Capítulo 8: Confesiones

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-¿Estas molesto? -le pregunte cuando estuvimos a solas en su cuarto, él levanto una ceja y me miro divertido

-¿Molesto? ¿Por qué acabas de salvarnos? ¿Por qué te atreviste a demostrarle a un puñado de ignorantes que los maestros agua pueden ser incluso mas fuertes que los maestros fuego? ¿O por qué me desobedeciste? -yo me sonroje un poco

-Por desobedecerte -él sonrió

-Después de lo de hace un rato yo pensé que eras más inteligente mujer, acabas de sabotear a mi padre, sus planes no se cumplieron, ¿Cómo podría estar molesto? Por el contrario, hace mucho tiempo que no me había divertido tanto, muero por llegar y apreciar su rostro al vernos con vida

-Me alegra que estés tan divertido -dije sonriendo, él automáticamente dejo de sonreír

-¿Por qué te alegra? Si soy tu captor, eres mi esclava, mi mujerzurla si así lo quiero ¿Por qué te alegras por mí? -pregunto de repente molesto mientras se acercaba a mí, yo me puse nerviosa, esos cambios de humor tan repentinos en Vegeta me dejaban sin saber cómo actuar

-Yo... me alegro porque aunque seas mi captor, a veces no lo aparentas, me has tratado bien y aunque lo hagas por ti, haz tratado de que todo sea un poco más simple y llevadero, es... agradecimiento -mentí, porque aunque estaba agradecida, en realidad estaba enamorada de él, y solo por eso estaba feliz, porque lo amaba

-¿Así que agradecimiento? Bien -dijo serio -agradéceme entonces

Sin darme tiempo a pensar en nada más ataco mis labios, me tomo de la cintura y apretándome con fuerza me beso, pero este beso era diferente de los demás, era un beso más acelerado que de costumbre, más fuerte de lo normal, incluso brusco, aunque no me causaba daño Vegeta no estaba siendo tan delicado como siempre y podía darme cuenta que lo estaba haciendo a propósito. De repente paro el beso y bruscamente me rasgo el vestido y me dejo desnuda frente a él, yo solté un grito de sorpresa cuando me empujo hasta la cama y mirándome con el ceño fruncido se empezó a desvestir.

-¿Qué te pasa Zuko? ¿Por qué estas actuando así? -pregunte algo asustada al verlo acercarse demasiado molesto

Él no respondió, simplemente se acercó y se acostó encima de mí con poca delicadeza, tomo mis brazos y los sostuvo sobre mi cabeza con una sola mano apretando su agarre con fuerza mientras me besaba y me acariciaba con brusquedad, guarde silencio y no le dije nada pues no quería molestarlo más, de algún modo Zuko estaba desquitándose conmigo por algo que había dicho y lo había disgustado y aunque no tenía la menor idea de lo que era, por lo que veía no era el momento adecuado para preguntárselo, y me molestaba mucho permitir que me doliera de esa forma sus acciones, me estaba sintiendo realmente triste por la forma en que Zuko estaba actuando conmigo. En el momento en que pensé que entraría en mi de una sola vez cerré los ojos pues no estaba preparada y sabía que dolería, contuve la respiración y me quede quieta esperando sus movimientos, pero contrario a lo que imagine Zuko se detuvo y me soltó, abrí los ojos algo perdida y sin entender muy bien lo que estaba pasando, ¿Qué era lo que estaba intentado hacer? ¿Por qué me estaba tratando así? Él por su parte simplemente me estaba mirando aun con esa expresión de disgusto en su rostro

-¿Por qué te detuviste? -casi susurre, temía que si hablaba un poco fuerte la voz se me quebraría y él notaria lo mucho que me dolían sus acciones

-Eres una estúpida -respondió aun acostado sobre mi

-¿Y ahora porque me insultas? -pregunte ofendida y con la voz un poco más clara

-¿Cómo demonios puedes estar agradecida con alguien que te forzó? ¿No te das cuenta que soy un maestro fuego? Aunque mis actos hayan sido favorables para ti, nada te garantiza que el día de mañana las cosas cambien y te haga todo el daño que desee, esta en mi naturaleza es mi elemento, la devastación -yo simplemente sonreí, ahora entendía porque había actuado de esa forma, él simplemente quería asustarme y aunque lo había logrado un poco, no iba a dejar que siguiera actuando como un imbécil y todo por ese maldito orgullo que no le permitía aceptar que en el fondo era más bueno de lo que pensaba

El cielo en la clandestinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora