Capítulo siete

133 7 5
                                    

 Yvonne

 Supe, en el momento en que las palabras salieron de mi boca, que iba a arrepentirme.

 Nunca miré tanta vulnerabilidad en la mirada negra del ruso, y sabía que probablemente no la volvería a ver jamás.  Y creo que mi castigo está afectándome a mí mayormente. Lo extrañaba, extrañaba esas discusiones en las que yo hablaba y él gruñía. Extrañaba sentir su mirada sobre mi cuerpo y me encantaba la forma en la que se volvía loco cuando nos besábamos.

 Pero a pesar de todo, no puedo perdonarlo, no después de lo que me hizo.

 Ahora era Arman quien me evitaba. Había notado cómo se devolvía de sus pasos hacia la cocina cuando yo estaba allí. Ni siquiera se dignaba a mirarme a los ojos, siempre mantenía su mirada baja.

 Nunca pensé que él fuera capaz de ser de los que miran al piso, y me corazón se encogía dentro de mi pecho pensando en que él lo estaba haciendo para mí.

 Pude notar sus brazos llenos de mordiscos, rasguños y moretones, lo que me dio a entender que siguió intentando alimentar al tigre. No  comprendía al hombre, a pesar de ser un idiota sin corazón, él ni siquiera levantó su mano para maltratar al tigre a pesar de que lo mordía, incluso era tierno con él, acariciando sus orejas mientras le daba el té.

 Había tratado de ocultarse mientras lo alimentaba, pero por alguna extraña razón, siempre había terminado viendo la escena. Al ruso le gustaba meterse en una pequeña cueva congelada en el bosque que era visible desde mi ventana. Allí sostenía con firmeza al cachorro contra su regazo y le daba de comer, luego lo soltaba y vigilaba mientras que el tigre corría feliz por los alrededores.

 Era difícil no enternecerse con la imagen. Cada vez que miraba el cuidado y la suavidad con lo que lo trataba, no podía evitar recordar que es así de la misma forma con la que me besa. Siempre ha sido cuidadoso y suave, tentativo, como si no estuviera seguro de lo que hace pero quisiera hacerlo bien.

 Y debía admitir que después de que había tocado su piel con mis manos y recorrido los tatuajes en sus brazos y pecho, me sentía desesperada por poderlo tocar de nuevo. Había tenido que morder mi mejilla varias veces mientras lo miraba sin camisa por la cabaña, tratando de controlar el loco deseo de arrastrarlo a mi habitación, olvidarme por un segundo del daño que me hizo, y luego violarlo.

 Era irresistible. Era el maldito hombre más caliente que mis ojos hayan visto. Me volvía completamente loca, sedienta por sus labios y desesperada por sentir su cuerpo contra el mío.

 Y así me sentía ahora. Estaba sentada en un pequeño tronco en medio de la aldea junto a la curandera, mirando cómo los niños del pequeño pueblo jugaban con los perros que usaban los hombres de Lucian para arrastrar los trineos.

Lucian estaba allí también, jugando con los niños como si fuera en realidad uno de ellos él también. Si Arman me confundía, de Lucian no sabía ni qué pensar. Él era un hombre despiadado, de eso no había duda, pero sus cambios de humor eran imposibles de seguir y a veces no se podía determinar si él sería cálido un día o simplemente un desgraciado.

Hoy era cálido. Abrazaba a los niños y jugaba con ellos rodándolos en la nieve. Sus ojos negros parecían brillar de verdadero regocijo mientras que sus carcajadas se mezclaban con las risas infantiles. Su cabello estaba húmedo por la nieve y sus mejillas sonrojadas por el frío.

Se veía joven e inocente allí, como si volviera a ser un niño de ocho años, como si no hubiera tenido una infancia. Arman se encontraba a varios metros de distancia de mí, cortando trozos de leña en la base de un enorme tronco. Sus musculosos brazos se tensaban cada vez que bajaban y el hacha atravesaba la madera como si fuera mantequilla derretida. Saber la clase de fuerza que tiene ese hombre, no ayudaba nada a fomentar mi odio hacia él.

The secret of my Soul - Holding you tight 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora