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Hace más de media hora que se fue Izzy, hace más de media hora que terminamos de cenar y hace más de media hora que Alexander ¡no me habla! El sonrojo sigue ahí a su décima potencia y no entiendo por qué es tan difícil explicarme algo tan básico que a la vez es extraño.

– Si bueno... – Me siento junto a él en el sillón. – Creo que no pasa nada si dices algo, soldado. – Voltea verme con compasión. – Esa mirada de cría buscando a su madre, no funcionará en éste momento. – Digo con una sonrisa, se ve tan tierno a pesar de tanto músculo y esa cara de piedra.

– Si te platico ¿prometes no reírte? – Dijo seriamente pero con vergüenza.

– Prometo que trataré. – Contesto con un guiño que lo hace suspirar.

– Bien pues, desde niño nunca me ha gustado el contacto físico por alguna extraña razón, me da ansía sentir la piel de alguien más aunque haga contacto por encima de la ropa. – Su timidez me matará y controlo una sonrisa de diversión que quiere aparecer.

– Sigo sin entender, saludaste a mi mamá de beso, me abrazaste y me dejaste abrazarte – ¿Será alguna broma?

– Me forzo a saludar a los adultos por educación y sobre todo a tus papás que son como mis segundos padres. – Oww cosa.

– Mmm... Alexander ¿has tenido pareja alguna vez? – No sé si fue por la pregunta o por decirle su nombre completo, pero hasta de las orejas se puso rojo.

– Traté de tener, tuve dos disque novios pero después de un tiempo me terminaban porque no quería abrazarlos y mucho menos besarlos.

– ¿Y por qué si aguantas conmigo? Me haces sentir especial soldado. – Digo en forma de broma y su sonrojo se fue cambiándolo por una cara llena de seriedad.

– No me siento ansioso contigo así que sí eres especial. – Por su culpa ahora siento mis mejillas calientes.

– Y-yo... ¿Gra-gracias? – No seas idiota Magnus. Muestra una pequeña sonrisa en forma de burla, la cual me da valor para hacer lo que he querido hacer desde que lo vi sentado.

Me acerco un poco a él con su mirada sobre mí, pongo mi mano en su hombro, tensándose pero al minuto se relaja y suspira de alivio. Con todo el tiempo del mundo me siento en sus piernas, paso mi brazo por su cuello y puedo sentir su respiración en el mío. La sonrisa burlona se ha ido.

– ¿Entonces nunca has besado a alguien soldado? – No te pongas nervioso, se atrevido Bane.

– Pues me han robado besos pero al instante me quitaba y me repugnaba. – Su mirada en mis labios me confirma que conmigo tal vez no se quite.

– Bien... Entonces no te muevas. – Me acerco a su cara, cerrando sus ojos esperándome, muevo mi mano a su nuca para agarrar ligeramente su cabello; rozo ligeramente sus labios esperando a que se haga para atrás pero nunca pasó.

Pego por completo mis labios en los suyos, son realmente suaves y piden a gritos que no me aleje de ellos. Espero alguna señal de su parte para moverme, su tranquila respiración me incita a abrir un poco mis labios y con el pequeño movimiento logro separar los suyos sintiendo su rico sabor a menta.

Acaricio su cabello, su brazo me rodea por la cintura y su mano libre llega hasta mi cara con cierto temblor, su calidez me mata cada vez más, pongo mi otra mano en su mejilla caliente, inclino más mi cabeza para intensificar el beso, extraña y hermosamente siento su lengua en mi labio inferior pidiendo permiso para entrar, abro más mi boca y nuestras lenguas chocan.

Llevamos muchos minutos besándonos y maldito aire necesario, arruina los mejores momentos que nunca había sentido con alguien.

– Wow... - Es lo único que logro decir cerca de sus labios.

– Lo sé. – Le doy un casto beso cerrando nuestros ojos rápidamente.

– Para no haber besado antes, lo haces muy bien soldadito. – Su enorme sonrisa me encanta.

– Tú eres todo un experimentado alteza.

– ¿Para qué te digo que no si sí? – Me alejo un poco de él, sintiendo su brazo rodeándome aún.

– Creo que me gustas niño mimado. – Idiota. Pero... Mi idiota.

– Creo que ya no me caes mal soldado. – Nos reímos al mismo tiempo. – Entonces, prácticamente ¿solo yo te puedo tocar? – Pregunto colocando mi dedo índice en su fuerte pecho.

– Al parecer sí y también solo besar. – Me puedo acostumbrar a esto.

– Oh por supuesto que solo yo podré hacer eso último. – Sonríe antes de darme otro casto beso.

Estábamos tan tranquilos que no nos dimos cuenta en qué momento nos habíamos dormido, sus brazos rodearon completamente mi cuerpo mientras que los míos rodearon su cuello. Pero la tranquilidad fue interrumpida después de unas horas.

– Magnus, despierta rápido. – El susurro de Alec es casi audible.

– ¿Qué pa... – Antes de terminar de preguntar me tapó la boca rápidamente alterándome.

– No hagas ningún ruido. Alguien está afuera de la casa. – Quita su mano y acaricia mi mejilla para tranquilizarme. Yo no escucho nada pero me ha demostrado que confiar en él es la única opción.

Nos baja del sillón para gatear y movernos hacia la cocina, del horno saca un arma y un tipo celular, me da señales para meterme debajo de la mesa y siento un escalofrío de horror cuando se aleja de mí.

Se acerca a la puerta trasera para asomarse por la ventana pero antes de que se levante, una persona se coloca justamente ahí, tratando de observar el oscuro interior de la casa. No me había dado cuenta que no había luz, seguramente el sujeto la quitó. Alec aprieta un botón en el celular haciendo que titile un foco rojo.

– Muévanse seguramente han de estar en el segundo piso. – Se puede escuchar perfectamente la voz de un hombre.

La ventana de la sala se recorre lentamente, Alec mueve la cabeza negando y me doy cuenta que después de que Izzy se fue, no aseguramos la casa. Me muevo silenciosamente hacia él mientras que abre la puerta del pequeño cuarto de servicio, aventándome dentro de éste.

– Quédate aquí pase lo que pase, en cualquier momento Izzy vendrá a ayudarnos. – Me susurra en el oído, en lo que varios hombres logran entrar a la sala.

Alcanzo a visualizar a tres persona cuando Alexander cierra la puerta. Mis lágrimas descendieron sin darme cuenta y mi corazón se paraliza ante el primer disparo. Quiero salir pero solo sería una distracción. Varias cosas se escuchan romper y gritos de varios hombres se hacen escuchar durante la balacera dentro de la pequeña casa.

Cuando dejo de escuchar la lucha afuera, hago mi propia guerra interna por si salir del cuarto. Abro la puerta pausadamente y el aire se me va cuando veo al gran soldado en el piso cubierto de sangre y lleno de balas.



Oh que cosasss jajaj gracias por leer <3

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora