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Jungkook despertó a la mañana siguente sintiéndose cálido. Había algo extraño que se expandía en su parte baja con mucha lentitud pero no lo entendía. Se levantó de la cama y tomó una pastilla para la resaca del mueblecito del baño y miró su cuerpo. Lo miró con mucha atención, cada músculo, cada cicatriz, cada curva. Estaba mas flaco y sabía la razón.

Salió, ya duchado, guapo y perfumado, se vistió con unos bóxers ajustados y una playera enorme. Entonces, miró la cama. Allí estaba ella, su perfecta novia que muchas semanas atrás se había pillado en un ascensor. Estaba desnuda y gloriosa sobre las sábanas y observarla fue maravilloso, pero notanto como lo era observar a Tae.

Sí, pensar en Taehyung le trajo un extraño sabor de boca. Anoche, había echo el amor con ella y podía decir que nisiquera se acercaba a lo que sintió con él. Los besos con su novia de dos meses eran totalmente distintos porque con ella tenía que ir despacio. No podían besarse de lengua cuando se le ocurría ni tampoco tocarle demasiado.

En cambio, con Taehyung, amaba la sensación de arañarle y que le arañara la piel. Amaba cuando le masturbaba tan fuerte que se retorcía de placer, cuando chupaba sus pezones, cuando se besaban fuertemente. Su novia apenas le tocaba, se avergonzaba de masturbarle y le besaba muy suave. Se preguntaba si era él quién no entendía la delicadeza de una mujer o directamente no le gustaban las mujeres.

La última idea fue la que mas tuvo sentido en su cabeza. Le encantaba de una manera loca el cuerpo de Tae, el cuerpo de un hombre, la polla de un hombre, le gustaba que la polla de un hombre jodiera en él.

Agitó la cabeza apartando esos pensamientos.

Escuchó unos suaves quejidos a su espalda y se volteó. El cuerpo delicado y suave de su chica estaba totalmente desnudo sobre las sábanas, apenas le cubría una pierna. Se mordió el labio.

De alguna manera tenía que bajar la erección que se había provocado pensando en Taehyung, ¿Verdad?.

(...)


El castaño, se quitó toda la ropa y observó su parte baja. Su erección lucia ahí, gloriosa, dura, goteaba por desahogo. Tiró la cabeza hacia atrás sin entender nada. Nunca se había sentido de esa manera, con tanto deseo de desahogo. Se miró una vez mas, reteniendo sus propias manos, se vistió acomodando su polla. Un sueño húmedo. Se puso una polera larga, unos Jeans, sus botines y una chaqueta, luego se arregló.

Agarró las llaves de encima de su mesita y salió cerrando el departamento. Caminó muy dignamente por el pasillo pensando en otras cosas para evitar a toda costa seguir pensando en el echo de todo lo que le picaba la polla. Llegó al ascensor al final del pasillo y presionó el botón de su piso. Entonó la voz observando la pintura metalizada del ascensor. Era bastante elegante para todo lo que le cobraban.

A los segundos mas tarde la puerta se abrió, bajaron un par de señoras a las que él saludó brindándoles una sonrisa. Cuando salió la última señora, lo vio. Una familiar figura, una cara familiar, un pelo familiar estaba allí, en la esquina del ascensor mirando el techo. Tragó duro, planteándose a sí mismo tomar las escaleras y evitar a esa cosa horrible de ahí, pero no tuvo mas remedio.

Entró en silencio y se paró en la otra esquina del ascensor, miró los numeros a un costado y notó que el numero uno estaba presionado. Bien. Le convenía.

Las puertas se cerraron y el silencio apremió.

Por inercia, observó a sus costados, Jeon estaba mirándole por el reflejo y mierda... Se veía horrible, sí, eso, estaba igual de feo que siempre.

La garganta se le secó y pasó saliva. Miró hacia el frente y de erreojo le pilló mirándole. Mierda, ¿El destino le odiaba?.

—Te ves bien. —Dijo él, su exmejor amigo.

Amigos heterosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora