Omake 1

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- Aaa- aaa... Chuuuu -

Se escuchaba a lo lejos un estornudo disimulado que provenía de la cocina de aquel departamento en el que Morinaga Tetsuhiro había compartido los mejores meses de su vida junto a su querido Senpai, ya casi un año juntos, parecía un sueño del que no quería despertar.

- Tengo que evitar estornudar frente a senpai... no quiero enfermarlo... Pero con este frío es un poco... Imposible - terminó lloriqueando encima de la cebolla, el apio y el nabo que estaba picando, ingredientes indispensable para el delicioso Nabemono improvisado que ideó cocinar apenas y abrió la puerta de su refrigerador. A pesar de que afuera estaban a unos agradables 25°, de un soleado día de verano, el recinto que era su hogar desde hace unos días se mantenía a no más de 18° a petición de su abochornado compañero.

- Aaa- aaa... Chuuuu - volvía a estornudar y a moquear, puesto que aquel helado ambiente le hacía titiritar hasta los dientes.

- Debo ser fuerte y superar esta prueba... ¡Ésto no es nada! - se decía a si mismo con una mirada llena de determinación hasta que miro el reloj que marcaba la hora en el marco de entrada de su acogedora cocina; atrás quedó la época en que aquel espacio estaba nuevo y el refrigerador estaba lleno de comida congelada y poco nutritiva.

- ¡Ohhh no ya es muy tarde! Si no me apresuro Mizuno San me va a matar... De nuevo -

Y así se dispuso a picar, hervir y sasonar aquel estofado energetizante especialmente hecho para su Senpai.
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En las últimas semanas, el tiempo era algo que no estaba a su favor; muchas cosas que atender y pequeñas crisis laborales requerían que desviara su atención de su pelilargo favorito en todo el mundo.

El peliazul se había levantado muy temprano aquel día, cómo todos los otros días, poco importaba lo tarde que se dormía a consecuencia de los arrumacos nocturnos que se habían vuelto frecuentes entre ellos desde que Morinaga se había mudado al departamento; Senpai se había vuelto más sincero con sus necesidades físicas y Tetsuhiro se había hecho más desvergonzado en sus avances, cómo no veía rechazos tajantes él aprovechaba y recuperaba todo el tiempo que habían perdido y aunque Senpai no paraba de recriminar sus excesos, las quejas usualmente aparecían después de que todo estaba consumado.

Más que cansado, en aquel momento Tetsuhiro se encontraba resfriado debido al aire acondicionado, el cual no se apagaba ni en el día mucho menos en la noche, momentos en que Souichi más calor sentía:

- Es tu culpa... Hace calor y tú te me pegas haciendo que sienta un calor todavía más sofocante - repartía culpas con toda propiedad.

Pero Morinaga ya no le daba tanta importancia a aquello, todas las mañanas amanecía con una sonrisa de oreja a oreja que le hacía aguantar todo lo que el día trajera consigo; tener a Senpai a su lado y dormír con su delicioso aroma cada noche eran lo suficientemente fuertes como para hacerle sentir que podía ganar cualquier pelea contra el mundo.

Justo en ese momento, se encontraba muy afanoso cocinando un sustancioso desayuno algo apresurado, que desprendía un agradable aroma que se esparcía más allá de la cocina; el olor era tan fuerte y atrayente que fue capaz de atraer a cierto quejumbroso, acalorado y recién levantado pelilargo:

- ¡Hace calor! - llegaba todo despeinado, quejándose a grito abierto: - ¿Porqué tan temprano hace tanto calor? - a pesar del calor que se incentivaba en aquel lugar, se acercaba a la estufa a olisquear lo que su kohai preparaba.

Intento negarlo mil veces, pero la realidad era que el olor y sabor de la comida preparada por ese hombre era un placer sólo comparado con...

- Senpai... ¿Que haces aquí?... Te pedí que esperarás en la recámara... Necesitas descansar y... -

Un hombre exitosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora