Antes de amarte, te busqué, no existía el puente atirantado, tampoco la calle Tucapel, hoy solo reconozco a Rodríguez y esperanza extranjera en el Civil.
En altura, la rodovía, el tren subterráneo y Santa Ana con sus inolvidables palomas que espanté, para que pudieras regresar.
Te vi de paso, una vez llegué y otra no, otras tantas te soñé, espanto a diario palomas, por si quieres regresar.