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Me duele terriblemente la cabeza, no puedo creer todo lo que siento en mi cuerpo, definitivamente ayer tuve sexo. Me acuerdo de todo lo que pasó y que rico. Es divertido hacer fiestas cada viernes. Trato de levantarme para ir a vomitar pero un brazo me lo impide.

– Oh, ¿pero quién eres tú, hermosura? – Veo el cuerpo de un hombre desnudo del torso en mi cama, quito el cojín de su cabeza y maldita sea. – ¡Ragnor infeliz mal nacido! ¿Qué carajos haces en mi cama semi desnudo? – Grito y me cubro la cabeza con mis manos como si eso me quitara el dolor, se remueve quejándose y lo empujo.

– Estúpido, cállate, mi cabeza me está matando. – Se toca la cabeza y se sienta en la cama. – Después de que cogieras como vil conejo y que todos se fueran, me vine a dormir. – Recuerdo todo y vaya que fue una buena noche.

– Quiero vomitar, haz el desayuno y el café.

– No soy tu esposa, estúpido. – Me paro de la cama como vine a la vida. Nunca me ha importado exhibirme y menos con mi mejor amigo que me ha acompañado en todo momento de mi vida.

Después de vomitar, bañarme, maquillarme y vestirme con mi fabulosa ropa, voy a la cocina donde Ragnor ya tiene todo preparado para nuestra resaca.

– Camille no ha parado de mandarme mensajes al igual que Richard. Que aburrido.

– Eso es tu culpa, te acuestas con ellos y ni te acuerdas de nada. – Me encanta el sexo, lo reconozco, pero solo es eso. Sexo. Así que no, nunca me acuerdo porque no me importa.

– Soy irresistible y eso no es mi culpa. – Ragnor puso los ojos en blanco y cuando iba a replicar el timbre de mi departamento sonó.

– ¿Esperabas a alguien hoy? – Pregunta con extrañeza, a mi casa nadie viene y él lo sabe.

– No que yo recuer... Oh carajo. Mis padres. Olvide que venían hoy. – Volteo a ver todo mi departamento deshecho por la fiesta anterior. Me van a matar. Recordatorio. Poner los recordatorios en un lugar específico para recordarlos.

– Magnus, sabemos que estás ahí, al igual que tu mejor amigo. Abre la puerta, tenemos que hablar. – La imponente voz de mi padre me hace saltar y puedo jurar que algo malo está punto de pasar.

– Ni modo amigo, los tendrás que enfrentar, me tengo que ir al trabajo. – Ragnor abre la puerta principal, los saluda y se despide educadamente dejándolos pasar. Maldito traidor.

– Veo que te llevaste una gran fiesta... De nuevo. – Mi madre también está enojada. Rayos.

– Si bueno, no me dio mucho tiempo de limpiar.

– Eso siempre te pasa Magnus. Tenemos que decirte algo importante. – Entre la preocupación y el enojo de mi padre, veo más la preocupación. – Sabes que tener un trabajo como el que tenemos es peligroso. Hay que ser muy responsables y cuidadosos en una familia de negocios.

– Pero no es como que estemos haciendo algo malo, solo vendemos productos alimenticios.

– Sí pero somos una de las empresas que más vende. – Dijo mi padre obviando el asunto. – Y con ésta vida que llevas no sé en qué clase de manos quedará la compañía principal y mucho menos lo que te pueda pasar si no te cuidas.

– Pero yo no quiero quedarme con la compañía.

– Bueno entonces ¿qué quieres hacer hijo? No te la puedes pasar tomando cada viernes, el promedio que llevas no te ayudará para nada en el futuro. – Ruedo los ojos con lo que me dice mi mamá.

– No sé, me gusta la vida que llevo. Podría vivir solo aquí esperando a ver qué pasa ¿no? – Me di media vuelta con una sonrisa.

– ¡Magnus! No te seguiremos dando todos estos lujos sin darnos nada cambio. No trabajas, no te esfuerzas en la escuela y solo desperdicias todo lo que te damos. No sabes lo que es la vida y no quieres aprender.

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora