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Taehyung elevó a la perra de Soo Yung tomandolo del cuello y golpeándolo contra una pared. Le aplastaba la tráquea con fuerza, tanta, que nisiquiera la nuez de Adán del otro chico se movía. Apenas podía respirar.

—Mira, o mejor escucha, hijo de perra. —Habló con odio, rabia. —He sido compasivo con ustedes sólo porque soy un ser paciente pero ya me hartaron del culo, tú sabes perfectamente de qué hablo, ¿Verdad?.

Yung tragó fuerte, se sintió asqueado de sentirle lo fuerte que pasó saliva.

—No sé de qué hablas Tae, nosotros no te hemos echo n-nad...

—Nada... ¿Nada?. —Rió con malicia. —¿Prefieres que te aclare la mente?. Veamos.

Le soltó bruscamente. El cuerpo del chico cayó jadeante al piso echó una bolita. Tae había criado un montón de fuerza sin darse cuenta, podría masacrar a toda esa pandilla y salir victorioso.

—Comenzamos con los acosos de tu hija de perra hermanita hacia mi chico. —Se movió de aquí para allá mientras le hablab, el chico respiraba con dificultad. —Ya, terminaron, pero ya es hora de que esa bastarda lo acepte, ¿No?. Lo dejó, fin de la discusión. No es necesario que le mande miles de solicitudes en Facebook y le hable con números de Whatsapp distintos.

—Eso es mentira... —Jadeó el otro chico.

—Bien, continuemos. Segundo lo segundo, eso lo saqué de una canción de Imagine Dragons, ¿no es sexy?. Bien, como decía, luego como los mas grandes hijos de puta que son, comenzaron a golpearle. ¡A golpearle!, ¡A mí chico!. Agh, son tan idiotas, se nota por mucho que no saben con quien están tratando.

—Tae... Tae nosotros no te hemos echo nada.

Se acuclilló frente a él y con un dedo en su frente le empujó para que le mirara. Los ojos del chico estaban cansados y tenía miedo. Sus manos picaban con la necesidad de golpearles.

—No, no me han echo nada pero se lo hicieron a la personita mas importante de mi vida así que si tienes un poco de puto amor propio, dejarás de hacer todas esas mierdas o acabarás con Kim, ¿Te acuerdas de Kim no?, el que está en el hospital por tantos hematomas luego de que lo encontraron tirado en una pared.

—¿F-fuiste tú?.

—Dile a tu hermanita que se detenga. —Gruñó Tae. —No soy muy fan de agredir a perras locas obsesionadas con lo que no deben.

—Tae no sabes con quién te estas metiendo.

Se levanto de ahí y se fue, pero algo decía que eso no terminaría ahí.

No señor.

(...)


Taehyung le sonrió al hombre de la tienda y pagó los pastelillos, seis pastelillos de chocolate y caramelo. Como le gustaban a Jungkook, ah, claro, espolvoreados con galletas ralladas porque sí, era una galleta caníbal que le gustaba comer galletas.

Salio de la tienda provocando ese chasquido en las campanitas y se tapó la boca con el cuello de la parca. Hacia un frío que le calaba los huesos, y lo mas sorprendente de todo es que tenia que soportar todo eso porque a su lindo novio se le ocurrió comer pastelillos a esas horas de la noche. Como él le amaba con locura tenia que concentirlo pues.

Comenzó a moverse a paso firme por la calle. Habían algunos semáforos que le iluminaban cuando se ponían en verde y era hora de cruzar. Lo único malo del edificio en el que vivía, era que para llegar a él había que atravesar una serie de callejones en zig zag y desde que Tae había amenazado al tipo semanas atrás, tenía miedo de ellos. No era porque fuera cobarde, sino porque había descubierto que los tipos, los Kim, tenían influencias.

Amigos heterosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora