Esa mañana desayuné como de costumbre mi cigarrillo con café recién molido, un vaso de limonada recién exprimida.
El viaje a la agencia fue como siempre, tan igual que ya no tengo un recuerdo, instalé todo para mi presentación, hubo si recuerdo, un minuto para el último tabaco.
Todos los asistentes comenzaron a llegar, nunca imaginé que el milagro ocurriría.