3. Acoso

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-¿Me prometes volver aquí?

-Lo haremos mi hermosa Cristel. Es una promesa. -Axel besa mis labios con cuidado y subimos al yate. El viaje de regreso a casa nos esperaba y sabía que los dos íbamos a acostumbrarnos al matrimonio.

El vuelo no había traído novedades, estábamos cómodos y cansados de la noche anterior, así que yo recuerdo muy poco de las horas montadas en el avión. El personal de Axel nos esperaba a las afueras del aeropuerto para ayudarnos con las bolsas, y la seguridad. Al menos nuestra luna de miel no requirió de ellos; por suerte.

Salgo sosteniendo la mano de Axel, por la puerta final de proceso, en ese instante siento como millones de destellos caen en mi rostro. Trato de alejarme, pero es imposible, es mucha luz para mis ojos, incluso mis manos tapan mi cara. ¿Alex no está conmigo? ¿Qué pasó?

-¿Es cierto que estuvo en la cárcel?

-¿Usted le robó a su ex esposo, ahora su...?

-Su padre dice que cumplió una sentencia de dos años, ¿es eso cierto?

-¿Por qué robó ese dinero?

-¿Axel Lehner es un mal esposo, por eso lo hizo?

-¿Se volvieron a casar por el dinero?

Trato de salir de las cámaras, solo puedo parecer asustada. Ellos no comprenden y aunque retrocedo, ellos solo avanzan.

-¡Interesada!

-¡Ladrona!

Siento como varias personas lanzan insultos en mi contra y mis ojos empiezan a volverse agua. No quiero llorar frente a millones de cámaras, pero debo ser honesta. Esas palabras me han dolido. Un reportero acerca con fuerza su cámara a mi rostro y la alejo, no es uno ni dos, son veinte cámaras cómo mínimo, rodeándome en un círculo.

Observo mis alrededores, pero no hay escapatoria. Trato de pedir permiso, pero ellos siguen mis pasos. Los alejo con las manos; es horrible. Limpio las lágrimas de mis ojos y trato de empujarlos, los micrófonos por poco y yacen dentro de mi boca.

-¡Basta! ¡Basta! ¡No! -tapo mi cara con mis manos, pero el destello del flash cae en mí. ¡Duele! Molesta y ellos no lo notan. Siento como una reportera jala mi camisa y me hago hacia adelante, otro sostiene mi brazo y me zafo, consiguiendo tambalearme y caer con fuerza en el piso.

Pero eso no los detiene, aún convaleciente, ellos siguen capturando imágenes y mi mano tapa mi rostro.

Justo ahí siento como algunos hombres de terno abren paso a los carroñeros. Alguien toca mi hombro con cariño y su voz me calma. Levanta mi rostro en sus manos y me refugia en su pecho. Axel me ayuda a levantar y caminamos con dos hombres a nuestros lados. Por lo que veo, la seguridad del aeropuerto también intervino.

-¿A dónde señor?

-A casa de mi madre, Julio. Ellos sabrán donde vivimos. -Axel me apega a su pecho cuando el carro comienza a caminar. No puedo asimilar lo que ha pasado, no quiero hablar tampoco. Sus manos aprietan mis brazos, pero no dice nada. Él también debe estar sorprendido.

La casa de Camila se pude divisar desde el trayecto y salgo de ahí. Axel me lleva de su mano y su madre nos ve sorprendida.

-¿La habitación de invitados?

-Al fondo, hijo. Sigue, está vacía.

Camino de su mano y el me lleva con cuidado. Ni bien entramos siento como sus manos se dirigen a mi ropa y me desviste de manera total, él también lo hace, enciende la ducha y me lleva con él. Me baña como a un bebé, sosteniéndome a su pecho, cierro mis ojos cuando pone mi bata de baño y me lleva a la cama, ahí solo se encarga de secar y cepillar mi cabello. Me atrae a su pecho, deja que llore y descanse en mi lugar seguro en el mundo.

3.Mr. & Mrs. Lehner®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora