Aire: confusa

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Era la palabra más común y utilizada cuando una persona quería referirse a la belleza de alguien y, ni si quiera sabía si estaba hablando en serio; pero había causado un caos en mi interior.

Los segundos, los minutos o incluso las horas podrían pasar porque yo ya no tenía percepción del tiempo. Me daba la sensación de que Mimi me estaba leyendo la mente, me miraba como si estuviera extrayendo información de mi y yo, por mucha vergüenza que tuviera, era incapaz de quitarle la mirada. Me tenía hipnotizada.

Fue el inicio de su sonrisa lo que me sacó de ese trance y me hizo entrar en otro: el de su boca.

-Basta- le dije mientras reía nerviosamente y le tapa la cara con la mano interrumpiendo el momento porque necesitaba que mi propia voz me sacara del estado en el que me encontraba.

Fuera de parar me mordió la palma de la mano y prosiguió haciéndome cosquillas.

A este punto yo ya no entendía ni podía explicar nada.

No quería tampoco plantearme el por qué, porque por primera vez en mucho tiempo, el contacto físico con otra persona me estaba gustando o al menos no me desgradaba y algo que me hiciera sentir así no debería necesitar explicaciones.

Lo que si necesitaba era que parara de hacerme cosquillas porque a este paso iba a morir de un ataque de risa.

Así que sin pensármelo demasiado conseguí ponerme a horcajadas y sujetar sus manos con las mías por encima de su cabeza.

Había llegado la hora de que se pusiera ella nerviosa también. Justo cuando puse mi peso sobre su abdomen sentí como tragaba sonoramente y cambiaba la expresión de su cara.

Yo solo podía sonreír maliciosamente porque sinceramente me encantaba romperle los esquemas.

-Ahora vas a hacer tu de Mowgli por lo que veo- dijo tratando de parecer impasible.

-Que suave es el pijama, tenías razón eh...- comentaba ignorándola porque sabía lo que intentaba: ponerme otra vez en un aprieto.

-Además creo que tienes razón con lo de que es calentito-decidí dar un paso más y retiré despacio mis manos que estaban aprisionándola para introducirlas en el espacio que había entre su cuello y la capucha del pijama.

No sé que fue, si sus manos posándose en mis muslos como si ese fuera su lugar natural o la mirada que me echó o las dos cosas juntas pero me encendió por completo.

-¿Por qué me llamas Mowgli?- me preguntó haciendo como si la postura en la que nos encontrábamos fuese la más normal del mundo.

-Creí que era obvio pero veo que tus neuronas no dan...tu perro se llama Bagira y tú como que vives un poco en tu propio mundo, alejada de la sociedad y sus normas. ¿Por qué me llamas hetera?

- Creí que era obvio – dijo imitándome- pero es que además ni siquiera me voy a tener que explayar tanto como tú solo te diré: Roi.

Había roto el ambiente por completo. Ambas volvimos a una posición normal.

Ella retándome con la mirada y yo empezando a estar un poco molesta con la situación la verdad porque el tema Roi ya me estaba chirriando.

-¿Qué pasa con Roi?¿Estás celosa?- dije intentando saber si mis suposiciones de que eran expareja eran ciertas.

-¿Qué hablas?- dijo poniéndose nerviosa- ¿Celosa? – alzó la voz soltando un medio chillido - ¿ De Roi? – dijo riéndose, levantándose del salón y dejándome sola y confusa.

Pregunta: ¿Preferís que actualice una vez a la semana y que el capítulo sea muy largo o que actualice todos los días capítulos pequeñitos como este?

Los cuatro elementos | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora