Capítulo diez

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 Yvonne se alejó de mí unos momentos y la escuché alimentar a los perros que habían sobrevivido antes de volver a mí. La enorme cobija de pieles creaba un ambiente lo suficientemente cálido junto a la que estaba debajo de mi espalda, como para que no nos muriéramos de frío.

 La tormenta se había detenido casi por completo y la cueva ahora tenía una pared de nieve cubriendo la entrada, lo que hacía que el aire helado no se colara adentro con facilidad. Era como estar con en un pequeño iglú gracias al calor de los cuerpos de los animales y el nuestro propio.

 Ella se acurrucó en mi costado y la sentí deslizando sus pequeñas manos calientes sobre mi estómago y ascendiendo hasta mis hombros. Pequeños estremecimientos cubrieron mi cuerpo y gruñí un poco por las sensaciones. Los ojos verdes, grandes y hermosos, me miraban con atención mientras se enroscaba a mí alrededor, entrelazando nuestras piernas desnudas juntas.

 Ella me acarició con atención, como si estuviera intentando memorizar la textura de mi piel. Traté de controlarme y permitirle su escrutinio, sus ojos verdes fijos en los míos, analizando cada una de mis reacciones.

 Me mordí el labio inferior para no gemir cuando ella bajó hasta mi vientre y rodeo mi ombligo con lentos círculos de su índice. La escocesa me sonrió y se inclinó hacia mi rostro, apretando sus labios contra mi mejilla. Suspiré y la rodeé con el brazo debajo de ella hasta que mis dedos tocaron su espalda.

Su piel era suave y mis dedos se deslizaban sobre ella con facilidad. Yvonne arrastró sus labios desde mi mejilla hasta mi mandíbula, repartiendo pequeños besitos mientras yo la tocaba suavemente, reverentemente. Cuando sus labios estaban lo suficientemente cerca, giré mi rostro hasta el suyo para poder mirarla.

 Ella subió la mano de mi cuerpo y la colocó en mi otra mejilla, tocándola suavemente y raspando con sus uñas sobre la barba en mi mandíbula. Sus ojos me miraron intensamente por unos momentos y luego se inclinó, uniendo sus labios a los míos.

 La besé, perdiendo el aliento en medio del beso. Ella succionó mi labio inferior y luego repartió tiernos mordisquitos, su mano sin dejar de acariciar mi rostro. Tomé una inhalación profunda y luego suspiré. Me encantaba como me hacía sentir la rubia.

 –Arman, estoy tan feliz de que te hayamos encontrado.

 Acaricié su cintura, tratando de demostrarle lo feliz que era para mí también el poder estar con ella. Ella giró y rodó encima de mí, haciendo que su cuerpo desnudo conectara contra el mío. Ambos gemimos por la sensación de estar piel con piel y llevé mis manos tentativamente a su espalda, deslizándolas hacia arriba y luego hacia abajo, deteniéndome con duda sobre la curva de su trasero.

 Yvonne sonrió y luego alcanzó la botella de whisky al lado de mi cabeza. Tomó un enorme trago y se inclinó, compartiendo la bebida directamente desde sus labios. Acepté cada gota, besándola profundamente y acariciando su lengua con la mía. Sus pequeñas manos tomaron las mías y me guiaron hasta posarlas sobre sus nalgas.

 Con timidez, comencé a acariciarla, amasando los deliciosos globos blancos y deslizándome hasta sus muslos y de regreso. Yvonne suspiró contra mi boca y luego enterró su cabeza en mi cuello, repartiendo besos y probando mi piel.

 Sentía que iba a explotar. Mi corazón latía tan rápido y fuerte dentro de mi pecho que no me sorprendería si de pronto me daba un ataque cardiaco. Mi respiración estaba tan agitada como la de ella, incluso aunque estábamos llevando las cosas con calma. Las manos de Yvonne se deslizaron de mi rostro hacia mi cabello y ella me sostuvo con firmeza mientras me besaba.

 Traté de recordar cómo se respiraba cuando sus caderas hicieron contacto con mi entrepierna, apenas separado el contacto por la fina tela de mis bóxers negros. El centro de Yvonne estaba caliente, hirviendo, haciéndome olvidar por completo el frío que nos rodeaba.

The secret of my Soul - Holding you tight 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora