Llegué a la habitación y me tiré en la cama estirando los brazos. Estaba demasiado cansada y me caía del sueño. Aunque, debo admitir que quizás podría encontrarme en peores situaciones, al menos tengo una cama en la que recostarme.
Mis ganas de asistir a ese baile eran mínimas, no conocería a nadie y sería como la carnada del evento. Un montón de seres carentes de vida se disputarían entre quién se bebería mi sangre mientras olfatean el aroma que corre entre mis venas.
No comprendía, mientras miraba el techo, cómo la vida no dejaba de sorprenderme, Joaquín se encontraba también allí, no lo habría esperado jamás, definitivamente cualquier cosa podía suceder en este mundo, tanto como para encontrarte en una cárcel de vampiros con quien solía ser tu enemigo.
Me siento pequeña en la habitación, de repente siento que los peores momentos son cuando no está Kilian, y no por cómo es él, sino por cómo funciona mi mente cuando no está él para distraerla. No puedo y desearía poder evitar cuestionarme si en realidad estoy viva, no comprendo aunque tenga todas las pruebas, cómo todo esto me está sucediendo, se escapa de mi entendimiento y las cosas que se escapan de mi entendimiento me hacen un mal increíble, que me daña internamente, yo misma me daño sin necesidad de exteriores, me baño en dolor y siento que me estalla la mente, no tengo capacidad para tantos pensamientos, para darle tanta vuelta al asunto. Soy consciente de que debería ser más inconsciente respecto a todo lo que sucede a mi alrededor, porque acabaré loca, sea en mi locura, en mi muerte o en mi realidad.
Luego de estar durante varios minutos en ese trance de pensamientos con la vista hacia el techo llegó Kilian.
—¿Qué esperas para bañarte y vestirte? —preguntó mientras se sacaba la gabardina.
—No sé, tal vez que hadas mágicas vengan y me digan que soy hija de un elfo, nada del otro mundo —dije.
Él rió y yo puse los ojos en blanco.
—¿Qué dicen las inscripciones en latín de la entrada y el espejo? —recordé que debía preguntarle.
—“Sanguinem bibentis iacet in perpetuum hic”, dice la de la entrada, y significa “El bebedor de sangre yace aquí por siempre”, y las del espejo “Mors est tam arctam pro vobis et nimis a nobis longingumm” significa “la muerte está tan cerca de ti y muy lejos de nosotros”.
—Es bastante acertado, ya que la muerta está muy cerca de mí —dije.
—Hay más inscripciones en el resto del castillo, ya las descubrirás y sabrás entenderlas cuando aprendas latín.
—¿Cuándo qué? —pregunté.
—Cuando aprendas latín.
—¿Voy a aprender latín?
—Oh, parece que no me explico muy bien o no escuchas bien.
—No soy tonta, es que no veo la necesidad de aprender latín —dije sentándome.
—No veo la necesidad de no hacerlo, a menos que hagas algo durante la noche —dijo acercándose a mí.
—No, no tengo nada que hacer porque me lo impiden.
—¿Segura? Hay cosas que no podría impedirte Luna—dijo con su voz atercipelada acercándose cada vez más.
—Muy segura —dije sin apartarme-. Además, no pretendo quedarme mucho tiempo aquí.
—Por siempre es un tiempo muy largo querida.
A quién quiero mentirle, por dentro estaba saltando, bailando, corriendo, gritando y tirándome de un edificio para lograr aguantar la tentación. Temía ponerme boba y decir algo que no debía, o hacer algo inadecuado. Pero tampoco me salía decirle que se alejara de mí, malditos vampiros y sus encantos. Se acercó tanto que ya no podía ni respirar para poder aguantarme. Los ojos se me llenaban de lagrimas y el corazón me latía más rápido que nunca, mis ojos se desviaban de los suyos para mirar sus labios y sufría para poder apartarlos, en realidad intentaba no verlo, era hermoso, ¿Por qué? ¿Por qué a mí?, no podía existir algo tan perfecto en el mundo, maldición. Llegó un momento en que no aguanté más y aparté la mirada de él. Pero Kilian se acercó a mí por completo, me agarró de la cintura y hundió su rostro entre mi cabello. «Demonios, ¿Qué estoy haciendo?» pensé. Ah, pero no podía negarme a mi misma que me gustaba esa situación. Fue pegando su cuerpo al mío a medida que me iba tirando hacia atrás y de alguna forma terminamos acostados, él arriba mío, mientras nos besábamos apasionadamente. «Oh Luna, debes reaccionar» Me dije por dentro. No podía parar, no me había buscado esa situación, mi cuerpo se prendía fuego con el contacto de su piel helada ¿Por qué? Al final, algo en mí reacciono y lo empujé apartándolo de mí.
— Maldito hijo de... —empecé decir.
Ese no es el vocabulario de una dama.
— No me importa, puedo hablar como quiera —respondí mientras le daba la espalda.
La ventana estaba abierta y la luna iluminaba toda la habitación. Sentí sus pasos acercándose a mí.
— Te espero abajo. — Me susurró de forma seductora al oído, un escalofrió me recorrió por completo de arriba abajo la espalda y me sentí mal por esas sensaciones inconscientes e incontrolables.
Entré al baño, abrí las canillas de la ducha. Aunque normalmente el agua tibia lograba calmarme y aclarar mi mente, ahora ni estar en el lugar más hermoso y tranquilo del mundo escuchando música clásica me ayudaría. Intentaba alejar los pensamientos relacionados a Kilian, pero no lo lograba, era en vano querer alejarlo, pero si admitía que no era controlable estaría perdida.
Al salir, encontré un vestido tendido en la cama. Era excéntrico, llamativo, elegante y sensual. De color negro y rojo, el corset tenía como unos pequeños diamantes incrustados en el escote corazón, la falda era de dos capas, una roja color bordo y otra que caía encima de color negro y encaje que se abría a la mitad al frente para mostrar la de abajo. Al lado del vestido había un sobre y dentro del sobre una carta, la cual decía:
“Usa este vestido para mí, deseo verte reluciente como siempre en esta noche, donde luego de mucho tiempo nos reencontraremos.”
No logré entender el mensaje, “luego de mucho tiempo nos reencontraremos”, había visto a Kilian 10 minutos atrás, el vampiro comenzaba a parecer cada vez más raro y yo empezaba a cuestionarme cada vez más su cordura.
También, en la mesa donde antes había dejado el libro, había un antifaz de plumas negro con lentejuelas rojas. Lástima que ni la más bella máscara puede ocultarme.
El vestido me quedó perfecto. Me recogí el cabello en una coleta dejando que algunos mechones cayeran sobre mi rostro. Me maquillé de acorde a los colores del vestido, añadí algunos accesorios como unos pendientes de diamantes que había en una pequeña caja y el collar de la letra “L” que mi abuelo Henry me había regalado en mi cumpleaños numero dieciséis. Me puse los zapatos y salí.
Hilarión estaba apoyado en la pared al lado de la puerta. Llevaba un traje de gala negro, el pelo atado y un antifaz del mismo color que el traje. Besó mi mano y me ofreció el brazo.
— Kilian tuvo que ausentarse un rato — dijo mientras caminábamos lentamente.
—¿Qué? ¿Es tonto? ¡Le dije que debía estar aquí! — protesté furiosa, al fin y al cabo, no me escuchaba nunca
—Johanna no está, no sabemos adónde fue. Lucrezia, Asderel y Stefan lo acompañaron en su búsqueda y Kilian me pidió que me quedara contigo y te cuidara.
—Puedo cuidarme sola —dije parando y mirándolo seriamente.
— Lo sé.
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The Bloody Moon: The Vampire Army (COMPLETO)
VampireLuna es una joven de 19 años que lleva una vida completamente normal hasta que un día es reclutada por Kilian para ser parte del ejército de vampiros en la batalla contra un poderoso mago. Luna descubrirá cosas que no sabía de ella, conocerá que e...