- 18 - Epílogo

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La policía llegó después de unos minutos y esposó a los tres tipos para después llevárselos en diferentes patrullas.

– Te dije que no dejaras que te dispararan. – Alec me atrajo a sus brazos.

– Y yo te dije que te cuidaría.

Sé que estaba algo enojado pero como siempre, el miedo estaba más presente entre nosotros.

No miedo a los tipos que nos atacaran, sino a que se mueriera uno de nosotros. Es una asquerosa sensación.

– Alec, papá vino conmigo. – Jace nos hizo separarnos ligeramente. Alec asintió.

Tomándonos de las manos, salimos a la calle principal. La gente no había visto el espectáculo que hicimos pero sí que se juntaron cuando terminó.

– Alec, hijo ¿qué ha pasado? – Un hombre robusto y con cara de roca se acercó a mi novio.

¿"Hijo"?.... Ah, es mi suegro. Maldita sea con los Lightwood. ¿No hay nadie tierno en la familia?

– Papá, era obvio que Valentine estuviera atrás de todo esto. – Dijo mi soldado con molestia.

– Nunca lo creí capaz Alec, éramos muy buenos amigos.

– Vaya amigo. – Dije en un susurro.

– Tú debes ser Magnus Bane. – Bien Magnus, hablaste de más enfrente de tu suegro militar. – Y pareja de mi hijo mayor, tengo entendido.

– Sí, mucho gusto Sr. Lightwood.

– Oh por favor, dime Robert, yo te llegué a cambiar pañales. – Dijo con una ligera sonrisa.

– Esto no ha terminado papá. – Era evidente que Alec conseguiría hasta el último hombre que nos haya querido dañar.

– Lo sé. Mi gente se ha movilizado al lugar donde se encuentran actualmente los Morgenstern.

– ¿Qué haremos con todo este caso? Merecen ser encerrados. – La potente voz de Izzy apareció.

– También me da gusto verte hija. – Dijo Robert con sarcasmo.

Esta era una familia unida, como la mía. Estaba hecha de amor y respeto. Me faltaba conocerlos más pero de alguna manera, ya sentía que tenía otra familia desde hacía años.

Después de dos semanas, Valentine fue llevado a juicio junto con su hijo y toda la bola de hombres que trabajaban para él.

Cerraron el lugar que usaban de laboratorio, después de haber descubierto lo que producían en su pequeña "empresa".

Detuvieron a cada hombre y hasta mujer que participó en cualquier trabajo sucio.

Contando a Camille y a Imasu. Por habernos ayudado y demostrar que no habían hecho tanto daño, les dieron poco tiempo de estadía en la cárcel.

***

La pesadilla había acabado. Mientras que comenzaba otra para mí.

– Por favor, necesito que regreses. – Estaba a punto de llorar.

– Por supuesto que lo haré, mira lo que tengo esperándome. – Pasó sus manos por mi nuca y pegó nuestras frentes.

Sentía que sudaba frío. Alec se iba, por un tiempo indefinido.

Su padre le dijo que podría quedarse conmigo el tiempo que quisiera, pero que antes, tenía que ir a ciertos lugares para ayudar; ya que, les faltaban hombres.

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora