Una Canción Que Solamente Tocó Por Ella

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Héctor no debía de volver a ver a Imelda.

Ésta de nuevo vivía con sus hermanos ahora que ya no estaba su madre para rechazarla, pero todavía continuaba a buscar trabajo. Ernesto utilizó eso como excusa para impedirle a su amigo que la visitara.

Al joven compositor le frustró mucho pero pareció resignarse al recordar que ella aún tenía que mantener a los gemelos.

Luego los dos músicos se fueron a San Juan para tentar su oportunidad allí.

A Héctor de nuevo le hicieron sonreír el largo escenario, la muchedumbre entre la cual no conocían a nadie pero que los animaba con tanto entusiasmo...

Pareció olvidarse de Imelda y volvió a ser unido a su compañero por la música, así que funcionó de maravilla la armonía del dúo.

Tocaron juntos los solos de las canciones sonriendo tanto a los espectadores como el uno al otro.

Excitado tanto por el ambiente explosivo como por la presencia de su amigo sin ningún elemento perturbador, Ernesto pensó que era un anticipo de la fama por venir, y se sintió aún más impaciente.

Se prometió hacerlo todo para encontrar a un productor, para pronto decir adiós a Santa Cecilia para siempre e ir a vivir su momento.

El cantante estaba tan aliviado por alejar a Héctor de Imelda que hasta se dejó acercar y rodear por sus nuevas admiradoras sin quejarse, volviendo a su rol de seductor coqueteando con ellas y dirigiéndoles guiñadas.

Al mismo tiempo se seguía asegurando de que el menor no se alejara demasiado, mientras también les desviaba la atención a las pocas muchachas que se acercaron demasiado a él.

Imelda, esa maldita perra, le había dejado un sabor amargo, entonces a Ernesto le disgustaba mucho la idea de que otra chica también se pudiera interesar por Héctor.

A la joven le había tomado muy poco tiempo para lograr humillar a Ernesto y quitarle su prestigio, "obligándolo" a cometer... bueno, un acto muy desafortunado.
(Afortunadamente no hubo ningún testigo a parte de la víctima o tal vez también la gatita Pepita, que al cantante le arañó al entrar.)

No podía entender qué tendría Imelda de tan atractivo que él no tuviera ya.

En serio, Ernesto tenía una voz más bella, mucho más carisma, mucha más popularidad y una excelente reputación. (... Bueno, cierto que la de Imelda fue él quien la enturbió, pero eso no era el tema.)

Además de eso él llevaba años conociendo a Héctor y todo el mundo bien sabía que era Ernesto su compañero y no Imelda. Los dos chicos se solían complementar tanto en la música como en la vida.

Y sobre todo, compartían el mismo sueño, ¡el de tocar por el mundo entero!

Así que Ernesto de veras era el mejor candidato para hacerle feliz, ¿verdad?

Lo único que hacía falta era que atrajeran a un pinche productor que les organizaría una gira; entonces se irían de Santa Cecilia durante un largo rato y cambiarían de ciudades tan rápido que a Héctor no le daría bastante tiempo para relacionarse con cualquier chica que hubiera conocido hace un par de horas.

Sí que tuvo el flechazo por Imelda, pero eso no volvería a suceder.

Un productor... una gira...

A Ernesto le ocurrió una idea entonces, y decidió cambiar su estrategia.

'¿Qué...?' articuló Héctor, sentado frente a él en el tren de vuelta de San Juan. '¿Ya quieres que nos vayamos otra vez de Santa Cecilia?'

Loco de Atar ESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora