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—Necesitamos hablar.

—S-sí claro. —Taehyung le sonrió nervioso y se movió a un lado dejándole pasar. —Adelante.

Estaba sorprendido como la puta madre de ver a ese delicioso pelinegro ahí en su departamento. Días atrás, incluso entre todo el agetreo que significaba trabajar y esas mierdas había estado pensando en él y deseaba verlo, sin embargo no le daban los huevos para tomar la iniciativa. Pero ahora que veía los resultados de ello, estaba más que satisfecho.

—¿Como has estado?. —Se acarició el pelo de la cabellera mirando a Jungkook. Traía un abrigo negro y largo, en cambio él, tenía la estufa a tope, por lo que dentro hacia la suficiente calor para andar sólo en boxers.

—Muy bien, pero tú te ves aún mejor.

Sonrió nervioso observando el techo. Bueno, quizá el echo de andar sólo en boxers significara algo... Algo más. La mitad de su sueldo se había ido en gimnasios y comida saludable, estaba feliz porque luego de muchos años al fin estaba logrando sacar músculos. No se avergonzaba de su cuerpo, le encantaba su cuerpo, pero quería lucir mejor. Quería olvidar esa extraña, perturbadora atracción que tenía con Jungkook.

—He estado ejercitándome. ¿Te ofrezco algo?, Una cocacola, una Sprite...

—Una Sprite, gracias.

¿Sabian ustedes que los ojos tienen vida propia?, pues lo acababa de comprobar. No pudo evitar observarle de soslayo el paquete ni tampoco el culo cuando se volteó y dirigió hacia la cocina. De nuevo ahí estaba, esa electricidad entre ellos. Observó el departamentito de Tae, cómodo, sin mas lujos que un sofá pequeño en una sala pequeña. Una puerta hacia la cocina y otra hacia lo que supuso era el dormitorio. Había ropa por todas partes, algunos vidrios estaban sucios y latas en el piso.

El típico departamento de un universitario totalmente soltero.

—Ten. —Le miró aparecer desde la puertita y aceptó la lata. Cuando sus dedos rozaron los del castaño tiritó de puro placer. —Siéntante, sabes que eres mi invitado de honor.

Taehyung apartó algunas playeras del sofá y se sentó en él. Jungkook le imitó ubicándose justo a su lado, a una distancia en la que sus piernas se rozaban. Abrió la lata y bebió un sorbo largo, eso le ayudó un poco a terrizar, a sentirse aliviado de esa presión en su pecho.

—¿Has estado cómodo viviendo sólo?. —Preguntó Jungkook. Taehyung miró la lata entre sus dedos con una expresión que no supo leer.

—Sí... Pero a la vez no. Extraño tus comidas.

Se rieron. El agradable hambiente de antes comenzando a formarse.

—¿Te has alimentado bien?. —Añadió Jungkook, sonando como una madre.

—No lo sé la verdad, estoy comiendo una chorradas de verduras y frutas que aún no entiendo bien cómo funcionan.

—Eso es bueno. Me gusta que te alimentes bien TaeTae.

—¿Y tú?.

—¿Yo qué?.

—¿Te has estado alimentando bien?.

—Aveces.

No quería decirle que...

Taehyung se inclinó lo suficiente hasta que sus narices se rozaron y pudo mirarle con los ojos entrecerrados. Con la cercanía, Jungkook notó que seguía igual de hermoso que siempre, incluso con el cabello mas largo podía seguir siendo hermoso.

—Estas mintiendo galletita. —El castaño pasó uno de sus brazos por el respaldo del sofá enrollándolo en los hombros de Jungkook. Podía tocar su cuello. Podía sentir su calor y su embriagador aroma. —¿Te estas alimentando bien?.

Amigos heterosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora