❤Capitulo 8❤

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Al salir de mi hora de castigo, vi a Nash con su alborotado pelo de mechones claros y unos ojos preciosos que me envolvian en su claridad. Mi reflejo brillaba en la oscura pupila de sus ojos.

-¿Qué pasa? ¿Es que no sabes volver a casa solo?.- dije bromeando.

-No quería volver solo.- dijo con una voz extraña, que no había oído nunca.

-Entonces vamos.- dije con madurez intentando no reirme.

El camino a la puerta de salida se me hizo largo. Nash caminaba a menos de  30 centimetros de mi. Mi cara se enrojecia pensando en los pocos centímetros que nos separaban.

Estaba dispuesta a abrir la puerta por que todos los alumnos pasan en la entrada y salida de las clases, cuando la mano de Nash estaba sobre la mía.

Pomo de la puertaMi manoMano de Nash

Esa combinación me ponia muy nerviosa. El lo debió de notar, por lo que aparto la mano de encima de la mía. Me sentía un poco mal por él. Había visto que estaba muy nerviosa.

Nos quedamos unos segundos de pie, y un silencio invadia nuestro espacio vital. Para acabar con ese silencio incómodo, abrí la puerta. Yo pasé primero cargando con mi pesada mochila, y detrás mío Nash.

Volvimos a la misma situación que antes: Nash caminaba a menos de 30 centímetro de mi, pero eso ya no me ponia nerviosa. Seguimos un camino de cemento gris, algo sucio, y salimos por la portilla delantera. 

Caminabamos lentamente por la acera roja. Hoy el día era soleado, y nos se veía ninguna nube que pudiera tapar el sol.

El camino se hizo largo, muy largo sin una sola palabra.

A medio camino, Nash dijo:

-Kevin me ha hablado mucho de ti cuando estaba castigado en el pasillo.

Yo no reaccionaba y no sabia que decir. Así que acelere el ritmo para llegar a casa cuanto antes.

Cuando llegamos a la puerta de mi casa me giro hacia el. Nash esta a de 10 cm de mi cuerpo. Puedo notar su respiracion. Mi corazon va a mil por hora, y me da miedo que lo escuche.

-Adios.

-Adios.

Y sin previo aviso me da un beso en la mejilla. Nash ya va andando a casa, dándole la espalda.

Intento abrir la puerta, pero no acierto a meter las llaves en la cerradura por lo nerviosa que estoy.

Cuando lo consigo, entro a casa, me quito las botas, tiro la mochila hacia del sofá, y me tiro sobre el otro.

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