✖ EXTRA (BWoo) ✖

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Jiwoo.

Matthew y yo llevamos tres años de casados, tres años cual lucía mi hermoso anillo matrimonial y tres años desde que comenzamos a vivir juntos.

Nuestra vida a sido sin duda lo más increíble.

En la mañana Matthew había llegado con una bolsa de comida traída del restaurante y la dejó sobre la mesa, corrió hacía mí, me levanto y me besó. No logré entender porque razón llegó antes de lo debido y con una sonrisa de oreja a oreja.

Sentía que traía buenas noticias...

- ¿Porque has llegado tan temprano? -Le pregunté, curiosa por lo que estaba pasando.

- ¿No estás feliz de que esté aquí? -Me sonrió mientras al mismo tiempo se despojaba de su camisa y la arrojaba al sofá.

Oh sí... Olvidaba ese detalle. Matthew tenía la costumbre de andar sin camisa por nuestro hogar.

- Claro que estoy feliz, pero se me hace extraño.

- Ven -Me tomó por la muñeca y me guío hasta la mesa donde estaba la bolsa con los alimentos -Sientate, tenemos que hablar.

Ese "Tenemos que hablar" podría haberme dado un infarto sino fuera por su enorme sonrisa y su alegre estado de ánimo.

- ¿Qué ocurre? -Tomé asiento frente a él, y Matthew sacó los paquetes con comida.

- Aún nos queda tiempo -Miró su reloj y luego me entregó un par de palillos -Comete todo, no quiero que te dé hambre hasta más tarde.

- ¿De que estás hablando? -No sabía con que se refería a que aún nos quedaba tiempo, y la curiosidad ya me estaba matando - ¿Podrías explicarme todo esto?

Matthew había tragado grueso el refresco de la lata que había abierto, y luego de escuchar mi pregunta, dejo la lata aún lado, y me miró.

- Sabes que te amo, y me gustas como la primera vez que te ví, ¿Lo sabes cierto? -Me preguntó y yo asentí aún confundida, no podía hallar una explicación para lo que estaba ocurriendo - Quería darte una sorpresa, y estuve días pensando en que podría darte, porque te mereces mucho, y quiero tratar de darte toda la felicidad y amor por el resto de nuestras vidas, como lo prometí el día en que nos casamos.

- Matthew yo no... -Estaba totalmente emocionada por todas sus palabras, pero no me dejó continuar porque puso un dedo sobre mi boca y continuó.

- Nos vamos... Nos vamos juntos por una semana de vacaciones a Londres, el lugar de tus sueños ¿Recuerdas que en nuestra luna de miel me lo dijiste y yo me arrepentí por no haber estado en ese momento en Londres?... Aunque no me quejo de nuestra estancia en el Caribe.

No lo podía creer... De un momento a otro, estaba completamente emocionada y ansiosa, mi mañana había sido tranquila, lo normal, pero con la llegada de Matthew a casa, y con la noticia de tomar un avión, todo fue un vuelco, y mi corazón latía desenfrenadamente.

- ¡Dios mío Matthew! -Me levanté de golpe, y dí unos saltitos de la emoción -¡No lo puedo creer!

- Pues creelo, por lo mismo cómete todo y no dejes nada, son largas horas de viaje las que nos esperan -Matthew seguía sonriendo ampliamente -Luego hasta tus maletas y nos marchamos.

Tomé nuevamente asiento, y sequé las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas.

- Eres el mejor Matthew, me haces cada día tan feliz -Le dí una sonrisa sincera y lo miré con ternura.

- Me alegra saber que no estoy fallando en algo -Sonrió.

- No lo haces... Nunca digas eso, para mí todo lo que haces es perfecto y no tienes ningún error.

- Entonces... Sí quemara la casa, ¿Seguirías encontrándome perfecto?

- En ese caso... no -Ambos reímos y continuamos comiendo.

- Toma esto como nuestra segunda luna de miel - Me dijo cuando acabó con su porción de comida.

- No importa como lo tome, puede contar cómo luna de miel o vacaciones, y sería prácticamente lo mismo porque solo estamos los dos.

- Pero hay una diferencia -Sonrió coqueto y levantó una de sus cejas -Vacaciones son para descansar...

- ¿Ah sí? -Contesté levantándo una ceja -¿Y la luna de miel?

Ya sabía dónde iba la cosa.

- Pues... -Su cara de picaron me estaba causando gracia -Luna de miel tiene trabajo.

- Vaya... -Fingí no saber y puse un tono de voz inocente - De haber sabido que tengo que trabajar entonces preferiría quedarme en casa.

- No lo creo -Sonrió - Porque es un trabajo que requiere de mucho amor... Y tú amas darme amor tanto como yo a tí.

Cómo siempre, mi marido tenía razón... Amarnos era un "trabajo" que gozabamos.

¿Y que mejor trabajo que eso?

No había... Podría acariciar a Matthew las veinticuatro horas del día.

Y besarlo hasta no dar más.



:'(

Donde las camelias florecen.   ⚫Bwoo⚫~⚫J.So⚫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora