Tenía algo así como un plan, en su mente todo parecía funcionar muy bien, tanto que se aventuró a contarle a los otros guardianes lo que tenía en mente.
Convocó una reunión en la que todos quedaron sorprendidos, no sabían que algo así pudiera ser posible, pero Jack estaba convencido de que si y la luna le dio su aprobación, necesitaban mantener el equilibrio, pero nadie había dicho que los extremos de la balanza tuvieran que ser totalmente opuestos y Jack era ejemplo de que no se necesitaba ser un santo para ser bueno.
El plan consistía en desintoxicar al coco, quitarle las pesadillas para que volviera a ser un guardián. Tendría la tarea más difícil de todas, en el pasado había luchado contra ellas, ahora tendría que usarlas para causar miedo y mantenerlas controladas al mismo tiempo, todos los presentes estaban conscientes de que cumplir esa tarea podría corromperle de nuevo, pero el equilibrio de la tierra ya se había establecido de esa forma y no podían cambiarlo, no había forma de borrar el pasado.
Los guardianes estaban ocupados para ayudar en eso y no sabían tampoco como hacerlo, Jack solo quería su aprobación para que no fueran a meterse en su camino, como señor de la diversión estaba seguro de que podía quitarle el miedo a Pitch Black.Pidió "prestado" el taller y se puso manos a la obra con ayuda de unos cuantos yetis que no querían hacer juguetes.
Pasó todo un día desordenando la cocina de Norte. Su plan fallaba y estaba convencido de que tenía que hacerlo él, fue solo en el octavo intento que lo consiguió, del horno logró sacar una perfecta bandeja de galletas.
Los yetis y duendes aplaudieron, en verdad habían quedado muy bonitas y eran suficientes para compartir. Con más ayuda hizo bolsitas de galletas para todos los ayudantes y para los guardianes, llevando consigo una más grande para Pitch.En un parpadeo estaba frente a la cueva con una gran emoción en el pecho, sentía como si fuera el día de navidad y estuviera haciendo de ayudante.
—¡Pitch, voy a entrar!— por primera vez se anunció.
Ya se había acostumbrado a ese lugar, casi le parecía un ser viviente muy caprichoso, ya que le costó muy poco encontrar al mayor, dormitando en un amplio sofá, en lo que parecía ser una sala, la oscuridad no le ayudaba mucho a distinguir.
Con cuidado se acercó al coco, observándole dormir. No era la primera vez que lo hacía, pero si la primera que le veía hacerlo con tranquilidad, eso le animó un poco.
Se acomodó por ahí a esperar que despertara, poniendo atención parcialmente por si las pesadillas decidían parecer. Por suerte para ambos nada paso y pudieron tomar una siesta.
Fue entonces cuando Jack cayó en cuenta de que había dormido, poco había sido, pero no tuvo pesadillas y se sentía menos distraído. Iba a celebrarlo cuando notó unos ojos amarillos observándole desde la oscuridad y aunque eran aterradores, no le causaron nada.—¡chan chananan!— exclamó extendiendo sus manos con el paquete.— ...es una ofrenda de paz.— iba a decir que él las había hecho, pero sintió algo de vergüenza de solo pensarlo.
—¿quieres comprarme con galletas?
—¿puedo hacerlo?— preguntó en broma.— Solo pensé que...bueno estamos en algo así como en buenos términos, habían muchas galletas así que...pues pensé que también querías unas cuantas, están buenas.— dijo animado.—Si no las quieres, me las puedo llevar.
Intercambiaron miradas por un momento, luego el coco saco una de las galletas, comiéndola con confianza.
La esperanza aumentaba.—Pues si, están buenas.— se puso de pie y la tenue iluminación del lugar se encendió.— Gracias.
Jack no podía creerlo, el coco, señor de las pesadillas le había dado las gracias sin malas intenciones ni juegos malignos, había sido un agradecimiento real y sincero.
En silencio siguió al mayor por los pasillos, de verdad que había una gran mansión entre esos interminables pasillos, estaba seguro que solo sandman podría imitar algo así.
Fueron hasta la cocina; si podía llamársele así. Era un lugar tan oscuro como los anteriores, pero notoriamente más dejado, los mesones de piedra no eran más que el desgaste de la misma cueva, le faltaba ese sentimiento de hogar.
Estaba muy metido imaginando cómo sería ese lugar con más..."vida", cuando apareció una taza frente a su rostro.—Té de madreselva.— Dijo el coco entregándole la taza al menor con unas cuantas galletas.
Eso sí que no se lo había esperado.
Ambos regresaron a la sala y sin decirse nada tomaron el té juntos.
Realmente a Pitch no le importaba la presencia de Jack en ese lugar, al menos mientras no causará problemas y hasta ahora no había hecho más que mirar, a veces paseaba cerca revisando lo que había sin tocar nada.No estaban cómodos con el otros, pero tampoco estaban incómodos, mientras nadie hablará de más ambos podían soportarse.
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El deseo de la Nieve
FanfictionLos acontecimientos inesperados le hicieron llegar a conocerle y ver un lado de ese ser que nunca imaginó posible. Pitch Black no es como Jack siempre pensó. Mi primer Blackice.