tierra: "la medio cita" Parte: 3

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Roi estaba pálido, parecía que se iba a caer en cualquier momento. Tenía la cara descompuesta y miraba hacia donde hace unos segundos había mirado yo: Mimi.

Esta se hizo paso entre el gentío con una sonrisa plasmada en la boca que despareció en cuanto cruzó su mirada con la del moreno. Ambos parecían estar rememorando algo, pero a juzgar por sus caras no era un recuerdo muy placentero.

Mimi se había parado en seco, daba la sensación de que se había anclado al suelo porque no se movía ni un milímetro.

Mientras tanto yo me sentía como un árbitro en un ring, expectante a que alguno actuara, pero eso no pasó. Sin embargo, su mirada se posó en mi y pasó de la sorpresa al dolor, al desprecio, al asco, y finalmente al odio.

Los mismos ojos que segundos antes habían alterado mi temperatura habían conseguido bajarla por completo en tan solo un instante.

Pensaba que al menos saludaría por cortesía, pero ni siquiera se molestó, siguió su camino hacia la barra y colocándose a dos metros de dónde estábamos nosotros pidió algo al camarero.

En este punto yo no entendía nada. Bueno sí, porque muy ciego había que estar para no darse cuenta de que Roi y Mimi se conocían de algo.

Él no le quitaba ojo y no me extrañaba en absoluto porque de cerca se veía incluso más increíble que en el escenario. Su pelo rubio caía sobre la espalda sensualmente justo hasta el punto donde terminaba el top y se podía ver su piel, que brillaba seguramente debido a la transpiración causada por el calor que hacía en aquella sala.

¿Cómo podía verse sexy incluso sudada? Yo daba mucho asco en ese aspecto. Por eso Roi nunca me elegiría a mi habiendo chicas como Mimi.

Un click hizo en su cabeza: quizás Mimi y Roi se conocían porque habían sido pareja.

Decidí preguntárselo porque, además, de alguna forma tendría que romper el silencio que se había impuesto.

-¿La conoces, verdad? – le pregunté haciéndole reaccionar y volver su cabeza hacia mi.

-Si...eh...es una amiga de la infancia-dijo vagamente- ¿tú también? – me preguntó casi que con miedo.

-No-mentí- es la primera vez en mi vida que la veo.

La verdad es que después de aquello ninguno tenía ganas de seguir allí.

Mimi había desaparecido mientras hablábamos, pero aún así yo me sentía incómoda, culpable por encontrarme allí con Roi y no sabía por qué; así que conjuntamente decidimos marcharnos poniendo como excusa que al día siguiente teníamos que madrugar para ir al colegio.

La vuelta a casa fue silenciosa y en taxi.

Cuando bajamos del coche me acompañó hasta la puerta y le invité a subir pero rechazó mi oferta lo que en el fondo me alegró porque creo que los dos estábamos demasiado cansados y confundidos como para seguir pasando tiempo juntos.

Nos dimos un breve abrazo y cada uno siguió su camino.

Pocas veces subía las escaleras, pero esta fue una de ellas porque necesitaba ganar tiempo.

No sabía exactamente cómo debía comportarme ahora con Mimi después de lo de esta noche. ¿Debía preguntarle sobre Roi o callarme y actuar normal? ¿Cómo reaccionaría ella?

Llegué a la puerta del piso y por primera vez maldecí interiormente vivir en un tercero y no en un sexto ya que me daría más tiempo a pensar.

Empecé a abrir la puerta de casa y un alivio recorrió todo mi cuerpo porque estaban todas las llaves echadas lo que significaba que era la primera en llegar, ni Agoney ni Ricky estaban en el piso, y lo más importante: Mimi tampoco.

Los cuatro elementos | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora