— ¿Qué sucede cariño? —
¿Qué fue lo que más le asombró de aquella pequeña frase?
¿Acaso fue la amorosa forma de pronunciarlo? O quizá ¿fue la voz de la que provino? No lo sabía en realidad, pero de solo escucharla el corazón le vibró, haciendo que una descarga recorriera todo su cuerpo.Se quedó estático; alguien estaba detrás de él, acercándose; una tierna voz cantaba en sus oídos y le decía cosas dulces, le hacia sentirse dichoso; ¿era verdad? Estaba ahí a unos centímetros de él... ¿cómo era eso posible?
Con todo y su confusión, decidió enfrentar lo que fuera que pasaba; lentamente se dió la vuelta y observó a ese fantasma a sus espaldas...
— ¿Qué podría suceder? — pensó que nada lograría sorprenderlo...
... No sabía que tan equivocado estaba.
Ahí frente a él, estaba un hombre joven de cabellos azules, más alto de lo que recordaba, con facciones suaves sin dejar de ser masculinas, un amplio y bien tonificado pecho, fuertes muslos y unos hermosos y cálidos ojos verdes.
Era él, era el kohai al que hace años había amado sin saberlo y al que extrañaba en silencio, incapaz todavía de admitirlo. No sabía qué sentir o como pensar, su mente era un mundo de preguntas, sin aparente respuesta:
¿Dónde estaba?
¿Cómo era posible que ese chico estuviera ahí con él?
¿Qué clase de sueño retorcido y cruel podía ser ese?
Pero sobretodo...¿Quién lo odiaba tanto cómo para torturarlo de esta forma?
— ¡¿Morina... ga?!— la voz se le quebró, y su entereza se acabó.
La poca fuerza que reunió, se esfumó de solo ver a aquel chico de frente. Los ojos del mayor se humedecieron, sus manos temblaron y sus piernas flaquearon, haciéndole caer de rodillas bruscamente, respirando agitado y con su cabeza hecha un lío.
Al verle en el suelo Morinaga se acercó, lo observó desorientado y con una mano sobre sus ojos. Se aproximó lentamente para no asustarlo y lo sujetó firme contra su pecho; sus largos brazos aprisionan su cuerpo y la cabeza del pelilargo encajó perfectamente entre ellos.
— "¿Porqué?... ¿Cuándo?... "Yo... Yo no sé..." —
Por instinto... un puro y sincero instinto, Souichi respondió al abrazo, envolviendo sus brazos en la cintura de aquel ente que le estaba engañado, tomando la forma de un ser al que por más que quiera, nunca podría rechazarlo.
Sentir la calidez de ese cuerpo y aspirar la fuente de ese aroma que lo desquiciaba siempre ha sido su perdición; y está no había sido la excepción.
¿Porqué no disfrutar de un momento de locura cuando esté te hace feliz?
— Ya, ya... Tranquilo... Seguramente el golpe en tu cabeza te afectó... Dime, ¿recuerdas que sucedió?... —
Hablaban abrazados en el piso hincados como estaban; Souichi había dejado de temblar y respiraba tranquilo de esa forma, Morinaga fue capaz de sentir la disminución de su acelerado corazón debido a la cercanía, y se alegró de eso, aquel hombre en sus brazos era como un dulce niño perdido, felíz de haber vuelto al hogar.
— Te desvaneciste a la salida del aeropuerto de forma repentina... Un agentes de seguridad te encontró y te llevaron a una sala de emergencias... Me llamaron y después de que los médicos asegurarán que todo estaba bien, te trajimos a casa... Dijeron que estarías inconsciente algunos días por la contusión y el jet lag ... Seguramente no comiste nada durante tu viaje, así que no se me hizo raro que llegaras a esos extremos... Si no es en casa o estás estresado no comes nada y eso no es bueno Sempai... —

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Un hombre exitoso
Fiksi PenggemarSouichi Tatsumi, es un hombre exitoso... Socio de una empresa farmacéutica, jefe de miles de trabajadores; su rígido carácter y orgullo lo han hecho distante, intolerante y hasta cruel a la vista de todo el mundo. Un hombre con mirada de hielo y dec...