CAPITULO X – EL OSCURO DESTINO
La oscuridad ha dejado de ser nómada, ha dejado de emigrar entre el infierno y el cosmos para fabricar su morada sobre el valle, las nubes espesas ya no dejan ver el sol, las plantas han muerto, el ganado ha perecido de hambre o ha sido devorado por la ruin plaga de Ceppyr quien exige su encuentro con el rey, él sabe que es hora, ha sentido el llamado del desierto donde las nubes no se posan, entre sueños ha escuchado un susurro ancestral llamarle desde otro tiempo, invitándolo a su morada, a seguir la luz, a ser iluminado.
El rey tomó una decisión, recogió su espada y un viejo traje de cuero luego se dirigió a la sala principal donde era esperado por su amada reina y los gemelos Frey y Lisa Ol'Galas, la sala únicamente iluminada por un candelabro muy elegante, solamente quedaban en el castillo acompañándolos en su caída el cocinero Iván y su viejo maestro inventor, Charles Cammel, el viejo rey no tiene nada que decirles, todo está hablado ya, el rey saldrá primero rumbo al desierto para tener la atención del Culto y muy entrada la noche, el linaje y sus ya no sirvientes, sino sus más queridos amigos, guiaran a Lucila y los niños hasta un muelle escondido en el río Ligia, donde partirán hasta Carcer, una pequeña congregación en el Oeste, después partirán hasta la gran ciudad que ha emergido más allá de las cordilleras, no hay palabras que describan la impotencia de Lucila, ni la incertidumbre de los pequeños o el temor de los ancianos amigos, ha besado dulcemente a sus pequeños y los ha mirado para memorizar sus inocentes rostros, el miedo roe su cuerpo y flagela su voluntad, pero debe enfrentar su oscuro destino.
Se ha marchado apretando los dientes, la formidable puerta de roca se ha cerrado a sus espaldas y echó una última vista panorámica del valle, caótico, maquiavélico, solo así se podría describir a la oscuridad antinatural que cobija las llanuras, no es obra de la naturaleza, está solo ahora, expectante de lo que el páramo disponga para el cansado hombre de la espada que ha admitido su destino, los relámpagos detonan de la nada en el despejado cielo del desierto, rayos de otro mundo que aparecen rítmicamente creando una horripilante marcha fúnebre, una sinfonía mortífera y una violenta tormenta de arena densa que espera para castigar la piel del hombre que se atreve a adentrarse en el mar de muerte para herir a su guardián, ha pasado en su trayecto frente a Mortus-Fort y ha visto a una gran cantidad de ocultistas reunidos para presenciar el solitario desfile del arruinado rey a quien se han limitado a contemplar. Después de tanto caminar en los oscuros senderos por fin ha arribado al páramo, de frente a la colosal muralla de arena en torbellino que le golpea la cara como un millón de agujas al unísono y lo espera sedienta de caos, ha dado un paso al interior de la bestia de arena, pues parece viva, ha dudado un segundo y ha retrocedido cuatro pasos, pero no hay escape, ya no puede retroceder a la pesadilla.
Por su parte, Iván y Charles han sacado a escondidas a la reina y los pequeños, los han ocultado en una carreta vieja que era usada para traer mercancía del mercado de Mayllem, han creado un doble fondo donde se han acomodado los furtivos sobrevivientes de la caída de un linaje glorioso. Han cubierto el resto de la carreta con cosecha marchita y animales recién fallecidos, se han encaminado hacia el río Ligia, la coartada perfecta, si fueran interceptados por los pobladores de Carson o el Culto, tendrían la excusa de dirigirse al bosque, a deshacerse de sus cosechas muertas para evitar enfermedades dentro del castillo, han pasado así un par de horas y han llegado sin más imprevistos al oscuro bosque, donde han bajado de la carreta de olor a peste para continuar a pie por un pequeño pantano hasta el muelle oculto, los pequeños caminan casi por instinto, aun no comprenden lo que sucede, solo saben que deben huir del valle y que su vida depende de ello, no hay más luz en el pantano que la de la antorcha de Iván, caminan cautelosamente advirtiendo las ramas y las fosas. Al fin pudieron sentir la brisa, el frío pero liberador viento proveniente del Oeste a orillas del río Ligia, Iván se apresura a descubrir el amplio bote escondido entre la hierba que crece alta en la orilla del río y se han apresurado a subir primero los viejos para sujetar al pequeño Frey.
En el desierto el rey se abre paso a través de una poderosa tormenta de arena que lo empuja en contra, le cuesta caminar, incluso le cuesta mirar la brújula en su mano que le indica siempre el Este, a donde debe ir, siente la arena golpear donde su piel ha quedado descubierta. Entre la arena ha podido ver el resplandor, la llama inerte que nace de una figura humana, su destino, que se encuentra de pie con las manos al frente apoyando su arma de material cristalino, ha caminado lo más cerca posible y ha enderezado el porte aunque el violento golpe de la arena lo hace tambalear ha empuñado su espada esperando a asestar el primer golpe.
En el pantano Iván y Charles han subido al bote, han apoyado a subir también a Frey a quien han ocultado tras de una gran caja de metal donde llevan algunas provisiones, Lucila ha mirado atrás buscando a Lisa, pero la ve en la orilla, a unos veinte metros, temerosa del río, y ha insistido que deben apresurarse, lo temido sucede, una flecha nace de entre el oscuro bosque, entre la espesa oscuridad y atravesó sin dificultad el frágil pecho de la reina quien respondió con un noble y delicado suspiro mientras extendía la mano a su asustada hija, decenas de antorchas se encendieron en la copa de los árboles y pinos del bosque, otras más entre la oscuridad, estudiantes de Mortus-Fort que aguardaban entre las sombras.
El rey se batía en un colérico enfrentamiento contra la llama del desierto, su poderosa espada de acero templado forjada por los herreros de Urc en el castillo chocó contra la espada traslucida del errante dejando caer una lluvia de centellas al suelo, forcejeaban, casi podían sentir el aliento el uno del otro, quienes reconocían sus rostros, pero solo uno saldría laureado de ese momento decisivo, la serpiente que devora su propia cola, el ciclo infinito de los reyes, el destino al que tanto había rehuido, hoy lo habría de asimilar.
Lucila cayó al río lo que provocó un desbalance del bote, Frey impactó su cabeza contra la enorme caja de metal y perdió la consciencia, una lluvia de flechas emergió del bosque en dirección a la embarcación donde Iván, Charles y el pequeño Frey pretendían escapar, uno de los estudiantes de Mortus-Fort logró tomar a la pequeña Lisa y arrastrarla al bosque, la embarcación debía partir, no había tiempo de regresar, morirían si tan siquiera dudaban, así que se refugiaron tras la pesada caja de metal y comenzaron a remar, para su sorpresa la lluvia de flechas cesó y pronto las luces en el bosque se apagaron una a una, la barca continúo su viaje, la reina había muerto, Lisa se encontraba ahora en manos del Culto, el rey se había perdido entre las arenas, pronto estarían lejos de casa y pocos recordarían que existió el antiguo linaje.
Y enel horizonte pudieron ver un relámpago mortífero que iluminó el valle entero,cayendo desde el firmamento, en dirección al castillo, después la oscuridaddesapareció del valle.
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El Antiguo Linaje
Научная фантастикаUna antigua maldición se cierne sobre una vieja linea de sangre, por generaciones los Reyes Ol'Galas han partido al desierto en busca de detener la peste en su reino sin lograrlo. Ahora, con ayuda de una siniestra religión intentarán descubrir los...