Capítulo 8: Misión imposible

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Cuidadosamente vuelvo a dejar su pequeña libreta entre sus brazos y tengo la suerte de que ella no se da cuenta. Me acomodo de mi lado en el asiento y me paso las manos por la cara y respirando una y otra vez profundamente. Comprendo que tengo que cambiar mi actitud. Dicen que todo tiene un límite, y supongo que, en algún momento, Clara se saldrá de sus casillas y me va mandar a la chingada. Reconozco que, tal vez ella sea demasiado noble y me perdona, pero ya basta, hasta yo estaría harto de mí mismo.


Bajamos toda mi familia del autobús, y nos acercamos a la parte baja para tomar nuestro equipaje. Decido tomar una actitud más positiva y alegre. Supongo que así empiezan los cambios, aunque cuando Clara bajó del vehículo, no me dirigió la palabra. Por lo menos ya no se ve molesta, sólo algo neutral y un poco indiferente. Una vez que recoge su mochila, se reúne con mis abuelos y mi madre, que mantienen al parecer una agradable conversación. Clara no tarda mucho en sonreír con lo que sé que estén platicando.

Me acerco al grupo junto a mis primos Alberto, Mónica, Jorge, Fernando y Armando, que no paran de insultarse en broma y carcajearse de cualquier tontería. Vaya, hace días que no tengo convivencia con chicos de mi edad, y estar con mis primos me hace sentir un poco mejor.

Analizo cada uno de ellos; Alberto es el más alto de los seis, después de mí, tiene una barba de candado oscura, que contrasta con su piel blanca, el cabello negro y desordenado, y le gusta vestirse con ropa tal vez demasiado formal para alguien normal; Mónica es pocos centímetros mas baja que yo, tiene el cabello castaño acaramelado y junto a su hermano Jorge, tienen una buena figura, ya que ambos son atletas, tiene la piel bronceada y compartimos el mismo color verde de ojos. Tuvimos suerte de heredar rasgos del abuelo. Jorge, es como su hermana, solo que, en versión masculina, bastante lógico al ser mellizos, también usa ropa deportiva y su masa muscular supera la mía. Seguimos Fernando, con su cabello muy corto, la piel morena y los ojos marrones, es de esos primos que usan de la ropa vieja que nos heredan nuestros padres, pero eso no le quita lo desmadroso. Y, por último, Armando, que es el reservado, tiene la piel apiñonada, los ojos azules y el cabello largo sujeto en una pequeña coleta pegada a la nuca.

−¡Oh! Ya extrañaba el tradicional viaje familiar.− Dice Mónica, con entusiasmo. −Cada vez estamos creciendo más y las viejas costumbres se pueden perder.

Alberto se carcajea.

−Claro que no. Puede que ya no sean tan seguido, pero no dejaremos de hacerlas.− Le lanza una sonrisa consoladora a Mónica, que se encuentra haciendo pucheros.

−Ella se refiere a que nosotros tal vez no podamos viajar de nuevo como familia.− Comenta Jorge. −Nos ofrecieron a ella y a mi entrenar en Inglaterra con los mejores instructores. Queremos prepararnos para entrar a las olimpiadas.

Fernando se mantiene callado pero atento, al igual que Armando.

−No pueden hacer eso,− Se queja Alberto. −Matt es nuestro primo más joven, por lo tanto, es demasiado pronto para que lo abandonemos.

Bufo.

−Carnal, tengo 20 años, ya no soy un niño.− Replico.

−Pero sigues siendo el menor. Algún día todos nosotros tendremos nuestros propios hijos y serán los primos que continuarán con la tradición. Así que, tenemos que terminar de educarte a ti, para que tu eduques a tus hijos y aprendan a ser parte de una familia unida.

Pongo los ojos en blanco. Nunca me planteé esa idea, pero creo que tiene razón. Algún día tendré mis propios hijos, y siendo sincero, espero que no me toque uno que sea como yo. Mamá no se siente decepcionada de mí, pero eso es porque siempre le ocultaba las cosas malas que hacía a sus espaldas.

Volveré a ConquistarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora