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No pues sí, estuvo feo el asunto de Camille, Valentine y su hijo, y así ¿no? Alexander se puso como loco, mandó a Sheldon a investigar a Camille para ver por qué estaban relacionados estos tres. Que no me sorprende mucho, la mala gente siempre anda junta.

Por más que le he preguntado a Alec, el por qué ese hombre anda planeando algo contra Alec, me evade totalmente. Me da besos, me empieza a abrazar o me deja totalmente en la pendeja cuando me dice "bebé". Que grandes debilidades desarrollé.

– Ya, Alexander, dime. – Trato de zafarme del gran, amoroso y delic... Bueno, su abrazo.

– Bebé en serio, no es nada importante. – Me dice pegando más mi pecho a su espalda.

– Nada de "bebé"... Además me prometiste que me ibas a decir. – Provoco que el agarre se afloje un poco. Al parecer las promesas son su debilidad.

– Bien... Es simple. – Nos lleva al sillón de la sala, me sienta en su regazo y estoy a punto de olvidar de nuevo el tema. Rayos. – Mi familia conoce a los Morgenstern más o menos el mismo tiempo que conocen a tus papás. – Hace una pausa y me abraza por la cintura. – Las tres parejas eran muy unidas y felices pero todo empeoró cuando mis papás decidieron hacer una vida de militares. Tus papás apoyaron la decisión pero Valentine no mucho; sin embargo, se distanció más cuando los tuyos se fueron de aquí a la ciudad para trabajar en su propio negocio, el cual fue exitoso. Valentine se enojó y así. – En éste momento puedo sentir mi cara de "no jodas".

– ¿Me estás diciendo que Valentine se sintió abandonado y por eso se enojó? – ¿Está en la primaria? ¿Le quitaron la pelota y se emperró o cómo?

– Pues prácticamente sí, aparte se puso peor porque su esposa pidió el divorcio, su hijo decidió quedarse con él y su hija se fue con su mamá.

– Esto es muy estúpido ¿por qué no me lo querías contar?

– Bueno es que no te he dicho lo más malo. – Que no me diga, ¿hará una rabieta? – Valentine estuvo varias veces amenazando a tus papás por un gran tiempo. Iba a sus oficinas y dejaba regalos, gritaba "malos amigos" o dejaba mensajes grotescos en su buzón. – ¿Qué rayos?

– ¿Cómo es que nunca me enteré de eso? – Pasa su mano por su nunca como tratando de pensar en qué decir.

– Pues, hasta donde sé, tus papás te estuvieron dando indirectas de los peligros pero vivías en una burbuja bebé. – Idiota Magnus.

– Ya veo ¿y a ustedes no los molestó?

– Trató pero es muy difícil que nos llegue algún mensaje y las casas se quedan solas y aseguradas.

– ¿Y no será él, el que mandado a meterse a la casa y así?

– No creo, mis papás dicen que no sería tan capaz de hacer algo así además de que no podría contratar soldados. – Hay una cierta duda en su mirada. – Pero ya que nos vio aquí, en el pueblo, supongo que solo quiere molestar sin ningún sentido.

– Bien, de cualquier forma estoy a tú cuidado. – Le doy un beso casto restándole importancia a la "situación" y sonreímos cuando nos separamos.

Su mano se posa en mi mejilla y hace una mirada que nunca había visto. Sus ojos brillan de una manera linda pero extraña, se pone serio pero no de la forma normal. Cierra sus ojos lentamente mientras me acerca a él provocándome hacer lo mismo.

Sus suaves labios, acarician los míos como nunca lo había hecho, como con mucho anhelo y... ¿Amor? No sé, es algo indescriptible pero en definitiva hermoso. No es exactamente un beso inocente pero tampoco provocativo.

– Wow. – Logro decir después de separarnos. – ¿Qué fue eso? – Mi cara está caliente y la suya ni se diga.

– No sé, solo me dieron ganas de besarte y resultó así. – Saber que sintió lo mismo que yo, me hace sentir una estampida en mi estómago.

– Nunca dejas de sorprenderme.

– Espero que de buena forma. – Me dice acercándose de nuevo a mí.

El beso siguió siendo tierno y perfecto por varios minutos, pero en algún momento, lo profundizamos. Nuestras lenguas bailaban y nuestras manos recorrían partes del cuerpo del contrario. Muerdo el labio de Alec y creo que acabo de encontrar un punto sensible.

Inmediatamente coloca sus manos en mi cintura para colocarme a horcajas en sus piernas sin romper el beso, una de mis manos vaga por la curva de su cuello y con la otra jalo ligeramente su cabello. Sus manos se colocan justo por encima de mi trasero.

Estoy a punto de perder la poca cordura cuando siento sus grandes y fuertes manos en mi cintura debajo de mí playera, y solo por instinto, hago un movimiento con mi cadera, haciendo rozar nuestras ahora muy relucientes, erecciones.

– Ah... Alec, amor... – Sus besos descienden por mi cuello. – Debemos p-parar antes de que p-pase algo más. – Se separa unos centímetros para verme con duda en su mirada.

– ¿Tú no quieres que pase algo aún? – No sé si besarlo o solo dejar que me folle por su voz ronca de la excitación.

– Oh mi amor... Créeme que ya nos he imaginado indecentemente muchas veces. – Su sonrojo se intensifica. – Es solo que no quiero apresurar las cosas si no estás seguro. – Baja su mirada en forma de comprensión.

– Lo entiendo, vamos a comer algo. – Me bajo de su regazo; casi me arrepiento al instante de mi decisión, cuando siento un ligero dolor en mi entrepierna. Maldita sea.

Después de preparar algo, Izzy y Sergio llegaron, la casa se cerró un segundo después. Todos nos sentamos y pasó lo peor que pudo haber pasado. Alexander y yo nos lanzábamos miradas de "tráganos tierra" por la pareja de tórtolos.

– No está muy lindo que digamos ver a mi hermana y a su pareja besuqueándose a mitad de la comida. – Gracias ángel, deténganse.

– Ay hermano mayor, ustedes estarían igual si quisieran. – La cara de Alec se pone roja y sé que pensó en lo que estuvimos a punto de hacer en el sillón. – ¡Oh por el ángel! ¡Ya lo hicieron! – Grita Izzy con euforia.

– ¡¿Qué?! ¡No! – Decimos al unísono mi soldado y yo.

– Ash que lástima, no pasa nada si lo hacen, se nota el amor entre ustedes, chicos. – ¿En serio? ¿Deberíamos?

– Yo me voy, les toca lavar a ustedes. – Dice Alec molesto. Me despido también con una sonrisa antes de que sigan con su sesión de besos.

– ¿Te enojaste? – Le pregunté en cuanto entré al cuarto, sin darme cuenta que estaba sin camisa. No por favor, o sea sí pero... Agh... Mi juicio se está perdiendo.

– No exactamente, solo estoy cansado, mañana investigaremos más cosas. Vamos a dormir.

Las dos de la mañana y yo con insomnio, su abdomen, sus músculos, su erección entre mis piernas, no dejan de pasar imágenes por mí cabeza; no se escucha nada más que nuestras respiraciones, la de Alec está tranquila y la mía... Bueno yo me siento en un horno. Siento la mano de mi soldado en mi espalda y me prende aún más.

– Magnus, estás ardiendo ¿estás bien? – Su cálida y a la vez raposa voz del sueño, me excita más de manera automática. Me voltea y sus ojos de preocupación me dan toda la confianza de hacer lo que nunca había hecho.

– A la mierda. Te amo. – Me impulso hacia él, su sorpresa cambia después de unos segundos para corresponderme el candente beso y no podría estar más decidido ésta noche.



Estoy que muero de gripe y los exámenes me están matando D: Peeero, aquí un capítulo más, espero que les haya gustado :)) Gracias por leer ^^

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora