mi segunda familia para comprar algún libro más avanzado de la materia a escondidas. Por un lado me siento culpable pero cada vez que comienzo a leer no puedo parar...
Sí lo sé antes he dicho que a mis padres parecía como si les fuera a dar un ataque al corazón por separarse cinco minutos de mí pero la excepión confirma la regla. Ese día tuvo que venir el mismo Arthur Weasley a mi casa para convencer a mis padres que estaría segura.
***flashback***
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Ron y yo nos habíamos quedado algo apartados del resto y sentí como comenzaba a sonrojarme sin remedio, tuve bastante suerte de que él estuviese entusiasmado contándome algo del maldito Quidditch y no se diese cuenta.
-¡Pues he descubierto que puedes se puede mejorar más aún la velocidad si colocas las manos así!- Dijo colocando sus manos sobre las mías a modo de explicación. No pude evitar quitarlas como si quemase.-¿Te pasa algo Hermi? Estas muy rara.
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