Capítulo 11: Eterno presente

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Estoy paralizado, atolondrado y sorprendido por su confesión. No tengo idea de qué responder, pero una oleada de mariposas... No. Un zoológico entero se está apoderando de mi estómago, con una incontrolable estampida. El corazón me palpita de a mil por hora, se me ha puesto de gallina y un cosquilleo me recorre la espina dorsal. Este tipo de temas jamás los traté con ninguna chica, porque sabía que no era necesario.

−¿A..Amor?− Tartamudeo con torpeza.

Clara baja la cabeza con las mejillas sonrojadas y asiente. Su mirada se queda fija en el piso y yo me siento como un pendejo al no saber que más decirle. Digo, sé que la quiero. Pero, ¿es amor lo que siento por ella? No quisiera hacer o decir algo mal. No quiero lastimarla, pero también soy consciente de que, si yo amo a Clara y no me he dado cuenta, es porque cierta parte de mí quiere protegerla de mí mismo.

Observo su rostro, y por la forma en que mueve sus labios con nerviosismo, me doy cuenta de que, si no le doy una respuesta, las cosas podrían salir mal entre nosotros. Por algo estuve chingue y chingue para tenerla a mi lado, entonces lo más lógico y lo mejor para mí, es aceptar que yo también la amo.

Qué estúpido al no darme cuenta de ello.

−Yo también te amo, Clara.

Ella me mira de inmediato, levantando las cejas con sorpresa y sus mejillas se ponen mas rojas. Sonrío. >Qué adorable<, pienso. No hay nada que me ponga más feliz, que poner nerviosa a Clara, porque eso significa que, nadie más puede provocarle las sensaciones que yo le provoco.

Tomo su barbilla con delicadeza y le acaricio la mejilla con el pulgar. Puedo notar su irregular respiración y como se le eriza la piel del cuello al tragar saliva. Clavo mis ojos con los suyos y me acerco un poco más a ella, con una sonrisa llena de dicha y felicidad. Estoy seguro de que ahora mismo estoy poniendo cara de bobo enamorado, pero me importa un carajo. Sí, soy un bobo enamorado.

−Te amo desde el momento en que casi te perdí.− Miro a sus labios y luego a sus ojos. −No comprendía por qué me había dolido tanto el hecho de quizá no volver a verte. Ahora lo sé. No podía dejar ir a la única chica que amo.

Los labios de Clara, son cálidos y esponjosos al besarme. El corazón me palpita, martillándome el pecho con intensidad y liberando nuevas sensaciones. ¿Amor? ¿Felicidad? ¿Deseo? ¡Carajo! Creo que estoy empezando a ver más a Clara como mujer, que como adolescente y eso puede ser, no solo peligroso, sino también inconveniente e incorrecto. No puedo imaginar lo que haría Clara, si supiera lo que estoy pensando.

Intento disfrutar el beso, pero me es imposible. Ahora que veo a Clara de esa manera, no me lo puedo quitar de la cabeza. Por Dios. Siento asco conmigo mismo. No debería sentir esto por ella, pero, sin embargo, la idea de que le quiera hacer el amor, no me provoca la necesidad de dejarla como a las otras chicas con las que he estado, sino que, sé que en cuanto por fin lo hagamos, no podré dejarla por nada del mundo.

Dicen que hacer el amor con la persona que amas, no tiene comparación. No tengo experiencia en ello, pero sé que será especial. Me pregunto si Clara me verá de esa manera. Por mi parte yo no la obligaré a hacer algo que no quiera. Tiene que estar preparada. No sé si ella siga siendo virgen, pero si lo es, las complicaciones pueden ser mayores. Estaría en juego mi futuro con ella. ¿Qué tal si no terminamos juntos y ella se arrepiente de lo que pasó?

Ella me mira con recelo y le acaricia cariñosamente la mejilla.

−¿Qué pasa, Matt?− Me pregunta dulcemente.

Trago el nudo que tengo en la garganta y entorno los ojos para recuperar la consciencia del presente. >¿No puedes dejar de pensar en pendejadas?<, pienso.

Volveré a ConquistarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora