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El silencio que se hizo en la sala, fue sorprendente. Era como si el tiempo se hubiera detenido; Alec había subido de golpe su cara, su mirada era de total tristeza.

Parecía que habían pasado horas hasta que reaccioné de la estupidez que contesté. Me quería estrellar contra alguna pared.

– No, no, no... – Moví mis manos en negación. – Alexander, no. Yo quise decir otra cosa. – Hablé rápidamente sintiendo crecer mis nervios.

– Magnus, lo entiendo. – Agachó de nuevo su cabeza haciendo una sonrisa bastante forzada.

– Mírame. – Me acerqué hasta él y levanté su cara cuando no me hizo caso. – Quise decir "si no te amara me darías miedo".

Estúpido, eso eres Magnus. Mi soldado movía sus manos nerviosamente. Vi la duda en sus ojos, lo besé castamente pero él ni se inmutó.

– Vamos Alexander... Créeme... Solo me dio miedo la situación. Reconozco que nunca te había visto así pero no me das miedo. – Coloqué sus manos en mi cintura esperando alguna reacción de su parte.

– Magnus... Tus papás me encargaron cuidarte pero no solo lo tomé como un pedido. Debo y quiero cuidarte. Soy un soldado, nos entrenaron para cosas duras en situaciones difíciles. Haré lo que tenga que hacer por tu seguridad. – Admitió con seguridad.

Por la cercanía distinguí el brillo de su penetrante mirada. Nos sabía de lo que era capaz.

¿Podría seguir golpeando a ese hombre hasta que dijera algo?

¿Saldría de nuevo a arriesgarse a fuego cruzado por mí?

Él cambia cuando tiene que protegerme, no sé si sentirme tan feliz por eso o preocuparme por todo lo que arriesga.

– Te amo tanto. – Recargué mi frente en su duro pecho.

– No vuelvas a verme así, por favor. – Me rodeó con sus protectores brazos asiéndome sentir seguro. Como sólo él sabe hacerlo.

– Lo siento, no era por ti, en serio. – Sentí como dejó un beso en mi cabeza.

– Te amo tanto que tengo miedo a perderte. – Me atrajo más hacía él y pude escuchar nuestros corazones latiendo frenéticamente.

– Nunca lo harás, siempre estás ahí para mí. – Me enderecé y junté nuestros labios.

Hicimos el beso más apasionado, sentí como nuestros cuerpos se empezaron a calentar bajo la ropa. Con un carraspeó falso nos separamos.

Las luces se encendieron de la sala, haciéndonos cerrar los ojos de golpe por tanta iluminación de repente. Izzy suspiró después de habernos sonreído felizmente.

– ¿Ahora qué haremos Alec? – Se veía más estresada. Que sean disque soldados los que nos atacaron, los tiene muy alterados.

– Esperaremos a que venga Jace. – Ya había escuchado ese nombre antes.

– ¿Estás seguro? Sabes lo que hará hermano mayor. – Izzy se tensó ligeramente aunque podía ver su emoción en el brillo de sus ojos.

– ¿Quién es ese? – Dije cortadamente, haciendo que Alec se sonrojará, Izzy sonrió de lado con ternura y Simon que había aparecido, sonrió con burla.

– Es nuestro hermano. – Contestó mi soldado. ¿Otro Lightwood? Estos son peligrosos ¿se seguirán reproduciendo?

– Y es el más salvaje de los tres. – Habló Sergio precavidamente. – Ese hombre de abajo, hablará porque hablará.

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora