Capítulo 10.

78 12 43
                                        

Harriet.
Llevaba 5 minutos intentando convencerme de que el corazón no se puede romper... Claro que no. Es un órgano solamente. Pero... ¿Por qué cuando ves algo que te lástima te duele justamente en el pecho?

Algunas veces pensaba que en definitiva yo estaba hecha para el dolor.

-No has hablado en tanto tiempo.

-Perdon, estaba distraída, ¿Que me decías Tiffany?

-Nada. Cuéntame qué te pasa.

-Sabes que yo nunca he tenido buena autoestima, ¿No?- Esperé a que asintiera para continuar- Conocí a un chico... Y me encantó. Llevamos mucho tiempo hablando y es muy gracioso, romántico, caballeroso... Es perfecto.

-¿Y cuál es el problema?

-Lo acabo de ver sentado con una chica hermosa... Besándose.

-¿Ella es delgada?

-Si... Si lo es.

-Ese es el problema Harriet. Tú no eres delgada.

-En el amor no importa eso, Tiffany.

-¿Quieres que me ría? Obvio eso importa. Si a un chico le das a elegir entre una mujer gorda o una flaca ¿A quién va a elegir?

-A la flaca.

-¿Y qué esperas para bajar de peso?

-¿Que debo hacer?

-No sé, no comas, vomita, lo que sea, robaselo a esa chica.

No tenía idea de cuánto daño me hacía estar con Tiffany, mis tíos siempre me dijeron que era una mala influencia... Yo no lo creía, solo quiere lo mejor para mí.

-¿Qué te parece si comemos aquí?

-No... No debo comer, necesito adelgazar.

-No seas tonta. Tengo un mejor remedio. Vamos a comer y te cuento.

Tiffany pidió mi comida. Caldo de camarones con arroz y ensalada, pescado frito con frijoles, una rebanada de pastel de chocolate y medio litro de helado de galleta.

-¿Me ayudarás a comerme todo esto?

-No, obvio no.

Una ensalada llegó a la mesa seguida de una botella de agua y una botella de refresco, la botella de refresco obvio me la dieron a mí.

-¿No se supone que yo debo adelgazar? Tú estás muy delgada y aún así pediste comida saludable y a mí me pediste comida no saludable.

-Me ofendes, Harriet. El pescado y los camarones son muy saludables. Además pedí ensalada para ti.

-Esto es mucho... No lo terminaré yo sola.

-Tienes que hacerlo. Te prometo que vas a adelgazar, pero tienes que comer todo esto. ¿Confías en mí?

Una señora a lo lejos nos miraba de manera extraña, y un señor que estaba más cerca se reía de nosotras.

-¿Por qué nos miran así, Tif?

-No es muy común ver a una chica delgada y bonita con una chica gorda y fea- Se encogió de hombros y después me sonrió- No les hagas caso y come, cariño.

Decidí hacerle caso a mí mejor amiga y me comí todo lo que me habían traído. Mi estómago sufrió las consecuencias y cuando acabé no podía ni pararme debido a lo satisfecha que estaba.

-Tiffany, ni siquiera probaste tu comida...

-Ah, si, lo que pasa es que me dió un poco de asco. Pagarás tú, ¿Verdad?

-Creí que te tocaba pagar a ti, he estado pagando yo esta semana... De hecho siempre que salimos pago yo.

-El placer de mi compañía tiene un precio, amor.

Pagué la cuenta y salimos de aquel restaurante, ya estaba oscuro y pese a la insistente súplica de Tiffany por ir a los baños de la plaza, quise volver al parque donde había comenzado mi dolor.
Ellos no estaban ahí. Solo quedaban restos de su efímero "amor" y restos de mi eterno dolor.

Camino a los baños de la plaza, no pude evitar que una lágrima resbalara por mi mejilla. ¿Cómo había podido creer que alguien como Kilian sentía interés por mí? Él solo sentía lástima. Solo quería ayudar. Solo intentaba ser buena persona conmigo.

-Ahora, necesito que escribas "fuera de servicio" en esta hoja.

-¿Por qué?

-Porque tu letra es linda, Harriet. Además prometiste confiar en mí.

Escribí lo que Tiffany me pidió y entramos a los baños, y en la puerta principal pusimos el letrero, no entendía nada.

Tiffany siempre estuvo conmigo, desde pequeña ella era la única que jugaba conmigo y que me daba amor.

A los 7 años, mis papás murieron y ella estuvo en el funeral, me consoló y me ayudó. Pero lamentablemente yo sufrí muchísimo y me alejé de todos, de mis amigos, de mis familiares y del mundo entero... Tiffany quiso tener un lugar en mi vida, pero no la dejé.

Cuando cumplimos 10 años ella se empezó a interesar por los chicos, los labiales, las pestañas falsas y las joyas.

Y me dejó.

Ella hablaba muy mal de mí. Me decía que era una gorda que nadie iba a querer. No podía entender el porqué ella me hablaba así cuando antes éramos mejores amigas. Sus amigos me hacían burla, incluso uno de ellos intentó aprovecharse de mí. Solo uno de ellos "intentó" porque los demás lo hicieron. Me robaron mi virtud y me robaron la inocencia. Me dijeron que debía estar agradecida porque se atrevieron a tocar mi cuerpo feo. Todo eso lo hicieron con ayuda de Tiffany.

Cuando cumplí los 11 años me dijeron que Tif había sufrido un accidente automovilístico y que estaba en el hospital. Yo fui la única amiga que llegó a verla en esa habitación blanca.

Cuando pasaron 5 meses desde su accidente llegó a mi casa y me pidió perdón por todo lo que me había hecho y como la quería demasiado la acepté de regreso.

Nuestra historia era muy especial para dejar que se acabara por tonterías. Tonterías que me destruyeron. Pero al final de cuentas seguían siendo tonterías.

-Ahora, Harriet. Escúchame. Te vas a arrodillar y meterás estos dos dedos a tu garganta. Automáticamente vas a sentir asco y vomitarás. Tienes que vomitar todo, cariño. En cuanto solo vomites agua te detienes.

Me arrodillé y practiqué un poco lo que me había dicho para estar segura.

-No estoy segura de esto, Tif.

-No seas cobarde. ¿Quieres gustarle a ese chico o no?

-Si, claro.

-Entonces haz lo que te digo.

Metí mis dedos a mi garganta y automáticamente sentí el asco y las ganas enormes de vomitar. Dejé que la comida saliera y me hice prisionera de la sensación que me provocaba. El mundo se me escapó de las manos y solo un nombre se repitió en mi mente en esos momentos.

Kilian.

Dragoste. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora