Capitulo 9:

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El príncipe Oji se notaba totalmente natural a pesar de que estaba pasando algo sumamente extraño, me miraba aun preocupado por el desequilibrio que me había causado el cansancio, con una mirada tan inocente y pasiva que solo me hiso temblar mas. Caí mientras caminaba inconscientemente hacia atrás.  Trato de acercarse pero mi miedo se hiso notar cuando agaché mi mirada y retrocedí arrastrándome por el suelo.

-Kanai… tú me temes.- dijo lentamente y decepcionado.- yo no quería que te enterases así. Pero deseo que seas mía. Estuve planeando esto hace ya mucho, no creí que saliera así.- decía cada vez mas lento y apagando su voz.-  pero…- se acercó a mi un poco mas rápido de lo que me permitiera alejarme.- déjame estar siempre así contigo.- me tomó la muñeca izquierda, y con su otra mano no dejó alejar mas mi cabeza que retrocedía con temor, sentía mas fuerza cada vez con la que apretaba, comenzaba a no sentir mi mano.- las personas no sabrán. Estarán así por siempre si nos molestan.- miraba cada vez mas sádico.

-me lastimas…-yo desesperada, miré a mi alrededor, por donde podría escapar. Pero, ¿Cómo podría dejar a mi madre sola?, pero recordé las palabas de la extraña voz en mi cabeza, “*no te preocupes por tu madre, ellos te buscan a ti.*” pero ¿qué si la usaran para llegar a mí?  ¿Qué debo hacer? La ansiedad me invadió.

Traté de soltarme rápidamente de Oji, pero solo logré lastimarme.

-no lo hagas Kanai. Por favor. Te haré feliz si solo me sigues.- decía de una forma enfermiza.

-si… me sueltas, yo, tal vez lo haga.-dije haciéndome sonar convincente.

-Kanai.- me soltó de inmediato, pero su intención no era dejarme una abertura para escapar.- he oído algo hermoso.- se levantó de inmediato, y me tendió la mano para levantarme.

-pero, no puedo, me he lastimado los tobillos, ¿podrías traer algo para vendarme?- dije. Pensando que esta sería la salida. Aunque realmente estaba lastimada.

-¿pero no importa si te quedas sola un momento?-

-no te preocupes.-

Se alejó con una expresión muy feliz y satisfecha. Y que me hacia pensar que tal vez no era un demonio, tal vez es solo algún ente que ha deseado ser feliz entre los humanos. Yo de ninguna manera le puedo corresponder. Pues Jiki me espera.  Pero puede haber otra salida, en vez de escapar tan cruelmente.

Cuando Oji se alejaba ya un poco más, escuché la voz de nuevo. Esa voz extraña no se trataba de una locura mía.

*Kanai¡¡ por fin, escucha. Debes salir ahora mismo¡¡¡ ese chico …* -¿de verdad es tan malo?  *ese chico es un demonio, he vivido mucho para darme cuenta de los demonios con intenciones malvadas.* -realmente yo no logro notar que sea un demonio, tal vez es otra cosa. No precisamente malvada. *Kanai¡¡ escucha por favor. Estuve buscando algo sobre este demonio, que tenía de hace ya algún tiempo. He vivido mucho. Este se llama Wakai, y se ha unido a Furui, Wakai, en primera instancia se introdujo a el cuerpo de la reina al estar embarazada ya ha ocho meses,  ella se enfermó de manera horrenda, parecía que estaba en coma, eso fue lo peor, pues estaba a punto de nacer su hijo. Pero lo extraño es que cuando nació, aunque la reina aun no movía ni un dedo, y con trabajos respiraba, el niño nació sin ningún trabajo. Ella se curó mágicamente después de eso. Ese niño  creció jugando con un amigo “imaginario” pero muy sano, hasta que el niño ya con cierta edad enfermó de lo que parecía, la misma enfermedad de su madre. Pero con solo unos días el mejoró,  y a los  14 años, adoptó una actitud bi-polar, cuando Furui quiso entrar en el juego que ayudaría mucho para obtener el favor de los mas grandes. Ya hace 19 años que sucedió eso. Y debo decirte que todo esto paso en algo inexplicable para los humanos, pero mis ojos los miraban, todo el tiempo. Debes escapar, hazlo por favor.*- suena encajar la historia, a lo que he observado. Pero mi madre.-  *ella estará bien, importa que salgas ahora mismo de aquí, pues el no te dejara sola después de que ha conseguido estar tan cerca de ti, aun mas que los demás que han oído de tu destino. Es algo que parece necesitas saber. Te lo contaré cuando salgas.*

- destino ¿he? Es algo que me puedes explicar después.- me levanté tambaleándome, y cuando lo logre, escuché caer algo en otra habitación, Oji buscaba algo para cubrir mis heridas. Solo reaccioné corriendo rápido, y mientras me quitaba las zapatillas molestas que tanto hubiera querido lanzar lejos desde hace un rato. Pero solo las tomé para no hacer ruido al correr. No quería alarmar a nadie. Sostuve mis zapatillas  con dos dedos, observé a mi madre entre la multitud aun inmóvil.  Por mas que la observara, se notaba una cierta imposibilidad de que la cargara yo sola.

*por favor Kanai, ella estará bien, corre.* -no la dejaré aquí. Aunque estuvo a punto de cambiarme a un demonio por riqueza, es mi madre. *no puedes cargarla, a demás, harás ruido y el demonio Wakai te escuchará.* -ayúdame entonces.- dije, tratando de sonar molesta porque parecía que no le importaba nada que mi madre se quedara ahí con un demonio. *no puedo hacer eso, está prohibido materializarte para ayudar a un humano. Aun siendo tu…eso creo.* -pero,… -de manera insostenible, imaginé que mi madre podría morir ahí mismo por mi cobardía e impotencia. Solté un llanto silencioso que ruborizo mis mejillas y mis orejas como solía hacerlo siempre. Quería detenerme, pero el pensamiento no desaparecía. *¡No¡… no llores, por favor, espera.- me había dado cuenta que esta voz era muy amable, y siempre pedía todo por favor.- yo, yo lo haré, quería seguir cuidando de ti desde este plano, pero si no me materializo en realidad morirás, y eso no está permitido aun mas para mi.*

Levante mi cara e intenté secar mis lagrimas con mis manos, pero recordé que traía maquillaje, ya estaba arruinado de cualquier forma. Una ventisca muy fuerte sopló mi rostro y todo mi cabello se alborotó, yo solo cubrí mis brazos, y cerré mis ojos muy fuerte. Era realmente helado, ¿por donde había entrado este viento? Todo está cerrado, pensé.

-ahora corre.-escuché a mi lado una voz muy grave como de un joven de 25 o tal vez 26 años. Observé un joven al levantar mi mirada algo asustada. Un joven muy alto y delgado. De cabello gris y largo hasta su pecho que llevaba suelto y se revoloteaba con el viento que aun le rodeaba. Facciones muy finas y ojos profundamente grises. Llevaba un traje negro con un pañuelo blanco en su cuello. No aparentaba la edad que congeniaba con su voz. Aproximadamente se veía de 22 años. ¿Como llegó aquí?

-yo… tu eres…- dije torpe por el susto de su aparición y un tanto anonadada con su belleza.

-que te parece si después me presento apropiadamente señorita.- dijo insinuando nuestra situación. Yo solo reí un poco por que estaba en lo cierto, no era momento de preguntas.

 Salí corriendo hacia las escaleras que daban al balcón. Aun con las zapatillas en mi mano, corrí descalza al balcón. Miré que el joven detrás de mi, traía en brazos a mi madre. Me sentí muy aliviada.

Pero al escuchar lo siguiente no tanto.

-Kanai… ¿¡¡porque¡¡?- una voz aterradora desde el pié de la escalera, Oji, o Wakai ahora. Se escuchaba muy grave y molesto.

-no escuches. Corre mas rápido.- dijo el joven.

Corrí lo mas que pude, pero mis pies estaban muy adoloridos, sentí como las plantas de mis pies se lastimaba con cada borde de las escaleras. Aun con dolor llegué al final, pero mi sorpresa fue mirar a Oji, que estaba a unos pasos de nosotros.

El temor que me hizo resbalar fue observar como su mano parecía romperse por el exterior y dejar ver su verdadera apariencia.  Una extremidad que aparentaba haber estado en fuego y aterradoramente gigante. 

chikara no ai (el poder del amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora