Repitiendo Patrones

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Espero alguien todavía siga está historia, si es así de antemano muchas gracias.

No fue un capítulo sencillo, pero espero no les aburra demasiado.
Espero sus comentarios y reclamos...

Más aclaraciones no se hacen necesarias, a excepción de que esto no es un angs y tendrá un bonito final.

Sin más que decir...
Gracias por la oportunidad

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Morinaga empezó a cerrar la puerta con calma, sin dramas y sin reproches; bajo a Yura al piso y se lo encargo a su pequeña hija, quien estaba aferrada a su pierna, y gustosa acepto la encomienda, llevándose a su hermano de regreso por el corto camino a la sala.

Contempló por un instante más esa oscuridad fuera de su hogar, viendo con tristeza cómo la mitad de su corazón se había escapado justo frente a sus ojos; estaba decepcionado y le dolía en el alma, pero pesaba más la frustración de no poder ir tras él, detenerlo y traerlo de regreso.

Terminó de cerrar la puerta cuando vió la otra mitad de su corazón en esos dos pequeños por los que se contuvo de salir corriendo; por ahora esos infantes lo necesitaban más que el tirano fugitivo que tenían por madre; ellos seguían ahí, confiados a la seguridad de su hogar y la protección que su padre les daba; Himawari lo miró con su linda sonrisa de sol, aunque con semblante preocupada de lo que ese alien le estaba haciendo a su familia.

Morinaga jamás pensó que sus hijos tuvieran que presenciar el mal carácter de su madre; después de los embarazos, muchos de los defectos en la personalidad de su "por fin" esposo se habían matizado, se habían pulido a base de amor, esfuerzo y paciencia. Seguía siendo el mismo hombre fuerte, aguerrido, orgulloso y honorable del que se enamoró, pero ahora dejaba salir más fácilmente el amor y la devoción que sentía por la familia que con tanto esfuerzo formaron entre los dos.

El tirano obstinado que conoció, se había convertido en un amoroso hombre capaz de demostrar el infinito amor que tenía por los hijos que concibió, sin dejar de ser el tirano del que se enamoró.

Morinaga nunca pensó en que un día volvería a presenciar de tan drástica manera esa indecisión, ese mal carácter, esa negativa forma de pensar y de contenerse; nunca creyó que volvería a enfrentarse a los miedos y complejos de Souichi, esos que tantas veces le rompieron las ilusiones y anhelos de una vida juntos.

Pero con estos actos que se acababan de suscitar, se dio cuenta con pesar que se había equivocado nuevamente al creer que Souichi podía cambiar. Estaba sumamente dolido, no por la huida, sino por darse cuenta de la dolorosa verdad... tuvo que escucharlo de su boca para poder creer que realmente él nunca quiso tener la familia que ahora compartían.

Se sintió peor al darse cuenta de tan dramática forma de que quizá una vez más forzó a su querido senpai, al haberse aprovecharse de su generosidad.

Pero ahora no podía ser igual que tantas otras veces, y aunque lo amara con todo su ser, no se dejaría amedrentar, ni mucho menos dejaría que los pequeños se dieran cuenta o sufrieran ningún tipo de rechazo.

Sabía que sus hijos eran fuertes, pero seguían siendo pequeños y debían ser atesorados como lo que eran: niños que merecen amor y un hogar que les dé abrigo y protección.

Tetsuhiro tenía claro lo que tenía que hacer: proteger a sus hijos; él sería ese escudo protector en contra de un mundo que todavía era intolerante y cruel con lo que no conocía, ni quería entender; estaba dispuesto a protegerlos de todo aquel que siquiera pensará en menospreciarlos.

Un hombre exitosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora