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Desperté con algo de calor, no era sofocante, sino muy cálido. Fue extraño sentir el brazo de Alexander envolviéndome por la cintura, con algo de fuerza sin necesidad de lastimarme, se siente muy protector.

Trato de salirme del acogedor abrazo, pero me jala más hacia él. ¿Será que es de las personas que duerme abrazando algo? Parece un hombre solitario, a lo mejor solo está acostumbrado a abrazar a su almohada.

Después de varios intentos de escapar, me doy por vencido, definitivamente no me dejará ir. Prefiero darme vuelta en mi lugar; su cara dormida está relajada pero aún se puede notar que duerme en alerta. Estiro mi mano para quitarle un mechón de la frente, se ve tan atractivo que no entiendo cómo es que no tiene alguna pareja en éste lugar, ni amigos he visto a su lado.

– Hey... Despierta soldadito. – Sin querer mi voz sale muy cariñosa pero no me disgusta. Cuando frunce el ceño, lo hace verse más rudo. Un ojo azul se muestra en mi visión, se ve más azul cuando despierta.

– ¿Pudiste dormir bien aquí? – Oh mi ángel, su voz ronca me mata.

– S-sí. – No. Tartamudees. – Hasta desperté bien. – Hago una sonrisa traviesa y agacho mi mirada a mi cintura. Movió su brazo rápidamente en cuanto lo vio y sentí la falta de calor en el lugar.

– Lo siento, iré a preparar algo de cenar. – Aun con su seriedad logré ver sus mejillas levemente rojas. No me había dado cuenta que ya estaba oscureciendo. Vaya que dormimos todo el día. Al parecer nos habíamos desvelado de distinta manera.

– Bajo en un momento. – No pude evitar ver su trasero cuando salió de la habitación. Control, Magnus.

Me dispuse a ir al baño, me arreglé un poco y bajé aun en pijama, de cualquier forma vamos a dormirnos pronto. El aroma que emerge de la cocina es verdaderamente delicioso. Los músculos de su espalda se ven aún más ricos mientras prepara la comida. Pero no sé en qué maldito, jodido, desgraciado momento, lo abracé por atrás, y lo peor es que ahora no me puedo, por la vergüenza, ni quiero, separar, aunque más que nada, lo último.

– ¿Qué haces Magnus? – Se puso tenso, rayos, ¿qué se hace en casos de idiotez?

– Am... Lo siento, me dio miedo que se te cayera algo. – Wow Magnus, tus ideas son muy únicas. Soltó una pequeña risa, eso fue lindo.

– No se me caerá nada, así que ya puedes soltarme. – Carajo, no quiero.

– Pues la verdad es que me toca cuidarte, así que hasta que termines de preparar la cena, seguiré aquí. – Me siento cada vez más estúpido.

– No quiero quemarte, es mejor que me esperes en la mesa. – Idiota. ¿Qué no puede ver que no quiero soltarlo o de plano quiere que me aleje? De cualquier forma lo apreté más a mí. Que bueno que no puede ver mi cara roja.

– No me pasará nada si tienes cuidado. – Dejó de tensarse ante mi respuesta.

– Bien pues, me moveré bastante así que trata de seguirme el paso alteza. – Nunca se le quitara lo idiota.

Estuvimos como bailando por 20 minutos, cada vez que se movía los músculos de su espalda y abdomen se contraían y los podía sentir más, me quería prender pero me controlaba al instante, no quería alejarme de él y menos por una erección. Podía oler su perfume natural, la piel blanca y suave me tentaba a acariciarlo como a un cachorro, alcancé a ver las mordidas de labio que se daba cuando se concentraba mucho; pequeños detalles que hacía, me los memorizaba.

– Ya todo está listo, no creo que quieras que me siente en tus piernas así que es hora de liberarme. – Su voz me hizo volver a la realidad. De verdad no quería soltarlo aún pero tener a un soldadote en mis piernas, no era tan buena idea.

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora