Fuego: Casa (2)

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Y así era ella. Capaz de ser lava y ceniza a la vez.

Realmente con Mimi siempre era así. Cinco pasos para adelante y seis para atrás. O al menos así era como yo lo sentía porque ahora estábamos en la discoteca y estaba literalmente pasando de mi cara.

O quizá era yo que hoy me había sumergido en la borrachera neurótica.

Mimi estaba bailando con Anna y yo, no sé si sugestionada por el hecho de saber que ya habían  dormido juntas, no podía sentirme más fuera de lugar.

Tendría que haberme ido a casa.

Coger el camino de la terraza de la discoteca Mae y bajar por la escaleras alejándome de aquel centro comercial.

Pero no lo hice.

Muy lejos de eso comencé a dar vueltas por el círculo de madera en busca de alguna cara conocida o al menos de alguien que estuviera dispuesto a darme más atención que  la gente con la que había venido.

No estaba funcionando, más que nada porque entre los empujones y mi aturdimiento era incapaz de ver la cara a la gente.

Decidí pararme en la barra y pedir una cerveza. Lo suficiente para ir rebajando y no parecer ridícula.

Empezó a sonar "si tu novio te deja sola" de J Balvin cuando sentí como alguien me cogía de la cintura.

Perfecto  "empezó la racha de babosos"

Estaba dispuesta a despachar al aprovechado que se había atrevido a agarrarme cuando Roi apareció en mi campo visual.

-NO PUEDE SER CASUALIDAD- me gritó por encima de la música riéndose.

-¿EL QUÉ?- contesté sonriendo más animada por su presencia.

- Que con toda la gente que hay aquí, nos encontremos cuando estamos solos y cuando suena esta canción - me contestó  esta vez acercándose a mi oído.

- CÁLLATE Y BAILA- le dije mientras le empujaba.

Comenzamos a bailar.

Al principio empezamos a cantar el trap a modo broma pero poco a poco nos fuimos acercando hasta que en una de las vueltas que me dio, quedé de espaldas a él.

Yo era consciente en todo momento de sus intenciones, pero él también estaba borracho, así que no le di importancia.

Moví mis caderas de forma natural al ritmo de la música, hasta que noté su erección.

Ahí ya le empecé a dar más importancia. El tipo de importancia que te pone cachonda.

Llevaba mucho tiempo sin tener sexo con alguien, últimamente no hacían nada más  que quedarme con las ganas y, además, estaba borracha.

Que, por cierto, no tenía que buscarle excusas porque Roi siempre me había atraido un poco, pero algo en mi se sentía culpable.

Me acerqué a conciencia a él y le miré de reojo para ver su reacción.

Él también quería esto solo estaba esperando una señal de mi parte, así  que se la di acercando mi espalda baja aún más a su sexo.

Parece que la interpretó de maravilla porque me dio media vuelta y atacó directamente mis labios.

Sin señal previa, sin juegos, sin anticipación.

Gemí en el beso, en parte por la sorpresa, en parte por la excitación.

No era dulce ni apasionado. Tampoco tenía la piel suave ni olía  a vainilla.

Pero no estaba mal, tendría que conformarme.

Los cuatro elementos | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora