Aire: la carta

1.7K 112 4
                                    

Llegué al colegio solo cinco minutos más tarde de la hora, lo que era todo un logro.

Lo había conseguido porque me había puesto lo primero que pillé: una sudadera rosa, unos vaqueros claros rotos por las rodillas y unas zapatillas blancas.

Cuando entré en el colegio casi todos los niños ya estaban dentro de sus clases excepto aquellos rezagados que se les pegaban las sábanas y estaban ahora entrando corriendo con la lengua por fuera.

Entré en la clase de música y saludé a Roi con la mirada para no interrumpir.

No parecía muy contento, pero esbozó una sonrisa en mi dirección cosa que hizo que los alumnos se percataran de mi presencia y me saludaran "buenos días seño"

-Seño- me susurró Carlos muy bajito cuando pasó un rato.

Carlos era uno de los alumnos más introvertidos que teníamos había llegado al colegio hace poco y no había encajado muy bien con los demás.

En los días que había ido al cole todavía estaba intentando averiguar si era porque los niños le excluían o él tenía algún tipo de problema al relacionarse.

-Se me ha despegado la suela del zapato- decía avergonzado y mirando a sus lados para ver si algún niño miraba.

Y en efecto, tenía parte de la suela despegada de la zapatilla. Estos eran uno de los momentos duros que se vivían en esta profesión, ver lo dura que era la realidad social y lo cerca que está de todos nosotros aunque no nos demos cuenta.

Cogí al niño, lo saqué de clase y arreglé la zapatilla con pegamento superfuerte para que de este modo no se notara que estaba pegada.

-Bueno, pues ya está. Es que las zapatillas favoritas hay que aprovecharlas lo máximo posible ¿verdad? – le dije guiñándole un ojo.

-Sí- asintió sonriéndome y soltando un suspiro aliviado. Ahora tenía una excusa si sus compañeros le preguntaban.

Los niños eran tan transparentes, tan puros... podías ver perfectamente lo que pensaban o sentían a cada momento, por mucho que intentaran ocultarlo.

Tocó el timbre y Carlos salió corriendo al recreo. Mientras observaba como se iba me quedé pensando en lo ridícula que yo era a veces con la ropa y las apariencias. Esta mañana mismo me había sentido incómoda solo porque no me había dado tiempo a prepararme como quería.

Estaba odiándome a mi misma cuando una niña agarró mi jersey llamando mi atención y me dio una rosa roja y un sobre.

Esto si que no me lo esperaba.

Dejé la rosa encima de una mesa que había cerca y me dispuse a leer la carta que ponía en el reverso "La llamada"

Que tu primer trabajo tenga como nombre "la llamada" te viene como mano al guante (o como se diga eso) porque estoy segurísimo de que va a ser el inicio de tu gran carrera musical y podrás darle doble sentido cuando seas famosa.

Tienes que ir a la Escuela Remiendo hoy a las 12:30. Yo ya avisé al colegio, no te preocupes. Ellos ya están esperándote, solo tienes que decir que vas de parte del director musical.

Espero que esto sirva como el inicio de mi disculpa y el de tu sueño.

Roi simplemente era maravilloso.

No me importaba lo que hubiera pasado con Mimi porque eso ahora era pasado y él en este momento estaba alegrando mi presente y posiblemente mi futuro.

Salí corriendo sin importar qué pensaran de mi. Hoy era uno de los días más felices de mi vida no iba a pensar en el qué dirán.

Llegué antes de lo previsto como consecuencia de la adrenalina. El sitio no parecía ser muy grande desde fuera, tenía un cartel rosa que indicaba que esa era la escuela.

Entré y le dije al recepcionista que venía de parte del director musical para hacer el papel de la Llamada y me dijo que esperara sentada en una de las sillas que había ahí mismo.

Cuando me iba a sentar divisé a lo lejos alguien que me sonaba familiar pero lo dejé pasar ya que seguro que era fruto de imaginación por los nervios que tenía.

No me hicieron esperar mucho. Pasaron quince minutos y dos chicos morenos salieron a recibirme.

-Hola, tú debes ser Ana – dijo el más alto sonriendo.

Observé que ambos tenían muy buen sentido de la moda.

- Ya nos hablaron de ti. Nosotros somos las Javas, los directores del musical – se rio al ver mi cara- es que nos llamamos los dos "Javi"

Ahora también me uní yo a su risa mientras les daba la mano a ambos.

-Bueno, si quieres te presentamos directamente a tus compañeros, justo ahora vamos a hacer la primera lectura y sería bueno que tú estuvieras también- dijo el más alto. Parece que él era el que llevaba la batuta.

-Va- vale – contesté nerviosa.

Era mi primer trabajo que hacía con mi voz y la verdad es que estaba un poco perdida pese a que los directores de momento me estaban tratando de forma muy cercana.

- No te preocupes, Ana – me dijo el más bajito – tus compañeros están igual o más nerviosos que tú si te sirve de consuelo.

Pues no, no me servía la verdad.

Y menos cuando llegué a la sala donde se encontraban todos mis compañeros de reparto hablando. Ahí mis nervios subieron al nivel de la ansiedad ¿dónde me había metido? ¿y si no me salía bien?

Es que encima ni siquiera había hecho casting para entrar, Roi había confiado ciegamente en mi sin haberme escuchado. Seguro que no les gustaba. Dios, seguro que lo hacía fatal.

Estaba ya pensando en irme cuando uno de los Javi dijo de repente:

"Bueno chicos, os presento a vuestra nueva compañera"

Todos en ese momento pararon de hablar hasta que se empezaron a escuchar comentarios:

-Anda, mira, tú Julieta.

-Te podrás quejar.

-Bueno pues ahora querría cambiar otra vez de papel.

Reconocí esta última voz de inmediato e instintivamente miré hacia el punto desde donde se había hecho el comentario.

Y, al lado de mi tocaya, que era quién había hablado, la vi.

Estaba allí, mirándome, como si hubiera visto un fantasma.

Y lo comprendí: Yo era Milagros.



Los cuatro elementos | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora