Capítulo 12: Entiérrame viva

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  Llegué a la habitación y me tiré en la cama estirando los brazos. Estaba demasiado cansada y me caía del sueño. Aunque, debo admitir que quizás podría encontrarme en peores situaciones, al menos tengo una cama en la que recostarme.

  Mis ganas de asistir a ese baile eran mínimas, no conocería a nadie y sería como la carnada del evento. Un montón de seres carentes de vida se disputarían entre quién se bebería mi sangre mientras olfatean el aroma que corre entre mis venas.

  No comprendía, mientras miraba el techo, cómo la vida no dejaba de sorprenderme, Joaquín se encontraba también allí, no lo habría esperado jamás, definitivamente cualquier cosa podía suceder en este mundo, tanto como para encontrarte en una cárcel de vampiros con quien solía ser tu enemigo.

  Me siento pequeña en la habitación, de repente siento que los peores momentos son cuando no está Kilian, y no por cómo es él, sino por cómo funciona mi mente cuando no está él para distraerla. No puedo y desearía poder evitar cuestionarme si en realidad estoy viva, no comprendo aunque tenga todas las pruebas, cómo todo esto me está sucediendo, se escapa de mi entendimiento y las cosas que se escapan de mi entendimiento me hacen un mal increíble, que me daña internamente, yo misma me daño sin necesidad de exteriores, me baño en dolor y siento que me estalla la mente, no tengo capacidad para tantos pensamientos, para darle tanta vuelta al asunto. Soy consciente de que debería ser más inconsciente respecto a todo lo que sucede a mi alrededor, porque acabaré loca, sea en mi locura, en mi muerte o en mi realidad.

  Luego de estar durante varios minutos en ese trance de pensamientos con la vista hacia el techo llegó Kilian.

  —¿Qué esperas para bañarte y vestirte? —preguntó mientras se sacaba la gabardina.

  —No sé, tal vez que hadas mágicas vengan y me digan que soy hija de un elfo, nada del otro mundo —dije.

  Él rió y yo puse los ojos en blanco.

  —¿Qué dicen las inscripciones en latín de la entrada y el espejo? —recordé que debía preguntarle.

  —“Sanguinem bibentis iacet in perpetuum hic”, dice la de la entrada, y significa “El bebedor de sangre yace aquí por siempre”, y las del espejo “Mors est tam arctam pro vobis et nimis a nobis longingumm” significa “la muerte está tan cerca de ti y muy lejos de nosotros”.

  —Es bastante acertado, ya que la muerta está muy cerca de mí —dije.

  —Hay más inscripciones en el resto del castillo, ya las descubrirás y sabrás entenderlas cuando aprendas latín.

  —¿Cuándo qué? —pregunté.

  —Cuando aprendas latín.

  —¿Voy a aprender latín?

  —Oh, parece que no me explico muy bien o no escuchas bien.

  —No soy tonta, es que no veo la necesidad de aprender latín —dije sentándome.

  —No veo la necesidad de no hacerlo, a menos que hagas algo durante la noche —dijo acercándose a mí.

  —No, no tengo nada que hacer porque me lo impiden.

  —¿Segura? Hay cosas que no podría impedirte Luna—dijo con su voz atercipelada acercándose cada vez más.

  —Muy segura —dije sin apartarme-. Además, no pretendo quedarme mucho tiempo aquí.

  —Por siempre es un tiempo muy largo querida.

  A  quién  quiero  mentirle,  por  dentro  estaba  saltando,  bailando,  corriendo,  gritando  y tirándome  de  un  edificio  para  lograr  aguantar la tentación.  Temía  ponerme  boba  y  decir  algo  que  no debía,  o  hacer  algo  inadecuado.  Pero  tampoco  me  salía  decirle  que  se  alejara  de  mí, malditos  vampiros  y  sus encantos.  Se  acercó  tanto  que  ya  no  podía  ni  respirar  para  poder aguantarme.  Los  ojos  se  me llenaban  de  lagrimas  y  el  corazón  me latía  más  rápido  que nunca,  mis  ojos  se  desviaban  de  los  suyos para  mirar  sus  labios  y  sufría  para  poder apartarlos,  en  realidad  intentaba  no  verlo,  era  hermoso,  ¿Por  qué?  ¿Por  qué  a  mí?,  no  podía existir  algo  tan  perfecto  en  el  mundo,  maldición.  Llegó  un  momento  en  que  no  aguanté  más y  aparté  la  mirada  de  él. Pero  Kilian  se  acercó  a  mí por completo, me agarró  de  la  cintura  y hundió  su  rostro  entre  mi  cabello. «Demonios,  ¿Qué  estoy  haciendo?»  pensé.  Ah,  pero  no  podía  negarme  a  mi  misma que  me gustaba  esa  situación.  Fue pegando su cuerpo al mío a medida que me iba tirando hacia atrás y de  alguna  forma  terminamos  acostados,  él  arriba  mío, mientras nos besábamos apasionadamente. «Oh  Luna,  debes  reaccionar»  Me  dije  por  dentro.  No  podía  parar,  no  me  había  buscado  esa situación, mi cuerpo se prendía fuego con el contacto de su piel helada  ¿Por  qué? Al  final,  algo  en  mí  reacciono  y  lo  empujé  apartándolo  de  mí.

  — Maldito  hijo  de... —empecé  decir.

  Ese  no  es  el  vocabulario  de  una  dama.

  — No  me importa, puedo  hablar  como  quiera —respondí  mientras  le  daba  la  espalda.

  La  ventana  estaba  abierta  y la  luna  iluminaba  toda  la  habitación.  Sentí  sus  pasos acercándose  a  mí.

  — Te  espero  abajo. — Me susurró  de  forma  seductora  al  oído,  un  escalofrió  me  recorrió por completo de arriba abajo la espalda y me sentí mal por esas sensaciones inconscientes e incontrolables.

  Entré  al  baño,  abrí  las  canillas  de  la  ducha.  Aunque  normalmente  el  agua  tibia  lograba calmarme  y  aclarar  mi  mente,  ahora  ni  estar  en  el  lugar  más  hermoso  y  tranquilo  del  mundo escuchando  música  clásica  me  ayudaría.  Intentaba  alejar  los  pensamientos  relacionados a Kilian, pero  no  lo  lograba, era en vano querer alejarlo, pero si admitía que no era controlable estaría perdida.

  Al  salir,  encontré  un  vestido  tendido  en  la  cama.  Era  excéntrico,  llamativo,  elegante  y sensual.  De  color  negro  y  rojo,  el  corset  tenía  como  unos  pequeños  diamantes  incrustados en el  escote  corazón,  la  falda  era  de dos  capas,  una  roja  color  bordo  y  otra  que  caía  encima de  color  negro  y  encaje  que  se  abría  a  la  mitad  al  frente  para  mostrar  la  de  abajo.  Al  lado  del vestido  había  un  sobre  y  dentro  del  sobre  una  carta,  la  cual  decía:

  “Usa este vestido para mí, deseo verte reluciente como siempre en esta noche, donde luego de mucho tiempo nos reencontraremos.”

  No  logré  entender  el  mensaje,  “luego  de  mucho  tiempo  nos  reencontraremos”,  había  visto a  Kilian  10  minutos  atrás,  el  vampiro  comenzaba  a  parecer  cada  vez  más  raro y yo empezaba a cuestionarme  cada  vez  más  su  cordura.

  También,  en  la  mesa  donde  antes  había  dejado  el  libro,  había  un  antifaz  de  plumas  negro con  lentejuelas  rojas. Lástima que ni la más bella máscara puede ocultarme.

  El  vestido  me  quedó  perfecto.  Me  recogí  el  cabello  en  una  coleta  dejando  que  algunos mechones cayeran  sobre  mi rostro.  Me  maquillé  de  acorde a los colores  del  vestido, añadí  algunos  accesorios  como  unos  pendientes  de  diamantes  que  había  en  una  pequeña caja  y  el  collar  de  la  letra  “L”  que  mi  abuelo  Henry  me  había  regalado  en  mi  cumpleaños numero dieciséis.  Me  puse  los  zapatos  y  salí.

  Hilarión  estaba  apoyado  en  la  pared  al  lado  de  la  puerta.  Llevaba  un  traje  de  gala  negro,  el pelo  atado  y  un  antifaz  del  mismo  color  que  el  traje.  Besó  mi  mano  y  me  ofreció  el  brazo.

  — Kilian  tuvo  que  ausentarse  un  rato — dijo  mientras  caminábamos  lentamente.

  —¿Qué?  ¿Es  tonto?  ¡Le  dije  que  debía  estar  aquí! — protesté  furiosa,  al  fin  y  al  cabo, no me escuchaba nunca

  —Johanna  no  está,  no  sabemos  adónde  fue.  Lucrezia,  Asderel  y  Stefan  lo  acompañaron  en su  búsqueda y  Kilian  me pidió  que  me  quedara  contigo  y te  cuidara.

   —Puedo  cuidarme  sola —dije parando y mirándolo seriamente.

  — Lo sé.

The Bloody Moon: The Vampire Army (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora