tierra: la selva

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De todas las excusas que pude poner para explicar la razón por la que estaba en la habitación di la más estúpida.

- Estaba buscando el cepillo- dije mostrándoselo como si ella no supiera perfectamente lo que es un cepillo.

- Encima de que estás en mi habitación insinúas que soy una guarra teniendo el cepillo dentro- dijo clavándome la mirada y obligándome a bajar la mía.

Esto no estaba yendo nada bien. 

Pasaban los segundos y yo seguía tan intimidada por la rubia que tenía en frente de mi, que era incapaz de levantar la vista del suelo.

 Me di cuenta que estaba haciéndome sentir como cuando los niños se metían conmigo en primaria y la verdad es que me estaba dando rabia. 

Se me subieron los colores de la rabia que estaba sintiendo y justo cuando estaba a punto de abrir la boca para decir algo, un ruido de rápidas pisadas caninas me interrumpió. 

Bueno, más bien un ataque canino.

Una maraña de pelos negros se abalanzó sobre mi cuerpo haciendo que perdiese el equilibrio y cayera en el suelo, lo que le dio terreno para ponerse encima de mí. 

Era, por lo que podía observar desde mi perspectiva, una especie de labrador negro, tenía los ojos azules y por su tamaño diría que no tenía más de tres meses. 

Por lo visto su objetivo era babear mi cara y a mi me entró la risa porque me encantaban los perros efusivos y la verdad es que no podría haber tenido mejor recibimiento.

Ya se me había olvidado incluso lo estúpida que había sido la chica conmigo, cuando le llamó.

- Bagira, ven aquí – dijo con tono autoritario – no te hagas ilusiones – prosiguió - es porque es adoptado y no tiene sentido de la selección. Estoy segura de que si fuera humano no le caerías bien.

Ya está, era suficiente. No quería pasar más tiempo con ella en su habitación porque me estaba empezando a sentir realmente mal.

- A lo mejor, si fuera humano se hubiera escapado de tu fea cara hace mucho tiempo, Mowgli – le dije enfadada y cogiéndola por sorpresa ya que abrió muchos los ojos. 

Y vaya, qué ojos...tenían un tono verde que en ese momento parecían oscuros, pero seguramente sería por la tenue luz de la habitación.

 Me gustaría saber qué color tendrían al Sol, en un día de verano, en la playa, a la luz del fuego o en el momento en el que... un lengüetazo de Bagira me ayudó a dejar de pensar en los ojos de la chica sin que se percatara de que me había quedado fascinada por ella y le diera tiempo a responderme con alguna de sus salidas que seguramente me quedarían K.O.

Salí de la habitación pasando por su lado con aire altanero y estaba ya de camino a la mia, que se encontraba siguiente a la suya, cuando escuché a mis espaldas " ¿qué es eso de Mowgli?"

Me escabullí entrando a la habitación, al fin en terreno seguro. Esa chica me ponía alerta en todos los sentidos.

- ¿Has conocido ya a Mimi? Es muy simpática, y fíjate, su nombre es como el femenino de Mimo ¿qué casualidad, verdad? Aunque creo que no le ha gustado mucho que te trajeras el gato porque le ha mirado mal... - me comento mi madre. Así que se llamaba Mimi y no le gustaban los gatos. Genial.

- Pues mira que viniendo de la selva me parece raro que no le gusten los gatos – dije para misma.

-¿Qué dices, Ana?

- Que qué chica mas maja.

Los cuatro elementos | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora