Comencemos

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Hubo un silencio sepulcral. La fábrica se paralizó, solos los inquietos juguetes se atrevían a continuar con su escándalo hasta que los guardianes exclamaron al unísono.

Cada uno tenía algo que decir al respecto, rodearon a Jack opinando sobre su idea pero apenas si podía entender lo que decían entre uno y otro, y los dibujos de Sandman. Él intentaba explicarse mejor o responder a lo poco que entendía cuando la luna hizo acto de presencia.

Volvieron a guardar silencio en lo que el hombre de la luna les daba su opinión, él estaba de acuerdo con Jack.

—No podemos solo esperar que desaparezca, es parte del equilibrio y fue antes un..."guardián". Vamos, todos han leído la historia.

Sandy asintió y luego negó mientras el resto sólo mantenía un silencio incomodo.

—Bueno...eso fue ya hace mucho, no estoy seguro de recordar...—comentó conejo, carraspeando la garganta.

Norte le seguía el juego y Tooth se mantenía fuera, como si no supiera de qué hablaban.

Jack iba a protestar pero el hombre de la luna fue más rápido y procedió a contarle a los guardianes, todo lo que había sucedido.
Madre naturaleza también estaba muy interesada en cualquier detalle que pudiera no conocer.

Al final de la historia no tenían palabras, poco era lo que sabían antes y ahora, un pequeño sentimiento de culpa mordisqueaba sus recuerdos de las batallas anteriores.

—Él podría ser un buen guardián si se lo propone y...si se lo permitimos, pero no lo logrará solo.— Dijo Frost mirando a todos, especialmente a la hija del coco.

No hubieron más quejas ni debates, comenzaron hablar seriamente como lo conseguirían, cuando lo ponían en palabras no sonaba como algo tan difícil, al menos no la parte de convencer a Pitch y nombrarlo guardián, eran los niños y como funcionaría todo la parte difícil.

— Aún es tu responsabilidad.— Dijo Norte con voz serena.

— Yo veré que funcione.

La confianza de Jack fue contagiosa y de una forma desconocida para los guardianes, también fue muy tranquilizadora.

Cada quien volvió a sus tareas, algunas hadas curiosas y duendes siguieron a Jack hasta la cueva del coco.
Como siempre era una entrada escalofriante, pero el espíritu del invierno conocía muy bien el camino y guió a la pequeña tropa de curiosos al interior.

—Parece...que no está en casa.— comentó un poco decepcionado Frost, pero a sus espaldas escucho un coro de suspiros aliviados y no pudo evitar sonreír.— ¿por qué vinieron si les asusta tanto?

Dejó a los intrusos en la sala mientras buscaba a Pitch y se sorprendió al encontrarlo en cama. No es como si fuera la primera vez que lo encontraba dormido, siempre era bueno verlo así tranquilo, pero ese día, de alguna forma se sentía diferente. A pesar de que hace un tiempo conocía la historia de Pitch, por primera vez veía al admirable capitán que fue.

Sin pensarlo se puso de cuclillas junto a la cama, observando curioso. Examinando sus rasgos era fácil imaginar a ese valiente marino, gritando órdenes al guiar los barcos, luchando ferozmente y mostrándose orgulloso ante sus victorias, pero también podía imaginar el dolor en su rostro ante la pérdida.

— ¿qué haces aquí? —dijo el coco con la voz profunda y pesada, una voz que apenas se despegaba del sueño mientras se levantaba.

Jack dio un salto sorprendido.
Había sido descubierto y ahora no sabía que decir, por un momento olvido a lo que había ido a ese lugar y tartamudeo, divago en palabras sin sentido, contándole esto y aquello, excusándose por estar ahí mientras era examinado por la fría mirada del coco.
Al final guardo silencio un momento, como si admitiera que hizo mal al entrar.

—tengo algo que decirte...un mensaje y es importante que escuches, te espero en sala.— Salió de ahí casi chocando con los muros por la prisa.

Casi cae al llegar y encontrarse de nuevo con el rostro de Pitch, pero suspiro aliviado al darse cuenta de que era Emily Sombriner.

Ella estaba en la sala junto a las hadas y duendes, compartiendo un dulce momento con té y pastelillos mientras los duendes la hacían reír.
Cuando notaron su presencia la pequeña fiesta no se detuvo y solo hicieron más difícil su tarea de contarle a Pitch. Desde un principio había ido sin un plan claro, pero si pensaba como fue para él no venía problema en meter a Pitch en un saco, secuestrarlo al polo norte y decirle que es un guardián, ahora entendía como lo había planeado Norte.

Sin darse cuenta se había quedado observando más tiempo del que le habría gustado y Pitch ya le había alcanzado.
De pie detrás de Jack solo observo la escena confundido.

Con su llegada la fiesta se detuvo, Emily se puso de pie con gracia y elegancia, caminando hacia ellos con una sonrisa suave y de un porte real. Tal actitud solo caía un escalofrío recorriendo la espina de Pitch, sus encuentros nunca habían sido agradables y siempre era él quien la buscaba y desesperadamente se acercaba, que en ese momento fuera al revés solo le hacía sentir en peligro.

Jack se hizo a un lado lentamente solo observando sin entender nada de lo que estaba pasando y olvidando porque estaba ahí. Los movimientos de aquella mujer eran tan irreales que su mente estaba perdida y solo se hizo más confuso cuando Emily Sombriner; después de siglos de separación, abrazó a su padre como si le recibiera luego de un largo viaje.
Jack sintió que estaba frente a una de las tantas escenas que le había contado el libro y veía en Pitch la alegría y el amor incondicional que tenia por su hija.

— Yo no sabía y... estaba tan ciega, no podía dejar de olvidar como pasó todo y todas las promesas, el frío y el miedo estando a la deriva en el espacio. No me detuve nunca a pensar como fue para ti.— mientras hablaba su voz se volvía más y más lamentable hasta que como una fuente desbordándose sus ojos ya no pudieron contener las lagrimas de siglos.

El resto de espectadores sintió que no tenían que estar ahí y silenciosamente salieron de la cueva.
Las hadas y duendes volvieron a sus respectivos hogares y Jack espero fuera hasta que Emily salió.
Sus ojos estaban hinchados y sus mejillas enrojecidas, pero sonreía con calma, el peso de siglos se había desvanecido y se veía incluso más hermosa que antes.

Con un silencioso gesto se despidieron y entre la espesura de los bosques ella desapareció.

Aún con todo el tiempo que tuvo no encontró la forma correcta de decirle a Pitch sobre su plan y cuando iba volver a la cueva se cuestionó porque iba hacerlo, no es como si fueran cercanos como para escuchar el desahogo de Pitch o compartir la alegría de reencontrarse con su hija.
Sus pies dudaron mientras apretaba el cayado en sus manos.

— No es el mejor momento...— se convenció de sus palabras y se fue a donde viento le llevara.

El deseo de la NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora