Ruinas del antiguo linaje

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CAPITULO XIII –RUINAS DEL ANTIGUO LINAJE

Odiamos aceptar la realidad que nos pone en desventaja en relación a nuestras expectativas, rehuimos de la verdad, nos encerramos en muros de negación para proteger nuestros intereses más oscuros. Frey siempre pensó esto, que realmente conocía lo que los susurros significaban y en cómo estaba conectado con el glorioso castillo, pero que también estaba tras un velo de miedo que le impedía recordar las cosas al pie de la letra, pero no más, había partido hacia las montañas olvidadas en el sureste para conocer la verdad de su pasado, y poner fin a los afligidos susurros que lo atormentaban, no había marcha atrás, no se permitiría retroceder, y pedía perdón a sus queridos Iván y Charles Cammel por ignorar los muros seguros que habían construido a su alrededor, quienes debieron tener sus motivos para ocultar su pasado, pero han cambiado los tiempos y la sangre no muere cuando muere, nos atrae, las sangre nos llama.

"Nadie quiere ir a Mayllem-Carson, y nadie va más allá del sello relámpago, y por tu bien deberías volver por donde llegaste y enterrar muy hondo esa curiosidad", era una respuesta que consiguió en numerosas ocasiones mientras indagaba sobre alguna ruta alterna que le permitiera llegar más rápidamente a Mayllem-Carson sin surcar las traicioneras corrientes del río una vez que llegó a Carcer, otros simplemente lo miraban con desprecio y continuaban su camino sin responder, por consecuencia, Frey, se vio en la necesidad de pasar una noche en la villa pesquera y continuar al día siguiente. Alquiló una habitación en una vieja posada junto al mercado y durmió.

Esa noche tuvo un sueño vívido, en su visión se vio de pie frente al castillo, vio en el horizonte el desierto que lo llamaba y el castillo comenzó a arder, despertó agitado, era entrada la madrugada, seguía en su habitación iluminada únicamente por el delicado brillo de la luna de otoño, se sentó en el borde de la cama y segundos después se puso de pie para mirar por la ventana la hermosa vista de madrugada que ofrecía aquel recóndito poblado alejado de la mano destructora de los imperios. Pequeñas casas de madera techadas con teja y barro, las pequeñas olas provocadas por el viento que bajaba de las montañas chocaban en la orilla y hacían mover los pequeños botes de pesca creando una instrumental armónica y pacífica, pero a veces el universo pinta de hermosos paisajes los más aterradores templos de purgación.

Bajó con sus cosas a la recepción por la mañana, había adelantado sus planes y saldría a investigar una ruta menos arriesgada que el río a temprana hora, en el piso inferior se encontraba la recepcionista, una anciana cansada y educada a quien comunicó que desocuparía la habitación y salió por la puerta, luego volvió y preguntó a la anciana:

Probablemente ya sepa lo que estoy haciendo aquí.

Hemos tardado más de veinte años para sepultar los recuerdos de aquellos días trágicos ¿No puedes simplemente regresar a casa?, los que sucumbieron ante la peste te lo agradecerían mucho.

¡Entonces usted sabe lo que pasó! —Exclamó Frey mientras se acercaba eufóricamente a donde la anciana. —Debe ayudarme, necesito saber quién soy...

¡Basta, ya bastante daño ha hecho tu familia! —Interrumpió la anciana groseramente levantándose de su reposo, Frey se quedó petrificado. — ¡sal de mi propiedad y no vuelvas!

Se lo suplico...

La sangre derramada por culpa de tu padre, ¡Eres igual a él, siempre abriendo infiernos que no son capaces de controlar!

¡Dígame lo que sabe sobre mi padre o el castillo!

¡Largo! — la anciana comenzó a empujarlo hacia la salida y cerró la puerta de un golpe.

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