capitulo 11:

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Un frio completo cubría mi cuerpo, al grado que dolía.

Madre… ¿está bien?

Un frio solido cubriendo mi rostro. ¿Que pasa? Es…hielo.

*ya estas bien* escuché una voz a lo lejos… pero sentía una cálida mano limpiando mi mejilla del hielo sobre el que había caído. El extraño hielo que no debería estar e esta época del año de inmenso calor.

-eres…-

*disculpa por haberte dejado sola, no debí dejarte ir sola después de tantas cosas sucedidas hoy*

-estas bien ahora.-una dulce voz masculina que logré acomodar entre las ideas totalmente desubicadas que tenia  ¿Que había pasado?

-tu…-abrí mis ojos, intentando despabilarlos lo mas rápido posible.

-no te preocupes. Todo salió bien. La reina no logro continuar sus actos. Lamentablemente ahora los humanos de esa región necesitan una nueve rigente.-

-es cierto… los demonios.-logré observar perfectamente de nuevo. Y mi tranquilidad volvió un poco al observar a mi madre a mi lado, recostada y dormida sobre un pastizal que no tenia tanto hielo. Estaba aun tratando de levantarme - pero, tu ¿Quién eres?- observé al chico que me había salvado y que realmente, del cual no sabía nada.

-lo siento señorita, la ocasión no había dejado presentarnos.- se levantó y tendiéndome una mano dijo…- soy Viento, a sus ordenes.- ¿viento? ¿Eso es un nombre?

-mucho gusto.-lo miraba hacia arriba aun sentada en el piso. Este joven es realmente una persona hermosa y un caballero. Se notaba en su porte, alto y delgado, su vestir,  elegante, su hablar, absolutamente alguien con quien cualquier chica quisiera estar. A excepción de que sin duda tenía un carácter muy duro.

-se va a resfriar ahí señorita Kanai.- me miró serio por lo distraída que me encontraba, dejando su mano tendida y yo tirada en el suelo con hielo.

-¡disculpe!- le tendí mi mano para recibir su ayuda. Realmente parecía una tonta. Pero como podría reaccionar. Pasaron cosas muy extrañas y un chico que apareció de la nada me brinda su ayuda absoluta.-disculpa, tengo la duda desde hace un buen rato. ¿Le envió Jiki para ayudarme?- mientras me arreglaba el antes, blanco vestido.

-…- el chico guardó silencio unos segundos-disculpe, la verdad no conozco al joven que me indica.- dijo pareciendo mirar otra cosa y distrayéndose al sacudir su saco.

-o, disculpe.-

-no tiene que disculparse. Puede que sea más normal que  que su novio sea el que la ayude…en vez de un completo extraño.- parecía mas serio.

-¿novio? Pues él no es mi novio…pero, ¿usted si lo conoce verdad?-

-disculpe señorita. No quisiera intervenir más en el tema. Creo que deberíamos llevar a su madre a su hogar. Ella no debe enterarse de esto. A menos que usted quisiera que ella supiera que su hija sale con extraterrestre, y es acosada por demonios.- pareció comentar molesto y sarcástico. 

-e…el no es un extraterrestre.- dije en voz baja molesta. Pero sin la intención de que el joven notase algo. 

-pero ni siquiera es alguien que pudiese estar cerca de usted. Solo…él solo la hará sufrir.-

-basta.- dije interrumpiendo su alegato.-le agradezco que me haya ayudado. De verdad estoy agradecida por su ayuda, pero creo que no debería decir esas cosas. Yo seré feliz con él. Porque lo había esperado demasiado. Y yo se que él a mi también.-

-disculpe señorita. Yo en verdad no quería ser descortés con usted.-

-no se preocupe.- me adelanté a tratar de levantar a mi madre, ya no quería estar mas ahí. Este chico fue de mucha ayuda, pero solo me hacia que me comenzara a convencer de algo que tal vez ya sabía, pero no me dejaba entender.

Traté de levantar a mi madre. Él chico se percató de mis dificultades para hacerlo y se acercó a ayudarme.

-lo siento de verdad.- ayudándome a cargarla hacia el caballo que se encontraba en unos cuantos metros de nosotras. –yo solo quería decirle esto, con toda la razón que tengo de mi lado, yo…- calló su ya molesto argumento  cuando vio una lagrima caer de mi mirada.- haa… señorita yo.

-Por favor. Ya detenga esto.- dije tratando de calmar mis pensamientos. Puede que él tenga la razón. Pero porque no me dejaría soñar estar con la persona que había esperado estar toda mi vida.

Me tendió el pañuelo que tenía en el cuello.   

Tomó a mi madre en sus brazos y la subió al caballo.

-me detendré de estos malos comentarios.-rió un poco avergonzado.-solo tranquilícese. Es que solo quisiera que…-lo miré un poco. ¿De verdad seguiría con esto?-llevarla a su casa tranquila. Suba por favor.-dijo apuntando al caballo, de verdad supo como cambiar el tema.

Me subí con un poco de ayuda. De verdad este joven la había pasado ayudándome.

Solo monté y nos llevó a casa. No pude dormir tranquilamente esta vez, permanecí despierta y alerta todo el camino. Me di cuenta que no estaba tan lejos pero fue un camino largo por la incomoda estancia en las espaldas del joven.

Al llegar, ya era tarde. Mi madre realmente estaba inconsciente desde hace mucho rato, siquiera había movido un pié en todo el camino, a penas había dicho palabras entrecortadas en sus sueños. La bajó, y la llevó a su habitación. Bajamos y nos sentamos un poco en la sala  ¿Qué debería hacer? Invitarlo a dormir, o ofrecerle llevarse el caballo hasta donde fuera… nos había salvado pero también me había puesto en una situación incomoda.

-yo debo irme señorita.- dijo el joven notando mi callado incomodo.- Disculpe las…-

-¡gracias!- dije asustándolo un poco tal vez.-nos ayudó mucho ¿Quisiera quedarse a descansar hoy? Estoy segura que no será ningún inconveniente para mi madre.

-pues agradezco su invitación, es solo que yo debería arreglar unos asuntos respecto a lo que acaba de suceder hoy. He hecho cosas hoy, que cambiaran mi existencia.-

-por favor, sería muy agradable tenerle aquí hoy. Además…-dije pensando que en realidad se iría. Tengo tantas preguntas.-además tengo cosas que quisiera aclarar con usted. De verdad, me han pasado muchas cosas raras estos días, y no se el porque… no quisiera que mi madre se viese afectada por esto.-me tornaba triste.

-entiendo su desesperación. – Se quedó callado unos segundos.-está bien. Solo por hoy.

-¡bien!-dije y me eche a correr a mi habitación. No había otra más cómoda que la mía.

Así que cambié las sabanas rápidamente. Y miré a mi madre en la otra habitación. En realidad parecía que necesitaba descansar por unos años en hibernación.

Me cambie rápido con un vestido azul cómodo, y unos zapatos de piso, y lancé los tacones a la esquina del ropero.

chikara no ai (el poder del amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora